/ martes 6 de julio de 2021

Morrison enciende el fuego a 50 años de su partida

Hace tan sólo unos días, para ser más exacta, el 3 de julio se cumplieron 50 años de la muerte de Jim Morrison. Desde luego Evelia Domínguez no podía dejar que la fecha pasará imperceptible, y es por ello que este texto lo dedico a los amantes de la música que produjo Morrison con The Doors en los 60´s. En especial, me considero una gran seguidora de las letras que escribió Jim no sólo para la agrupación, sino también porque era un gran poeta.

El “rey lagarto” traía el arte insertado en cada célula del cuerpo y en toda la piel. Tal vez por eso plasmó tantos pensamientos y emociones -que para algunos son incompresibles- un sinnúmero de versos como en “Las nuevas criaturas” o “Los señores”.

Sin duda “Una plegaria americana y otros poemas” es de las obras más significativas del también escritor. La publicación es una llamarada de Blake, Nietzsche y Rimbaud. En ella habla su yo filosófico y místico. Profundiza sobre el amor, el sexo, el deseo, la muerte, la hipocresía pero desde un ángulo áspero.

“Esto aún no se ha acabado”, dijo el poeta blasfemo del rock and roll… y sí.

El chamán llegó puntual a la cita que tiene cada año en el cementerio del Père-Lachaise, en París, con sus seguidores. Empero, esta fue toda una ocasión peculiar para sus discípulos, porque se cumplieron 50 años del deceso del poeta del rock and roll, del gran Morrison que era inocente y blasfemo a la vez. Audaz y sumamente inteligente.

Él, el artista, el cantante de la agrupación más icónica de los 60´s. Un ser auténtico y con un sello real. Los ojos que lo vieron arriba del escenario quedaron petrificados mientras cantaba, pronunciaba injurias y bailaba invitando a los demás a entrar a un ritual del que ningún espectador se podía resistir.

Morrison tenía esa combinación tan exacta y electrizante que me atrevo a afirmar que ningún otro artista la ha podido alcanzar tanto como Jim. Mucho de ello tuvo que ver con la cantidad de drogas psicodélicas que consumía.

A pesar de que lo relató en una de sus melodías, el artista nacido en Melbourne, Estados Unidos; “When you´re strange no one remembers your name” (“cuando eres extraño nadie recuerda tu nombre”), la gloria alcanzada por James Douglas Morrison, jamás podrá ser borrada de la historia universal de la música. El líder de la agrupación sesentera más emblemática del rock and roll dejó un importante legado para las bandas sucesivas.

Iggy Pop, Nick Cave, quien incluso tituló a uno de sus discos debut “The Birthday party, door, door”; Julian Casablancas y hasta The Cure son sólo algunos de los grupos que recibieron influencia de la banda cimentada en Los Angeles.

The Doors resplandeció en la escena musical al lado de Jefferson Airplane, Pink Floyd, The Beatles y Grateful Dead.

Eran los sesentas, época en la que ocurrían diversos acontecimientos políticos. Vietnam del Sur dependía de la ayuda económica y militar de Estados Unidos, mientras que Vietnam del Norte recibía ayuda de la Unión Soviética y China. Más de 2,5 millones de estadounidenses sirvieron en Vietnam; 536.000 en 1968, el año de niveles máximos. En 1973, cuando Estados Unidos se retiró, las fuerzas de Vietnam del Sur eran alrededor de 700.000 mientras que las fuerzas de Vietnam del Norte sumaban cerca de 1 millón.

La rivalidad entre Vietnam del Sur y Estados Unidos dejó más de 58 mil estadounidenses y al menos 1,1 millón de vietnamitas murieron.

Estos hechos bélicos inspiraron a Morrison a escribir “The unknown soldier” (El soldado desconocido), una letra de la que parecía sentirse orgulloso. Aunque más bien era un alegato antibelicista, y un tanto el espíritu de rebeldía del Rey Lagarto tras la ruptura con su padre, militar de alto rango, por no enrolarse en el ejército (incluso se libraría del servicio militar por ser considerado no apto físicamente).

Lo cierto es que la canción se convirtió en un himno para los soldados que fueron enviados a combatir en Vietnam.

Los excesos, el caos, el desorden e inestabilidad emocional en la que se desenvolvía su alocada vida, llevaron a Jim Morrison a perderse en un abismo del que ya no despertó a la edad de 27 años. Su cuerpo quedó inerte en una bañera, dejando sospechas de su misteriosa e inesperada despedida, pues suponen que pudo haber muerto de una sobredosis de heroína, pero como no se realizó autopsia, existe la duda sobre la causa exacta de su fallecimiento.

Hoy segura estoy, que miles de seguidores visitaron el cementerio del Père-Lachaise. La tumba donde yacen sus restos. Y donde cada año nos espera Jim Morrison el sexy, escandaloso y misterioso “Rey lagarto” enfundado en sus pantalones de cuero.

Poder

Puedo hacer que la tierra se pare

en seco. Hice

desaparecer los coches azules.

Me puedo hacer invisible o pequeño.

Puedo convertirme en gigante y alcanzar las

cosas más lejanas. Puedo cambiar

el curso de la naturaleza.

Puedo situarme en cualquier lugar

del espacio o el tiempo.

Puedo invocar a los muertos.

Puedo percibir sucesos de otros mundos,

en lo más profundo de mi mente

y en la mente de los demás.

Yo puedo.

Yo soy.

Por Jim Morrison

Hace tan sólo unos días, para ser más exacta, el 3 de julio se cumplieron 50 años de la muerte de Jim Morrison. Desde luego Evelia Domínguez no podía dejar que la fecha pasará imperceptible, y es por ello que este texto lo dedico a los amantes de la música que produjo Morrison con The Doors en los 60´s. En especial, me considero una gran seguidora de las letras que escribió Jim no sólo para la agrupación, sino también porque era un gran poeta.

El “rey lagarto” traía el arte insertado en cada célula del cuerpo y en toda la piel. Tal vez por eso plasmó tantos pensamientos y emociones -que para algunos son incompresibles- un sinnúmero de versos como en “Las nuevas criaturas” o “Los señores”.

Sin duda “Una plegaria americana y otros poemas” es de las obras más significativas del también escritor. La publicación es una llamarada de Blake, Nietzsche y Rimbaud. En ella habla su yo filosófico y místico. Profundiza sobre el amor, el sexo, el deseo, la muerte, la hipocresía pero desde un ángulo áspero.

“Esto aún no se ha acabado”, dijo el poeta blasfemo del rock and roll… y sí.

El chamán llegó puntual a la cita que tiene cada año en el cementerio del Père-Lachaise, en París, con sus seguidores. Empero, esta fue toda una ocasión peculiar para sus discípulos, porque se cumplieron 50 años del deceso del poeta del rock and roll, del gran Morrison que era inocente y blasfemo a la vez. Audaz y sumamente inteligente.

Él, el artista, el cantante de la agrupación más icónica de los 60´s. Un ser auténtico y con un sello real. Los ojos que lo vieron arriba del escenario quedaron petrificados mientras cantaba, pronunciaba injurias y bailaba invitando a los demás a entrar a un ritual del que ningún espectador se podía resistir.

Morrison tenía esa combinación tan exacta y electrizante que me atrevo a afirmar que ningún otro artista la ha podido alcanzar tanto como Jim. Mucho de ello tuvo que ver con la cantidad de drogas psicodélicas que consumía.

A pesar de que lo relató en una de sus melodías, el artista nacido en Melbourne, Estados Unidos; “When you´re strange no one remembers your name” (“cuando eres extraño nadie recuerda tu nombre”), la gloria alcanzada por James Douglas Morrison, jamás podrá ser borrada de la historia universal de la música. El líder de la agrupación sesentera más emblemática del rock and roll dejó un importante legado para las bandas sucesivas.

Iggy Pop, Nick Cave, quien incluso tituló a uno de sus discos debut “The Birthday party, door, door”; Julian Casablancas y hasta The Cure son sólo algunos de los grupos que recibieron influencia de la banda cimentada en Los Angeles.

The Doors resplandeció en la escena musical al lado de Jefferson Airplane, Pink Floyd, The Beatles y Grateful Dead.

Eran los sesentas, época en la que ocurrían diversos acontecimientos políticos. Vietnam del Sur dependía de la ayuda económica y militar de Estados Unidos, mientras que Vietnam del Norte recibía ayuda de la Unión Soviética y China. Más de 2,5 millones de estadounidenses sirvieron en Vietnam; 536.000 en 1968, el año de niveles máximos. En 1973, cuando Estados Unidos se retiró, las fuerzas de Vietnam del Sur eran alrededor de 700.000 mientras que las fuerzas de Vietnam del Norte sumaban cerca de 1 millón.

La rivalidad entre Vietnam del Sur y Estados Unidos dejó más de 58 mil estadounidenses y al menos 1,1 millón de vietnamitas murieron.

Estos hechos bélicos inspiraron a Morrison a escribir “The unknown soldier” (El soldado desconocido), una letra de la que parecía sentirse orgulloso. Aunque más bien era un alegato antibelicista, y un tanto el espíritu de rebeldía del Rey Lagarto tras la ruptura con su padre, militar de alto rango, por no enrolarse en el ejército (incluso se libraría del servicio militar por ser considerado no apto físicamente).

Lo cierto es que la canción se convirtió en un himno para los soldados que fueron enviados a combatir en Vietnam.

Los excesos, el caos, el desorden e inestabilidad emocional en la que se desenvolvía su alocada vida, llevaron a Jim Morrison a perderse en un abismo del que ya no despertó a la edad de 27 años. Su cuerpo quedó inerte en una bañera, dejando sospechas de su misteriosa e inesperada despedida, pues suponen que pudo haber muerto de una sobredosis de heroína, pero como no se realizó autopsia, existe la duda sobre la causa exacta de su fallecimiento.

Hoy segura estoy, que miles de seguidores visitaron el cementerio del Père-Lachaise. La tumba donde yacen sus restos. Y donde cada año nos espera Jim Morrison el sexy, escandaloso y misterioso “Rey lagarto” enfundado en sus pantalones de cuero.

Poder

Puedo hacer que la tierra se pare

en seco. Hice

desaparecer los coches azules.

Me puedo hacer invisible o pequeño.

Puedo convertirme en gigante y alcanzar las

cosas más lejanas. Puedo cambiar

el curso de la naturaleza.

Puedo situarme en cualquier lugar

del espacio o el tiempo.

Puedo invocar a los muertos.

Puedo percibir sucesos de otros mundos,

en lo más profundo de mi mente

y en la mente de los demás.

Yo puedo.

Yo soy.

Por Jim Morrison