/ domingo 16 de enero de 2022

Los presuntos conspiradores

La primera parte del sexenio de Cuauhtémoc Blanco ha sido brutalmente accidentada. Lo muestran todos los indicadores del estado, hasta los relacionados con la popularidad, credibilidad y respaldo ciudadano del gobernador, que poco a poco ha dilapidado lo que ganó en las urnas indiscutiblemente en el 2018.

Claro que los factores externos ayudan poco. Las políticas federales que golpearon definitivamente un modelo de desarrollo más o menos competente para el estado, la pandemia y sus efectos económicos y sociales que incluyen altas tasas de inflación, pérdida de empleos, carestía, y la disminución del turismo (una de las principales fuentes de ingreso del estado), han afectado la gestión de una administración estatal que no ha mostrado estar preparada para enfrentar la complejísima realidad de un estado asolado por la inseguridad y la falta de oportunidades.

Pero otras entidades han atravesado por realidades similares y poco a poco muestran por lo menos esperanzas de recuperación. En el caso de Morelos, la perspectiva es mucho peor hoy que hace tres años. Sorprende que a más de tres años de la salida de Graco Ramírez de la gubernatura, la actual administración le siga confiriendo un enorme poder artificial, al grado de acusarlo de una campaña de desprestigio en contra de Cuauhtémoc Blanco. Mucho más que se mantenga el discurso de culpar al pasado de los problemas que atraviesa la entidad y que son más, y más graves, de los que entregó el ex gobernador (que tampoco se caracterizó por una impecable administración pública).

➡️ Gobierno responderá a Brian LeBarón por foto de Cuauhtémoc Blanco con narcos

Claro que el gobernador y su equipo son libres de culpar a Graco, y a la que ellos ubican como toda una red de políticos locales asociados con grupos criminales; pero eso no explica la colección de escándalos y fallas protagonizados por el gobernador y funcionarios de su gabinete; un equipo que, por cierto, también es incapaz de reconocer errores y busca culpar de sus fallas a otros actores políticos, incluido por cierto el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, aún cuando fue el propio funcionario quien envió a César Raúl Ojeda Zubieta a dirigir Morena en el estado con la instrucción (entre otras) de lograr que el partido respaldara al titular del Ejecutivo local.

En efecto, para algunos en el gobierno estatal, la orquestación de los recientes escándalos provocados por la aparición de fotografías del gobernador con presuntos jefes criminales, vendría directamente del secretario Adán Augusto. El secretario ha solicitado directamente una investigación imparcial sobre el posible vínculo del gobernador con grupos delictivos, y francamente parece una posición extraordinariamente prudente, mucho más cuando avisa que su propio despacho coleccionará la información sobre el tema; pero más allá no parece haber intervención en el desaguisado por el que atraviesa el gobernador. Incluso recordamos que por instrucción del secretario, Rabindranath Salazar (otro de los funcionarios a quien el gobernador gusta de culpar de conspiradores), se reunió con Cuauhtémoc Blanco para, se supuso, limar asperezas. Pero para Cuauhtémoc y su equipo todo son conspiraciones en su contra, un discurso que sólo funciona para no explicar absolutamente nada.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx



La primera parte del sexenio de Cuauhtémoc Blanco ha sido brutalmente accidentada. Lo muestran todos los indicadores del estado, hasta los relacionados con la popularidad, credibilidad y respaldo ciudadano del gobernador, que poco a poco ha dilapidado lo que ganó en las urnas indiscutiblemente en el 2018.

Claro que los factores externos ayudan poco. Las políticas federales que golpearon definitivamente un modelo de desarrollo más o menos competente para el estado, la pandemia y sus efectos económicos y sociales que incluyen altas tasas de inflación, pérdida de empleos, carestía, y la disminución del turismo (una de las principales fuentes de ingreso del estado), han afectado la gestión de una administración estatal que no ha mostrado estar preparada para enfrentar la complejísima realidad de un estado asolado por la inseguridad y la falta de oportunidades.

Pero otras entidades han atravesado por realidades similares y poco a poco muestran por lo menos esperanzas de recuperación. En el caso de Morelos, la perspectiva es mucho peor hoy que hace tres años. Sorprende que a más de tres años de la salida de Graco Ramírez de la gubernatura, la actual administración le siga confiriendo un enorme poder artificial, al grado de acusarlo de una campaña de desprestigio en contra de Cuauhtémoc Blanco. Mucho más que se mantenga el discurso de culpar al pasado de los problemas que atraviesa la entidad y que son más, y más graves, de los que entregó el ex gobernador (que tampoco se caracterizó por una impecable administración pública).

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Claro que el gobernador y su equipo son libres de culpar a Graco, y a la que ellos ubican como toda una red de políticos locales asociados con grupos criminales; pero eso no explica la colección de escándalos y fallas protagonizados por el gobernador y funcionarios de su gabinete; un equipo que, por cierto, también es incapaz de reconocer errores y busca culpar de sus fallas a otros actores políticos, incluido por cierto el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, aún cuando fue el propio funcionario quien envió a César Raúl Ojeda Zubieta a dirigir Morena en el estado con la instrucción (entre otras) de lograr que el partido respaldara al titular del Ejecutivo local.

En efecto, para algunos en el gobierno estatal, la orquestación de los recientes escándalos provocados por la aparición de fotografías del gobernador con presuntos jefes criminales, vendría directamente del secretario Adán Augusto. El secretario ha solicitado directamente una investigación imparcial sobre el posible vínculo del gobernador con grupos delictivos, y francamente parece una posición extraordinariamente prudente, mucho más cuando avisa que su propio despacho coleccionará la información sobre el tema; pero más allá no parece haber intervención en el desaguisado por el que atraviesa el gobernador. Incluso recordamos que por instrucción del secretario, Rabindranath Salazar (otro de los funcionarios a quien el gobernador gusta de culpar de conspiradores), se reunió con Cuauhtémoc Blanco para, se supuso, limar asperezas. Pero para Cuauhtémoc y su equipo todo son conspiraciones en su contra, un discurso que sólo funciona para no explicar absolutamente nada.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx