/ lunes 30 de agosto de 2021

Mujeres al asiento delantero

Las hermanas Augusta y Adelin Van Buren, en la primera década del siglo pasado, cruzaron en motocicleta los Estados Unidos, desde Nueva York hasta los Ángeles, para ayudar con las entregas de correo.

La periodista alemana Anke-Eve Goldman recorrió Europa en una BMW R69 para narrar en sus crónicas los paisajes; llegó, incluso, a ser la ganadora del primer certamen internacional para mujeres, en 1961.

Los apellidos Van Buren y Goldman quizá sean los pioneros de la plataforma que permitió a las mujeres abrir camino en una rama que se pensaba destinada a los hombres: el motociclismo.

A más de un siglo de esas incursiones, los escenarios culturales apenas registran cambios incipientes, en un ámbito dominado aún por un pseudomachismo competitivo que limita la participación de ellas a acompañantes del piloto y a ser mal llamadas “mochila” o “paquete”.

En el ámbito del motociclismo, principalmente en el de transporte o en el recreativo, el sexo femenino representa solo el 35% de los pilotos, de acuerdo al Pew Reasearch Center. En México, según el Salón Internacional de la Motocicleta, 2 de cada 10 motociclistas son mujeres, unas 715 en todo el país.

Las primeras rodadas femeninas, organizadas en clubs en nuestro país, datan del 2005, al concretarse la asociación del Moto club Orquídeas de Acero. En forma autónoma y con vestimenta femenil con protección, comenzaron a circular por las principales avenidas de la Ciudad de México con visitas principalmente a Cuernavaca.

El trágico accidente del pasado 15 de agosto, a la altura de Tres Marías, que dejó seis motociclistas muertos —entre las víctimas dos mujeres que viajaban como acompañantes y con nula protección salvo casco— puso de nuevo en evidencia una cultura que relega al sexo femenino y las pone en situación de vulnerabilidad ante los percances.

Es cierto que son más los hombres que se accidentan, en una proporción de 7 a 3, pero también lo es que en más de la mitad de los casos de siniestros son ellas quienes padecen las peores consecuencias.

La industria de la motocicleta está pensada en satisfacer las necesidades de seguridad de los varones, con vestimenta pensada para ellos principalmente.

La apertura del motociclismo es una realidad para las mujeres, pero todavía bajo las reglas tradicionales de los hombres. Incluso, en los clubes, solo ellos ocupaban, hasta hace unos años, los mandos directivos.

Desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México promovemos una equidad de género basada no solo en una participación proporcional e igualitaria, sino en igualdad de condiciones, en el caso de motociclistas, similitud en implementos de seguridad y una conceptualización alejada de machismos.

Grecia, una joven que fundó su propio motoclub en Cuernavaca, entrevistada por este diario, definió la forma como son vistas: “Esos términos (‘mochilas’) son muy machistas y lo usan como un término despectivo porque para ellos es solamente como la acompañante”.

La tragedia debe ser el punto de partida para un cambio sustancial, para sacar del asiento trasero a las mujeres y ponerlas al frente del volante, con todas las medidas a su favor.


@guerrerochipres

Las hermanas Augusta y Adelin Van Buren, en la primera década del siglo pasado, cruzaron en motocicleta los Estados Unidos, desde Nueva York hasta los Ángeles, para ayudar con las entregas de correo.

La periodista alemana Anke-Eve Goldman recorrió Europa en una BMW R69 para narrar en sus crónicas los paisajes; llegó, incluso, a ser la ganadora del primer certamen internacional para mujeres, en 1961.

Los apellidos Van Buren y Goldman quizá sean los pioneros de la plataforma que permitió a las mujeres abrir camino en una rama que se pensaba destinada a los hombres: el motociclismo.

A más de un siglo de esas incursiones, los escenarios culturales apenas registran cambios incipientes, en un ámbito dominado aún por un pseudomachismo competitivo que limita la participación de ellas a acompañantes del piloto y a ser mal llamadas “mochila” o “paquete”.

En el ámbito del motociclismo, principalmente en el de transporte o en el recreativo, el sexo femenino representa solo el 35% de los pilotos, de acuerdo al Pew Reasearch Center. En México, según el Salón Internacional de la Motocicleta, 2 de cada 10 motociclistas son mujeres, unas 715 en todo el país.

Las primeras rodadas femeninas, organizadas en clubs en nuestro país, datan del 2005, al concretarse la asociación del Moto club Orquídeas de Acero. En forma autónoma y con vestimenta femenil con protección, comenzaron a circular por las principales avenidas de la Ciudad de México con visitas principalmente a Cuernavaca.

El trágico accidente del pasado 15 de agosto, a la altura de Tres Marías, que dejó seis motociclistas muertos —entre las víctimas dos mujeres que viajaban como acompañantes y con nula protección salvo casco— puso de nuevo en evidencia una cultura que relega al sexo femenino y las pone en situación de vulnerabilidad ante los percances.

Es cierto que son más los hombres que se accidentan, en una proporción de 7 a 3, pero también lo es que en más de la mitad de los casos de siniestros son ellas quienes padecen las peores consecuencias.

La industria de la motocicleta está pensada en satisfacer las necesidades de seguridad de los varones, con vestimenta pensada para ellos principalmente.

La apertura del motociclismo es una realidad para las mujeres, pero todavía bajo las reglas tradicionales de los hombres. Incluso, en los clubes, solo ellos ocupaban, hasta hace unos años, los mandos directivos.

Desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México promovemos una equidad de género basada no solo en una participación proporcional e igualitaria, sino en igualdad de condiciones, en el caso de motociclistas, similitud en implementos de seguridad y una conceptualización alejada de machismos.

Grecia, una joven que fundó su propio motoclub en Cuernavaca, entrevistada por este diario, definió la forma como son vistas: “Esos términos (‘mochilas’) son muy machistas y lo usan como un término despectivo porque para ellos es solamente como la acompañante”.

La tragedia debe ser el punto de partida para un cambio sustancial, para sacar del asiento trasero a las mujeres y ponerlas al frente del volante, con todas las medidas a su favor.


@guerrerochipres