/ martes 13 de abril de 2021

Los nuevos consejeros electorales

El próximo sábado, el Instituto Nacional Electoral deberá definir a los dos miembros que faltan en el Consejo del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana y que deberán fortalecer al bastante vapuleado árbitro local que entre destituciones, fallecimientos, renuncias, falta de presupuesto, líos políticos y trapacerías de partidos y candidatos, entrará a una elección con más de nueve mil variables además de todas las incorporadas por la contingencia sanitaria, la amenaza de infiltración de la delincuencia organizada y la ambición desmedida de algunos de los que buscan ser protagonistas del poder.

La tarea no será fácil, porque entre el buen pretexto que es la pandemia para que las instituciones de gobierno desatiendan lo importante (y en ocasiones hasta lo vital), y el envalentonamiento de algunos actores políticos desacostumbrados a obedecer las normas electorales, el papel del Impepac parece haber perdido el glamour que llegó a tener y el consejo, muy a su pesar, pareciera arbitrar un partido llanero y entre gavillas de espinosas ramas que gustan de jugar entre lodo y miasma.

Debe reconocerse el esfuerzo de un órgano electoral que, sin recursos materiales y con una plantilla mínima de personal, ha tratado de sacar adelante el trabajo preparativo de la elección. Pero también hay que señalar la dilación en procesos que todas sus limitaciones han impuesto. La revisión de expedientes de poco menos de nueve mil candidatos se ha retrasado por la falta de personal y por el desorden y hasta la mala fe con que algunos partidos han hecho sus registros. El problema es mayúsculo si se multiplica por el número de aspirantes a cargos de elección popular que desatienden las normas por ignorancia o decisión.

De los nombramientos que el INE haga entre hoy y el sábado dependerá en gran medida la fortaleza de un consejo que ha superado muchas cosas, pero que tiene pendientes tareas como la de convencer a los diputados de conceder una ampliación presupuestal y al gobierno estatal de otorgarla. No es cuestión sencilla si se toma en cuenta la tendencia de la clase política a demeritar la acción del órgano electoral y la importancia de invertir en la certeza y confiabilidad de los procesos electorales.

Otro de los pendientes es aplacar a actores políticos múltiples que, pretendiendo seguir la ruta de Félix Salgado Macedonio en Guerrero, se apresuran a defender las faltas a la ley que han cometido y a acusar a los árbitros electorales de una colección de improperios cuya repetición ofendería a cualquiera. La proclividad a la trampa que se nota hasta en el cinismo con que algunos partidos cometen osadías como disfrazar acciones afirmativas para grupos vulnerables, resulta extraordinariamente preocupante y requiere de una voz de autoridad firme, de un árbitro que no sólo sea el depositario de la confianza ciudadana, sino que además lo demuestre con decisiones apegadas a la ley y con la defensa abierta de las mismas.

Con 23 partidos y la colección de enconos y pulverización del voto que la excesiva oferta política provocará, los problemas parecen multiplicarse y el Impepac parece estar sufriendo un desgaste que podría comprometer la elección.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

El próximo sábado, el Instituto Nacional Electoral deberá definir a los dos miembros que faltan en el Consejo del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana y que deberán fortalecer al bastante vapuleado árbitro local que entre destituciones, fallecimientos, renuncias, falta de presupuesto, líos políticos y trapacerías de partidos y candidatos, entrará a una elección con más de nueve mil variables además de todas las incorporadas por la contingencia sanitaria, la amenaza de infiltración de la delincuencia organizada y la ambición desmedida de algunos de los que buscan ser protagonistas del poder.

La tarea no será fácil, porque entre el buen pretexto que es la pandemia para que las instituciones de gobierno desatiendan lo importante (y en ocasiones hasta lo vital), y el envalentonamiento de algunos actores políticos desacostumbrados a obedecer las normas electorales, el papel del Impepac parece haber perdido el glamour que llegó a tener y el consejo, muy a su pesar, pareciera arbitrar un partido llanero y entre gavillas de espinosas ramas que gustan de jugar entre lodo y miasma.

Debe reconocerse el esfuerzo de un órgano electoral que, sin recursos materiales y con una plantilla mínima de personal, ha tratado de sacar adelante el trabajo preparativo de la elección. Pero también hay que señalar la dilación en procesos que todas sus limitaciones han impuesto. La revisión de expedientes de poco menos de nueve mil candidatos se ha retrasado por la falta de personal y por el desorden y hasta la mala fe con que algunos partidos han hecho sus registros. El problema es mayúsculo si se multiplica por el número de aspirantes a cargos de elección popular que desatienden las normas por ignorancia o decisión.

De los nombramientos que el INE haga entre hoy y el sábado dependerá en gran medida la fortaleza de un consejo que ha superado muchas cosas, pero que tiene pendientes tareas como la de convencer a los diputados de conceder una ampliación presupuestal y al gobierno estatal de otorgarla. No es cuestión sencilla si se toma en cuenta la tendencia de la clase política a demeritar la acción del órgano electoral y la importancia de invertir en la certeza y confiabilidad de los procesos electorales.

Otro de los pendientes es aplacar a actores políticos múltiples que, pretendiendo seguir la ruta de Félix Salgado Macedonio en Guerrero, se apresuran a defender las faltas a la ley que han cometido y a acusar a los árbitros electorales de una colección de improperios cuya repetición ofendería a cualquiera. La proclividad a la trampa que se nota hasta en el cinismo con que algunos partidos cometen osadías como disfrazar acciones afirmativas para grupos vulnerables, resulta extraordinariamente preocupante y requiere de una voz de autoridad firme, de un árbitro que no sólo sea el depositario de la confianza ciudadana, sino que además lo demuestre con decisiones apegadas a la ley y con la defensa abierta de las mismas.

Con 23 partidos y la colección de enconos y pulverización del voto que la excesiva oferta política provocará, los problemas parecen multiplicarse y el Impepac parece estar sufriendo un desgaste que podría comprometer la elección.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx