/ lunes 7 de marzo de 2022

Mazón, un grande entre grandes

Morelos ha sido y es cuna por nacimiento o por adopción de grandes personajes. “A Cuernavaca voy…a Cuernavaca”, dice un verso de don Alfonso Reyes, el gran escritor mexicano nominado cinco veces al Premio Nobel de Literatura, que en varios de sus textos profesaba su enorme amor por la ciudad capital de Morelos. Tanto que escribió una hermosa obra: “Homero en Cuernavaca”.

Y así como hay lugares que hacen brotar la inspiración por diversos motivos, en Morelos, su maravilloso clima y su historia a lo largo de los siglos, han logrado que varios grandes personajes de todo orden, al llegar a vivir a este estado, sientan fluir su imaginación y creatividad o simplemente llegan como un remanso antes de partir de este mundo. Una de ellos fue la gran cantante Chavela Vargas a la que sigue inmortalizando con sus canciones en sus películas, Pedro Almodovar, el gran director de cine español. Chavela vivió y amó Tepoztlán, donde compuso su canción “María Tepozteca”.

Otro es el escritor José Agustín que residió feliz 30 años en Cuautla trayendo consigo su literatura “de onda”. Otro más, Eduardo del Río “Rius” quién vivió en Cuernavaca y Tepoztlán lugar donde se inspiraba por su misticismo y magia. Asimismo en Tepoztlán, el director de cine Carlos Reygadas que en 2012 recibió en Cannes el galardón como mejor director por su película “Post Tenebras Lux”, filmada en los bosques de Morelos y que en Tepoztlán fundó un destacado estudio de producción y diseño sonoro llamado “Splendor Omnia Postproducción Studios” y Helena Paz Garro, la última de la dinastía Paz, quien vivió aqu, en Cuernavaca sus últimos años, por primera vez en su vida, escribiendo en paz.

Y del pasado, tenemos a un magnífico narrador del siglo XIX, Ignacio Manuel Altamirano, quien desde Yautepec sacaba su lado más poético cuando se refería a las aguas del rio Cuautla sobre todo durante la pérdida de uno de sus amores y es justo recordar que frente a las aguas del río, se le oyó decir: “Sin ella, ¿qué vale, qué ofreces oh río?”. Y dejamos para otra ocasión el seguir mencionándoles a grandes personajes porque ahora me referiré a uno más, este sí, oriundo de Cuernavaca, Rafael Mazón, que aunado a su vocación de artista plástico, fue cofundador y maestro durante más de 30 años del Instituto Regional de Bellas Artes, (IRBAC) y por lo tanto de varias generaciones de noveles estudiantes de pintura, hoy ya, varios reconocidos también.

Pues bien, para conmemorar su primer aniversario luctuoso, -nació en 1939-, se presentan en el Centro Cultural Jardín Borda 102 muestras de su arte entre pintura, escultura, dibujos y obra gráfica. Siempre presto a soltar la carcajada a la menor provocación, sin embargo su mirada honda y profunda parecía taladrar a su interlocutor. Tuve la enorme fortuna de entrevistarlo y admirar en su estudio su enorme capacidad como artista y extraordinario dibujante. Manejaba los colores como si hubiera nacido con ellos. No en balde a su exposición, el grurpo de museógrafos del Borda, la tituló “El fulgor de los colores”. María Helena González, directora general de Museos y Exposiciones de la Sria. de Turismo estatal, me explicó que eligieron ese nombre porque los miembros de la curaduría del Borda, entendieron que más allá de la predilección del artista por los colores y sus matices, su obra comprende belleza, estilo, claridad y maestría en el dibujo.

En esta muestra participa también su esposa Paula Lazos que también fue una gran pintora, con varias de sus obra que habla de un diálogo entre ellos y Tláloc, el hijo de ambos quien acompañó paso a paso a los curadores de la exposición de sus padres y participó con ellos con obras de su autoría, narra que en una ocasión, entre Jorge Cásares Campos del que después hablaré y el Maestro Mazón le organizaron un homenaje al gran oaxaqueño Tamayo en el Salón de la Plástica Morelense. Fueron 44 dibujos. Tamayo quedó fascinado con ambos pintores y durante la primera exposición de Mazón en la CDMX, Tamayo resaltó su trazo firme y gran colorido.

Va este homenaje a un morelense de pura cepa que además recibió reconocimientos dentro y fuera por la mímesis (concepto estético aristotélico) de su obra. Cuando acudí a su casa a entrevistarlo, me dio como referencia, “vivo cerca del cielo”, ya con otros datos, el nombre de su calle era Gloria, llegué y efectivamente al entrar a su estudio y admirar sus pinturas frutales y florales, sus cuadros de lánguidos y blancos floripondios, sus rojas sandías con sonrisas sin fin, me sentí cerca del cielo. Y hasta el próximo lunes pues.


