/ miércoles 17 de agosto de 2022

Libertad religiosa bajo asedio

Nuestro país tiene histórica y dramática experiencia de lucha por la libertad religiosa, su episodio más representativo fue la guerra cristera o cristiada. Fueron años de enfrentamiento violento del gobierno con los feligreses católicos mexicanos y algunos prelados católicos. Las relaciones iglesia-estado han sido uno de los temas presentes desde la aparición del hombre: su natural deseo de trascendencia y la necesaria convivencia humana se conflictúan. Una relación tejida de innumerables experiencias de toda índole: cercanía, distancia, indiferencia, rechazo, mediatización, en fin, un sin número de formas vividas en el transcurso de los siglos.

Particularmente en la edad moderna se volvieron más complicadas y adquirieron, en nuestro país, el rostro de la dicotomía: clericalismo y anticlericalismo, un reduccionismo que ha servido para simplificar una compleja relación, pero también para continuar en el camino de la división y el conflicto, incluida la guerra. Con el paso del tiempo ha quedado claro que, tanto los totalitarismos como las dictaduras, tienden a conculcar las libertades humanas en razón de la conservación del poder, tal es el caso de la libertad religiosa. Actualmente ya no se busca disfrazar la cancelación de esta libertad con floridos discursos, simplemente se usa la fuerza y se somete a los miembros de una fe religiosa.

Todo ello a colación de lo que hoy sucede en Nicaragua donde la iglesia católica es perseguida en las personas de su obispo y sacerdotes, sus iglesias y feligresía en distintos medios.

Verá usted, luego de las elecciones en Nicaragua en noviembre de 2021, el gobierno de Daniel Ortega ordenó la disolución de 100 ONG, la expulsión de las misioneras de la caridad y el cierre de varios medios de comunicación católicos. Al comenzar agosto el Obispo de Matagalpa, 5 sacerdotes, 2 seminaristas y 3 laicos permanecen en arresto domiciliario en la sede del obispado. Acciones de este tipo son propias de regímenes que menosprecian las libertades y conculcan los derechos, y por tanto hay que condenarlas. Estaremos atentos lo que suceda.


Nuestro país tiene histórica y dramática experiencia de lucha por la libertad religiosa, su episodio más representativo fue la guerra cristera o cristiada. Fueron años de enfrentamiento violento del gobierno con los feligreses católicos mexicanos y algunos prelados católicos. Las relaciones iglesia-estado han sido uno de los temas presentes desde la aparición del hombre: su natural deseo de trascendencia y la necesaria convivencia humana se conflictúan. Una relación tejida de innumerables experiencias de toda índole: cercanía, distancia, indiferencia, rechazo, mediatización, en fin, un sin número de formas vividas en el transcurso de los siglos.

Particularmente en la edad moderna se volvieron más complicadas y adquirieron, en nuestro país, el rostro de la dicotomía: clericalismo y anticlericalismo, un reduccionismo que ha servido para simplificar una compleja relación, pero también para continuar en el camino de la división y el conflicto, incluida la guerra. Con el paso del tiempo ha quedado claro que, tanto los totalitarismos como las dictaduras, tienden a conculcar las libertades humanas en razón de la conservación del poder, tal es el caso de la libertad religiosa. Actualmente ya no se busca disfrazar la cancelación de esta libertad con floridos discursos, simplemente se usa la fuerza y se somete a los miembros de una fe religiosa.

Todo ello a colación de lo que hoy sucede en Nicaragua donde la iglesia católica es perseguida en las personas de su obispo y sacerdotes, sus iglesias y feligresía en distintos medios.

Verá usted, luego de las elecciones en Nicaragua en noviembre de 2021, el gobierno de Daniel Ortega ordenó la disolución de 100 ONG, la expulsión de las misioneras de la caridad y el cierre de varios medios de comunicación católicos. Al comenzar agosto el Obispo de Matagalpa, 5 sacerdotes, 2 seminaristas y 3 laicos permanecen en arresto domiciliario en la sede del obispado. Acciones de este tipo son propias de regímenes que menosprecian las libertades y conculcan los derechos, y por tanto hay que condenarlas. Estaremos atentos lo que suceda.