/ lunes 14 de mayo de 2018

Maestros y política…

A lo mejor si los maestros de México fueran mejores, algunas dirigencias partidistas no tendrían tanto problema para leer y entender los reglamentos y hasta los calendarios. Porque basta ver el comportamiento de algunas dirigencias partidistas, candidatos y adláteres, para entender la necesidad de mantener y reforzar la reforma educativa, que sí es educativa –y también administrativa. Imagine el lector que los habilidosos políticos son incapaces de leer plazos, normas y hasta procedimientos y eso explica que, en un golpe de autoritarismo, haya dos candidatos de Juntos Haremos Historia a la alcaldía de Cuernavaca, uno reconocido por la autoridad electoral (la que al final cuenta), y otro por las dirigencias de los tres partidos que conforman el muégano electoral que busca llevar a Gilberto Alcalá Pineda en vez de a José Luis Gómez Borbolla como su abanderado por la alcaldía que dejó Cuauhtémoc Blanco quien se apresura a decir “Cuernavaca es nuestra y no podemos perderla”, como si hablara de su tazón favorito.

Otra muestra de la urgencia de la reforma educativa es la escasa civilidad con que se gestan las luchas políticas en todos los frentes, y la capacidad con que los equipos de campaña violentan las más elementales normas de civilidad, abonando al intercambio de vituperios, acusaciones falaces y otras lindezas que son comunes en las campañas, y que ha sido transferidas a ciudadanos que, sabedores de que los candidatos difícilmente les resolverán sus problemas, buscan ahora uno que los friegue menos, lo que evidencia una escasísima formación cívica y una atrofia ética digna de miedo.

Evidencia también de la necesidad de cambios en la educación es la incapacidad manifiesta de la mayor parte de la población para hacerse de información por fuentes fidedignas, el imperio del rumor, de la desconfianza, de exigencia sin verdad ni información, o sea del reclamo vacuo, inoperante; la república del pesimismo sobre lo ajeno y el estúpido optimismo sobre lo propio. La urgencia de que otros sientan por nosotros, experimenten por nosotros, piensen por nosotros.

También la indolencia con que se asume el vivir en comunidad y la incapacidad para tejer lazos colaborativos, para el trabajo en equipo, para el uso efectivamente revolucionario de las tecnologías, para el pensamiento divergente; esas también son evidencias de lo urgentes que son los cambios en la educación.

Pero hoy, Día del Maestro, muchos docentes están divididos en tareas partidistas mayormente porque si bien se ha roto el corporativismo monolítico, se han establecido espacios de interés para sus fracciones gremiales, algunos hasta transformarán sus actos de festejo de hoy en mítines políticos a favor de alguno de sus candidatos, particularmente esos que buscan la reversa a la reforma educativa que, hemos demostrado, tanta falta nos ha hecho.

Por lo pronto, a esos maestros que valen la pena, que son muchos aunque no todos, nuestro más sincero reconocimiento por el Día del Maestro. Ojalá que los políticos dejen de verlos como moneda de uso y los reconozcan ya como un instrumento de cambio, para lo que es necesaria la valoración de cada uno. Por lo pronto, como es tradición en tiempo de campañas, asistan a las invitaciones que les lleguen, las merecen aunque vengan de cuates que ni por asomo pusieron atención en clases.

Ítem aparte, lo que ocurre con Juntos Haremos Historia en Cuernavaca es la muestra de lo valiosa que se puede volver una renuncia para quien la presenta. Gómez Borbolla puede lograr grandes dividendos si renuncia, pero es probable que haya quienes le paguen mucho más porque se mantenga hasta el final.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

A lo mejor si los maestros de México fueran mejores, algunas dirigencias partidistas no tendrían tanto problema para leer y entender los reglamentos y hasta los calendarios. Porque basta ver el comportamiento de algunas dirigencias partidistas, candidatos y adláteres, para entender la necesidad de mantener y reforzar la reforma educativa, que sí es educativa –y también administrativa. Imagine el lector que los habilidosos políticos son incapaces de leer plazos, normas y hasta procedimientos y eso explica que, en un golpe de autoritarismo, haya dos candidatos de Juntos Haremos Historia a la alcaldía de Cuernavaca, uno reconocido por la autoridad electoral (la que al final cuenta), y otro por las dirigencias de los tres partidos que conforman el muégano electoral que busca llevar a Gilberto Alcalá Pineda en vez de a José Luis Gómez Borbolla como su abanderado por la alcaldía que dejó Cuauhtémoc Blanco quien se apresura a decir “Cuernavaca es nuestra y no podemos perderla”, como si hablara de su tazón favorito.

Otra muestra de la urgencia de la reforma educativa es la escasa civilidad con que se gestan las luchas políticas en todos los frentes, y la capacidad con que los equipos de campaña violentan las más elementales normas de civilidad, abonando al intercambio de vituperios, acusaciones falaces y otras lindezas que son comunes en las campañas, y que ha sido transferidas a ciudadanos que, sabedores de que los candidatos difícilmente les resolverán sus problemas, buscan ahora uno que los friegue menos, lo que evidencia una escasísima formación cívica y una atrofia ética digna de miedo.

Evidencia también de la necesidad de cambios en la educación es la incapacidad manifiesta de la mayor parte de la población para hacerse de información por fuentes fidedignas, el imperio del rumor, de la desconfianza, de exigencia sin verdad ni información, o sea del reclamo vacuo, inoperante; la república del pesimismo sobre lo ajeno y el estúpido optimismo sobre lo propio. La urgencia de que otros sientan por nosotros, experimenten por nosotros, piensen por nosotros.

También la indolencia con que se asume el vivir en comunidad y la incapacidad para tejer lazos colaborativos, para el trabajo en equipo, para el uso efectivamente revolucionario de las tecnologías, para el pensamiento divergente; esas también son evidencias de lo urgentes que son los cambios en la educación.

Pero hoy, Día del Maestro, muchos docentes están divididos en tareas partidistas mayormente porque si bien se ha roto el corporativismo monolítico, se han establecido espacios de interés para sus fracciones gremiales, algunos hasta transformarán sus actos de festejo de hoy en mítines políticos a favor de alguno de sus candidatos, particularmente esos que buscan la reversa a la reforma educativa que, hemos demostrado, tanta falta nos ha hecho.

Por lo pronto, a esos maestros que valen la pena, que son muchos aunque no todos, nuestro más sincero reconocimiento por el Día del Maestro. Ojalá que los políticos dejen de verlos como moneda de uso y los reconozcan ya como un instrumento de cambio, para lo que es necesaria la valoración de cada uno. Por lo pronto, como es tradición en tiempo de campañas, asistan a las invitaciones que les lleguen, las merecen aunque vengan de cuates que ni por asomo pusieron atención en clases.

Ítem aparte, lo que ocurre con Juntos Haremos Historia en Cuernavaca es la muestra de lo valiosa que se puede volver una renuncia para quien la presenta. Gómez Borbolla puede lograr grandes dividendos si renuncia, pero es probable que haya quienes le paguen mucho más porque se mantenga hasta el final.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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