/ sábado 26 de octubre de 2019

Los retos de los sistemas de agua potable en México

Esta semana fui invitado a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla a dar una conferencia sobre los retos que enfrentan los sistemas de agua potable en México. Fue en el marco de un debate local que se está dando porque en la pasada administración (local y estatal), la prestación del servicio fue concesionada a una empresa privada, y eso ha generado diversas opiniones en contra. En el foro, la discusión principal fue si los sistemas de agua debían ser públicos o privados.

Mi opinión se centró más en cómo debe prestarse el servicio, no tanto en quién debe hacerlo. Sea público o privado, el sistema de agua potable debe administrarse con criterios de eficiencia y de autosuficiencia. Para ello, es imperativo profesionalizar los cuadros directivos. No llegaremos a ningún buen puerto si se sigue poniendo al frente del barco a personal sin capacidad y sin experiencia. Aún con profesionales al frente será difícil revertir un deterioro de tantos años, causado por malas decisiones, basadas en criterios políticos más que en criterios técnicos y administrativos eficientes.

Hay corrupción en tomar decisiones que ponen en riesgo la salud y el bienestar de la población. Hay responsabilidad en poner a alguien sin la capacidad necesaria al frente de un tema tan delicado para la población. En algunos estados del país, los datos refieren que 3 de cada 4 directores de los sistemas de agua no han tenido ninguna experiencia previa en el organismo operador cuando son nombrados por el alcalde en turno. Es decir, ponen al frente de un organismo del cual depende la salud de la población a una persona sin experiencia, sin preparación y en muchos casos, desafortunadamente, sin interés de servicio. Que grave riesgo para todos nosotros.

El informe que hemos estado analizando en las últimas entregas, elaborado por Ethos Laboratorio de Políticas Públicas sobre la Corrupción en el Sector Agua, refiere como otro de los eslabones de alto impacto la corrupción en los organismos operadores de agua. Esta tiene, según el informe, consecuencias directas en el bienestar de las personas, ya que son ellos los que se encargan de proveer el líquido a la población.

Según sus investigaciones, existen alrededor de 2,688 sistemas de agua a nivel municipal, intermunicipal o estatal, y debido a su mala gestión, una alta proporción de hogares no cuentan con agua diariamente, además 3 de cada 4 personas considera que el agua no es sana para beberse. Por eso el consumo de agua embotellada en el país es tan alto, la población no confía en la calidad del agua que recibe por la red.

La opacidad es generalizada en los organismos operadores. El principal programa para poder conocer su desempeño es de afiliación voluntaria (PIGOO). En él sólo participan 7.4 por ciento de los organismos operadores, y en promedio entregan sólo 13 de los 29 indicadores existentes, según Ethos.

Datos de CONAGUA indican que la eficiencia física es de 55%, la comercial del 75% y la global de solo 41% en los sistemas de agua potable del país. Esto se traduce de la siguiente manera, de cada cien litros de agua que se extraen de las fuentes (pozos, manantiales, presas, etc.) solo 55 llegan hasta nuestras casas, ¡45 de cada 100 se pierden en fugas por las malas condiciones de las tuberías! Y por si esto fuera poco, 1 de cada 4 usuarios no paga su recibo de agua. En consecuencia, solo 41 litros de cada 100 representa un ingreso para el sistema operador de agua potable. Y con estas tarifas. Están quebrados. Y en su bancarrota nos ponen en alto riesgo a todos.

Esta semana fui invitado a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla a dar una conferencia sobre los retos que enfrentan los sistemas de agua potable en México. Fue en el marco de un debate local que se está dando porque en la pasada administración (local y estatal), la prestación del servicio fue concesionada a una empresa privada, y eso ha generado diversas opiniones en contra. En el foro, la discusión principal fue si los sistemas de agua debían ser públicos o privados.

Mi opinión se centró más en cómo debe prestarse el servicio, no tanto en quién debe hacerlo. Sea público o privado, el sistema de agua potable debe administrarse con criterios de eficiencia y de autosuficiencia. Para ello, es imperativo profesionalizar los cuadros directivos. No llegaremos a ningún buen puerto si se sigue poniendo al frente del barco a personal sin capacidad y sin experiencia. Aún con profesionales al frente será difícil revertir un deterioro de tantos años, causado por malas decisiones, basadas en criterios políticos más que en criterios técnicos y administrativos eficientes.

Hay corrupción en tomar decisiones que ponen en riesgo la salud y el bienestar de la población. Hay responsabilidad en poner a alguien sin la capacidad necesaria al frente de un tema tan delicado para la población. En algunos estados del país, los datos refieren que 3 de cada 4 directores de los sistemas de agua no han tenido ninguna experiencia previa en el organismo operador cuando son nombrados por el alcalde en turno. Es decir, ponen al frente de un organismo del cual depende la salud de la población a una persona sin experiencia, sin preparación y en muchos casos, desafortunadamente, sin interés de servicio. Que grave riesgo para todos nosotros.

El informe que hemos estado analizando en las últimas entregas, elaborado por Ethos Laboratorio de Políticas Públicas sobre la Corrupción en el Sector Agua, refiere como otro de los eslabones de alto impacto la corrupción en los organismos operadores de agua. Esta tiene, según el informe, consecuencias directas en el bienestar de las personas, ya que son ellos los que se encargan de proveer el líquido a la población.

Según sus investigaciones, existen alrededor de 2,688 sistemas de agua a nivel municipal, intermunicipal o estatal, y debido a su mala gestión, una alta proporción de hogares no cuentan con agua diariamente, además 3 de cada 4 personas considera que el agua no es sana para beberse. Por eso el consumo de agua embotellada en el país es tan alto, la población no confía en la calidad del agua que recibe por la red.

La opacidad es generalizada en los organismos operadores. El principal programa para poder conocer su desempeño es de afiliación voluntaria (PIGOO). En él sólo participan 7.4 por ciento de los organismos operadores, y en promedio entregan sólo 13 de los 29 indicadores existentes, según Ethos.

Datos de CONAGUA indican que la eficiencia física es de 55%, la comercial del 75% y la global de solo 41% en los sistemas de agua potable del país. Esto se traduce de la siguiente manera, de cada cien litros de agua que se extraen de las fuentes (pozos, manantiales, presas, etc.) solo 55 llegan hasta nuestras casas, ¡45 de cada 100 se pierden en fugas por las malas condiciones de las tuberías! Y por si esto fuera poco, 1 de cada 4 usuarios no paga su recibo de agua. En consecuencia, solo 41 litros de cada 100 representa un ingreso para el sistema operador de agua potable. Y con estas tarifas. Están quebrados. Y en su bancarrota nos ponen en alto riesgo a todos.

ÚLTIMASCOLUMNAS