/ martes 26 de abril de 2022

Los traidores... ser o no ser

El 17 de abril de 2022 es ya un domingo negro, aún no está plenamente identificado para quién o quienes pero el tiempo se encargará de definirlo; al bloque opositor del Presidente, parece se le indigestó la victoria legislativa, pues Andrés Manuel López Obrador reviró de manera inmediata con una reforma a la ley minera que nacionaliza al litio, en esta ocasión dicha iniciativa solo requirió de una mayoría simple, requisito alcanzado sin mayor problema.

En los días que siguieron, diversos adjetivos para los diputados de oposición han tratado de colocarse en la percepción popular, tal vez merecidos o quizás no, lo cierto es que la etiqueta de traidores a la patria parece una cruz política difícil de llevar.

Y como en política las causalidades desplazan a las casualidades, resulta claro que el escenario actual fue presupuestado por el titular del ejecutivo nacional, la reforma eléctrica murió en su periodo de gestación y el Presidente siempre lo supo, los diputados no votan por divinas y repentinas iluminaciones, en una sesión, los votos simplemente se cantan pero se ganan en otros espacios y con muchísima antelación, por lo tanto, el desenlace no era un secreto en Palacio Nacional.

La habilidad de AMLO para capitalizar todo (incluyendo las derrotas) lo mantiene un paso delante de sus adversarios y mientras se discutía en San Lázaro el destino de su reforma, la popularidad presidencial rompió sus propios registros con un 71% según Morning Consult para colocarlo en la segunda plaza en la lista de mandatarios de 22 países, la relevancia del dato radica en el momento político en que se origina.

Pudo ser retirada la iniciativa ante la inminencia del rechazo, pero no sucedió así, era necesario mantenerla y llevarla al pleno para la celada que se preparó en San Lázaro, con un debate de bajo nivel transcurrió la larga jornada, nadie parecía tocar el tema de fondo, divagaban y recurrían al discurso barato y repetitivo, hasta el turno del líder de la bancada priista, que abrazando una candidez atípica en él dijo: “En el parlamento abierto descubrimos que hay empresarios que aprovechan de muy mala fe, la legislación para generar ganancias más allá de lo permitido. Me refiero a la figura del autoabasto, donde muchas empresas defraudan a la ley al construir falsas sociedades y a través de ellas vender de manera ilegal electricidad dañando con ello a la CFE, descubrimos que muchas empresas no pagan correctamente el porteo y el respaldo que les ofrece la Comisión causando con ello grave daño a la empresa de todas y todos los mexicanos. Tienen grandes ganancias y distorsionan los mercados al tener ventajas injustas sobre los pequeños empresarios y comerciantes. El PRI no está de acuerdo con esta gran irregularidad”, acto seguido, Rubén Moreira votó en contrasentido de sus propios argumentos y con él toda su bancada, hablaron de un fraude en contra de la nación pero la verdad, el único dedo que movieron no fue para poner el remedio.

La oposición acusa a Morena y al inquilino de Palacio Nacional de estructurar un discurso de odio etiquetando como traidores a la patria a 223 diputados que no apoyaron la reforma eléctrica, el adjetivo sin duda ocasiona un daño terrible para quien lo recibe y una gran responsabilidad para quien lo adjudica, eso debería saberlo Alito Moreno al calificar como traidor a Carlos Miguel Aysa, pues a eso mismo llamaron los priistas “pensar distinto”.

Dicho asunto va escalando, Morena se engolosina y organiza en plazas públicas algo que parece un linchamiento popular, con el riesgo claro de jalar de más la cuerda y ungir involuntariamente a 223 mártires; aunque esta última posibilidad parece lejana dados los antecedentes, no es imposible, lo que seguro sí logra es abonar a un clima ya de por sí deteriorado, el fantasma del “peligro para México” vuelve a rondar.

Sobre los próximos comicios, ya las piezas se acomodan en ambos lados del tablero y se esperan tiempos difíciles, pero ahora la pregunta obligada es ¿quién ha traicionado a quién? O siendo más precisos ¿Quién juzga y pinta la letra escarlata de la ignominia?

A los traidores, no los designa un adversario político, eso no determina el ser o no ser y el artículo 123 del Código Penal Federal parece únicamente servirnos como referente, pero es la historia y nada más la que pondrá a cada quien en su lugar, Miramon, Huerta y Guajardo son prueba de ello, dar tiempo al tiempo. “Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con los hechos lo traicionan”.