Morelos ha sido y es cuna por nacimiento o por adopción de grandes personajes. “A Cuernavaca voy…a Cuernavaca”, dice un verso de don Alfonso Reyes, el gran escritor mexicano nominado cinco veces al Premio Nobel de Literatura, que en varios de sus textos profesaba su enorme amor por la ciudad capital de Morelos. Tanto que escribió una hermosa obra: “Homero en Cuernavaca”.

Y así como hay lugares que hacen brotar la inspiración por diversos motivos, en Morelos, su maravilloso clima y su historia a lo largo de los siglos, han logrado que varios grandes personajes de todo orden, al llegar a vivir a este estado, sientan fluir su imaginación y creatividad o simplemente llegan como un remanso antes de partir de este mundo. Una de ellos fue la gran cantante Chavela Vargas a la que sigue inmortalizando con sus canciones en sus películas, Pedro Almodovar, el gran director de cine español. Chavela vivió y amó Tepoztlán, donde compuso su canción “María Tepozteca”.

Otro es el escritor José Agustín que residió feliz 30 años en Cuautla trayendo consigo su literatura “de onda”. Otro más, Eduardo del Río “Rius” quién vivió en Cuernavaca y Tepoztlán lugar donde se inspiraba por su misticismo y magia. Asimismo en Tepoztlán, el director de cine Carlos Reygadas que en 2012 recibió en Cannes el galardón como mejor director por su película “Post Tenebras Lux”, filmada en los bosques de Morelos y que en Tepoztlán fundó un destacado estudio de producción y diseño sonoro llamado “Splendor Omnia Postproducción Studios” y Helena Paz Garro, la última de la dinastía Paz, quien vivió aqu, en Cuernavaca sus últimos años, por primera vez en su vida, escribiendo en paz.

Y del pasado, tenemos a un magnífico narrador del siglo XIX, Ignacio Manuel Altamirano, quien desde Yautepec sacaba su lado más poético cuando se refería a las aguas del rio Cuautla sobre todo durante la pérdida de uno de sus amores y es justo recordar que frente a las aguas del río, se le oyó decir: “Sin ella, ¿qué vale, qué ofreces oh río?”. Y dejamos para otra ocasión el seguir mencionándoles a grandes personajes porque ahora me referiré a uno más, este sí, oriundo de Cuernavaca, Rafael Mazón, que aunado a su vocación de artista plástico, fue cofundador y maestro durante más de 30 años del Instituto Regional de Bellas Artes, (IRBAC) y por lo tanto de varias generaciones de noveles estudiantes de pintura, hoy ya, varios reconocidos también.

Pues bien, para conmemorar su primer aniversario luctuoso, -nació en 1939-, se presentan en el Centro Cultural Jardín Borda 102 muestras de su arte entre pintura, escultura, dibujos y obra gráfica. Siempre presto a soltar la carcajada a la menor provocación, sin embargo su mirada honda y profunda parecía taladrar a su interlocutor. Tuve la enorme fortuna de entrevistarlo y admirar en su estudio su enorme capacidad como artista y extraordinario dibujante. Manejaba los colores como si hubiera nacido con ellos. No en balde a su exposición, el grurpo de museógrafos del Borda, la tituló “El fulgor de los colores”. María Helena González, directora general de Museos y Exposiciones de la Sria. de Turismo estatal, me explicó que eligieron ese nombre porque los miembros de la curaduría del Borda, entendieron que más allá de la predilección del artista por los colores y sus matices, su obra comprende belleza, estilo, claridad y maestría en el dibujo.

En esta muestra participa también su esposa Paula Lazos que también fue una gran pintora, con varias de sus obra que habla de un diálogo entre ellos y Tláloc, el hijo de ambos quien acompañó paso a paso a los curadores de la exposición de sus padres y participó con ellos con obras de su autoría, narra que en una ocasión, entre Jorge Cásares Campos del que después hablaré y el Maestro Mazón le organizaron un homenaje al gran oaxaqueño Tamayo en el Salón de la Plástica Morelense. Fueron 44 dibujos. Tamayo quedó fascinado con ambos pintores y durante la primera exposición de Mazón en la CDMX, Tamayo resaltó su trazo firme y gran colorido.

Va este homenaje a un morelense de pura cepa que además recibió reconocimientos dentro y fuera por la mímesis (concepto estético aristotélico) de su obra. Cuando acudí a su casa a entrevistarlo, me dio como referencia, “vivo cerca del cielo”, ya con otros datos, el nombre de su calle era Gloria, llegué y efectivamente al entrar a su estudio y admirar sus pinturas frutales y florales, sus cuadros de lánguidos y blancos floripondios, sus rojas sandías con sonrisas sin fin, me sentí cerca del cielo. Y hasta el próximo lunes pues.