/ martes 20 de abril de 2021

Morelos aún arde...

Será o no el mismo incendio, pero para efectos prácticos, los bosques de Tepoztlán llevan un mes bajo fuego. El fuego más importante fue el de Malinalapa, que consumió más de 300 hectáreas de bosques en los cinco días que duró sin mayor control. Apenas se apagó ese fuego y las autoridades tuvieron que reconocer la existencia de otro, que tuvo origen este lunes, en el paraje de Villa Santiago, que se ubica a varios kilómetros del incendio anterior pero que ambientalistas han relacionado entre sí y con los previos al gran fuego que recuperó la atención pública al problema de los incendios forestales en Morelos.

Del primero de enero al 3 de abril pasado, en el país se habían registrado 54 incendios forestales; de ellos, Morelos contribuyó con más del 10%, con dos en Huitzilac, uno en Tlalnepantla y Puente de Ixtla, y otro entre Cuernavaca y Tepoztlán. A esos seis tendrían que sumarse los cinco que actualmente se combaten y que se ubican, uno en Huitzilac; otro en el Cerro del Jumil (entre Temixco y Miacatlán); uno más en Achichipilco, Yecapixtla; el de Mechonche, en Xochitepec; y el de Villa Santiago.

Con ello, se estima que la superficie que se ha siniestrado sólo en el inicio del período en que más incendios forestales se presentan en el estado, supera ya las 800 hectáreas de bosque, cerca de las mil 100 que se perdieron hace dos años, uno de los más agresivos contra la foresta.

Para los grupos ambientalistas hace falta mayor coordinación entre las autoridades municipales, estatales y federales para la prevención y el combate de los incendios, pero no es el único problema. Ya desde 2019 se había advertido que los recortes presupuestales a la Comisión Nacional Forestal, podrían incidir en un mayor número de fuegos y un aumento considerable en las hectáreas siniestradas. En el 2020, días antes de que la pandemia nos hiciera dejar de pensar en casi cualquier otra cosa, Greenpeace México, y otras organizaciones no gubernamentales, demandaron aumentar los recursos destinados al cuidado de los bosques. En un comunicado en que pedían además “fortalecer de manera urgente las capacidades institucionales para atender integralmente la problemática de incendios forestales y agrícolas. Restituir al menos 500 millones de pesos a SEMARNAT en el presupuesto para el Programa de Empleo Temporal (aprox. el promedio del monto ejercido en los últimos 5 años), invirtiendo de manera oportuna y con reglas de operación claras que privilegien las acciones de prevención. Aumentar el presupuesto a CONABIO, el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) y el Fondo para la Prevención de Desastres Naturales (FOPREDEN), así como aumentar presupuesto destinado a la adaptación y mitigación al cambio climático”. Además, de exigir la aplicación de la ley para castigar el uso de fuego para forzar el cambio de uso de suelo forestal, y decretar los lugares quemados ilegalmente como sitios de restauración ambiental, entre otras demandas urgentes.

Ninguna de esas demandas se cumplió, en cambio, en el caso de Morelos, la colaboración entre los niveles de gobierno se fue erosionando aún más, y el riesgo de fuego aumentó. El aumento de los incendios forestales era previsible y nadie quiso verlo.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.m

Será o no el mismo incendio, pero para efectos prácticos, los bosques de Tepoztlán llevan un mes bajo fuego. El fuego más importante fue el de Malinalapa, que consumió más de 300 hectáreas de bosques en los cinco días que duró sin mayor control. Apenas se apagó ese fuego y las autoridades tuvieron que reconocer la existencia de otro, que tuvo origen este lunes, en el paraje de Villa Santiago, que se ubica a varios kilómetros del incendio anterior pero que ambientalistas han relacionado entre sí y con los previos al gran fuego que recuperó la atención pública al problema de los incendios forestales en Morelos.

Del primero de enero al 3 de abril pasado, en el país se habían registrado 54 incendios forestales; de ellos, Morelos contribuyó con más del 10%, con dos en Huitzilac, uno en Tlalnepantla y Puente de Ixtla, y otro entre Cuernavaca y Tepoztlán. A esos seis tendrían que sumarse los cinco que actualmente se combaten y que se ubican, uno en Huitzilac; otro en el Cerro del Jumil (entre Temixco y Miacatlán); uno más en Achichipilco, Yecapixtla; el de Mechonche, en Xochitepec; y el de Villa Santiago.

Con ello, se estima que la superficie que se ha siniestrado sólo en el inicio del período en que más incendios forestales se presentan en el estado, supera ya las 800 hectáreas de bosque, cerca de las mil 100 que se perdieron hace dos años, uno de los más agresivos contra la foresta.

Para los grupos ambientalistas hace falta mayor coordinación entre las autoridades municipales, estatales y federales para la prevención y el combate de los incendios, pero no es el único problema. Ya desde 2019 se había advertido que los recortes presupuestales a la Comisión Nacional Forestal, podrían incidir en un mayor número de fuegos y un aumento considerable en las hectáreas siniestradas. En el 2020, días antes de que la pandemia nos hiciera dejar de pensar en casi cualquier otra cosa, Greenpeace México, y otras organizaciones no gubernamentales, demandaron aumentar los recursos destinados al cuidado de los bosques. En un comunicado en que pedían además “fortalecer de manera urgente las capacidades institucionales para atender integralmente la problemática de incendios forestales y agrícolas. Restituir al menos 500 millones de pesos a SEMARNAT en el presupuesto para el Programa de Empleo Temporal (aprox. el promedio del monto ejercido en los últimos 5 años), invirtiendo de manera oportuna y con reglas de operación claras que privilegien las acciones de prevención. Aumentar el presupuesto a CONABIO, el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) y el Fondo para la Prevención de Desastres Naturales (FOPREDEN), así como aumentar presupuesto destinado a la adaptación y mitigación al cambio climático”. Además, de exigir la aplicación de la ley para castigar el uso de fuego para forzar el cambio de uso de suelo forestal, y decretar los lugares quemados ilegalmente como sitios de restauración ambiental, entre otras demandas urgentes.

Ninguna de esas demandas se cumplió, en cambio, en el caso de Morelos, la colaboración entre los niveles de gobierno se fue erosionando aún más, y el riesgo de fuego aumentó. El aumento de los incendios forestales era previsible y nadie quiso verlo.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.m