El 17 de abril de 2022 es ya un domingo negro, aún no está plenamente identificado para quién o quienes pero el tiempo se encargará de definirlo; al bloque opositor del Presidente, parece se le indigestó la victoria legislativa, pues Andrés Manuel López Obrador reviró de manera inmediata con una reforma a la ley minera que nacionaliza al litio, en esta ocasión dicha iniciativa solo requirió de una mayoría simple, requisito alcanzado sin mayor problema.

En los días que siguieron, diversos adjetivos para los diputados de oposición han tratado de colocarse en la percepción popular, tal vez merecidos o quizás no, lo cierto es que la etiqueta de traidores a la patria parece una cruz política difícil de llevar.

Y como en política las causalidades desplazan a las casualidades, resulta claro que el escenario actual fue presupuestado por el titular del ejecutivo nacional, la reforma eléctrica murió en su periodo de gestación y el Presidente siempre lo supo, los diputados no votan por divinas y repentinas iluminaciones, en una sesión, los votos simplemente se cantan pero se ganan en otros espacios y con muchísima antelación, por lo tanto, el desenlace no era un secreto en Palacio Nacional.

La habilidad de AMLO para capitalizar todo (incluyendo las derrotas) lo mantiene un paso delante de sus adversarios y mientras se discutía en San Lázaro el destino de su reforma, la popularidad presidencial rompió sus propios registros con un 71% según Morning Consult para colocarlo en la segunda plaza en la lista de mandatarios de 22 países, la relevancia del dato radica en el momento político en que se origina.

Pudo ser retirada la iniciativa ante la inminencia del rechazo, pero no sucedió así, era necesario mantenerla y llevarla al pleno para la celada que se preparó en San Lázaro, con un debate de bajo nivel transcurrió la larga jornada, nadie parecía tocar el tema de fondo, divagaban y recurrían al discurso barato y repetitivo, hasta el turno del líder de la bancada priista, que abrazando una candidez atípica en él dijo: “En el parlamento abierto descubrimos que hay empresarios que aprovechan de muy mala fe, la legislación para generar ganancias más allá de lo permitido. Me refiero a la figura del autoabasto, donde muchas empresas defraudan a la ley al construir falsas sociedades y a través de ellas vender de manera ilegal electricidad dañando con ello a la CFE, descubrimos que muchas empresas no pagan correctamente el porteo y el respaldo que les ofrece la Comisión causando con ello grave daño a la empresa de todas y todos los mexicanos. Tienen grandes ganancias y distorsionan los mercados al tener ventajas injustas sobre los pequeños empresarios y comerciantes. El PRI no está de acuerdo con esta gran irregularidad”, acto seguido, Rubén Moreira votó en contrasentido de sus propios argumentos y con él toda su bancada, hablaron de un fraude en contra de la nación pero la verdad, el único dedo que movieron no fue para poner el remedio.

La oposición acusa a Morena y al inquilino de Palacio Nacional de estructurar un discurso de odio etiquetando como traidores a la patria a 223 diputados que no apoyaron la reforma eléctrica, el adjetivo sin duda ocasiona un daño terrible para quien lo recibe y una gran responsabilidad para quien lo adjudica, eso debería saberlo Alito Moreno al calificar como traidor a Carlos Miguel Aysa, pues a eso mismo llamaron los priistas “pensar distinto”.

Dicho asunto va escalando, Morena se engolosina y organiza en plazas públicas algo que parece un linchamiento popular, con el riesgo claro de jalar de más la cuerda y ungir involuntariamente a 223 mártires; aunque esta última posibilidad parece lejana dados los antecedentes, no es imposible, lo que seguro sí logra es abonar a un clima ya de por sí deteriorado, el fantasma del “peligro para México” vuelve a rondar.

Sobre los próximos comicios, ya las piezas se acomodan en ambos lados del tablero y se esperan tiempos difíciles, pero ahora la pregunta obligada es ¿quién ha traicionado a quién? O siendo más precisos ¿Quién juzga y pinta la letra escarlata de la ignominia?

A los traidores, no los designa un adversario político, eso no determina el ser o no ser y el artículo 123 del Código Penal Federal parece únicamente servirnos como referente, pero es la historia y nada más la que pondrá a cada quien en su lugar, Miramon, Huerta y Guajardo son prueba de ello, dar tiempo al tiempo. “Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con los hechos lo traicionan”.