/ domingo 10 de abril de 2022

Los esfuerzo por hallar identidad

Queridos lectores, antes de entrar al tema, les comparto una frase del novelista, ensayista y dramaturgo francés Henry Marie de Montherlant (París1895-Paris1972) que por su belleza y profundidad, se las brindo: “Es preciso escribir como si uno fuera comprendido, como si uno fuera amado y como si uno estuviera muerto, solo así se nos revela algo que hasta entonces, había estado escondido dentro de uno mismo”.

Ahora sí, entro de lleno. Me emociona el recordar lo que fue el periodismo del siglo XIX que detallaba el esfuerzo que hacían los mexicanos por conformar una nación, por cierto, en bancarrota y dividida en dos bandos: liberales y conservadores luego de que en 1821 quedamos separados oficialmente de España que atravesaba un momento de decadencia y cuyos reyes, mientras fue Nueva España, ninguno se tomó la molestia de visitar la maravilla que había conquistado Hernán Cortés para ellos.

Durante el virreinato, el periodismo aún no tomaba su rumbo. Fue a principios del siglo XIX cuando surgen por parte de los conservadores los periódicos La Cruz y El Ómnibus y por el de los liberales El Monitor Republicano y El Siglo XIX, estos últimos que defendían el proyecto liberal y exigían la inclusión de una reforma que respetara la libertad de cultos. Aunque ya desde 1805 se publicaba el Diario de Méjico (todavía escrito con la letra J), su función era más bien cultural o literaria ó El Desperador Americano que apareció en 1810 cuando Miguel Hidalgo y Costilla da el grito de Independencia. Qué lejos quedaba ya el catolicismo más bien yerto que campeó a lo largo del virreinato del que rescatamos la hipotética frase pronunciada ante el tribunal de la Santa Inquisición en Roma: “--Eppur si muove—“. (Y sin embargo se mueve) que le atribuyen al científico italiano Galileo Galilei (1564-1642), que cuenta la leyenda le escucharon pronunciar luego de ser obligado a retractarse del modelo heliocéntrico del universo que él proponía, en contradicción con la visión del mundo aceptada por la iglesia católica de aquel entonces.

Si esta leyenda fue cierta, Galileo se ha de ver sentido algo así como estar en un universo sin salida. Si en ese entonces no se tenía plena conciencia de lo que era un ser racional con libertad de pensamiento, tampoco lo sentirán quienes no vivan libremente. Creo importante reconocer que cuando dejamos atrás a España, la dejamos como gobierno, porque en realidad gran parte de México, la seguimos llevando en la piel y en el corazón. Ya entrado el gobierno de don Porfirio Díaz, las clases pudientes comenzaron a imitar lo francés en el vestir, en el hablar, en el vivir y en el soñar y pese a que ahora, luego de la Revolución, México sustituyó lo europeo, aún no encuentra del todo la identidad perdida durante la Conquista ni por lo mismo, un sentido auténtico de pertenencia que nos haga sentirnos orgullosos de ser mexicanos porque aunque dejamos atrás lo francés, ahora lo cambiamos por la transculturación con el poderoso país vecino del norte en muchos aspectos.

Hay una lucha por la imitación de ese estilo de vida tan ajeno a nuestra cultura que resulta impresionante comprobarlo si no, solo entren a una gran tienda de poderosa cadena de autoservicio, todo lo que vemos tan solo trasponer sus puertas, nos recuerda lo que nunca tuvimos de niños ó jóvenes porque había que viajar al norte para tenerlo sin detenerse a pensar que brincos dieran los que viven el american way of life por tener las raíces históricas y culturales que México tiene.

Aún así, mejor luego sigo y hasta el próximo lunes.

Queridos lectores, antes de entrar al tema, les comparto una frase del novelista, ensayista y dramaturgo francés Henry Marie de Montherlant (París1895-Paris1972) que por su belleza y profundidad, se las brindo: “Es preciso escribir como si uno fuera comprendido, como si uno fuera amado y como si uno estuviera muerto, solo así se nos revela algo que hasta entonces, había estado escondido dentro de uno mismo”.

Ahora sí, entro de lleno. Me emociona el recordar lo que fue el periodismo del siglo XIX que detallaba el esfuerzo que hacían los mexicanos por conformar una nación, por cierto, en bancarrota y dividida en dos bandos: liberales y conservadores luego de que en 1821 quedamos separados oficialmente de España que atravesaba un momento de decadencia y cuyos reyes, mientras fue Nueva España, ninguno se tomó la molestia de visitar la maravilla que había conquistado Hernán Cortés para ellos.

Durante el virreinato, el periodismo aún no tomaba su rumbo. Fue a principios del siglo XIX cuando surgen por parte de los conservadores los periódicos La Cruz y El Ómnibus y por el de los liberales El Monitor Republicano y El Siglo XIX, estos últimos que defendían el proyecto liberal y exigían la inclusión de una reforma que respetara la libertad de cultos. Aunque ya desde 1805 se publicaba el Diario de Méjico (todavía escrito con la letra J), su función era más bien cultural o literaria ó El Desperador Americano que apareció en 1810 cuando Miguel Hidalgo y Costilla da el grito de Independencia. Qué lejos quedaba ya el catolicismo más bien yerto que campeó a lo largo del virreinato del que rescatamos la hipotética frase pronunciada ante el tribunal de la Santa Inquisición en Roma: “--Eppur si muove—“. (Y sin embargo se mueve) que le atribuyen al científico italiano Galileo Galilei (1564-1642), que cuenta la leyenda le escucharon pronunciar luego de ser obligado a retractarse del modelo heliocéntrico del universo que él proponía, en contradicción con la visión del mundo aceptada por la iglesia católica de aquel entonces.

Si esta leyenda fue cierta, Galileo se ha de ver sentido algo así como estar en un universo sin salida. Si en ese entonces no se tenía plena conciencia de lo que era un ser racional con libertad de pensamiento, tampoco lo sentirán quienes no vivan libremente. Creo importante reconocer que cuando dejamos atrás a España, la dejamos como gobierno, porque en realidad gran parte de México, la seguimos llevando en la piel y en el corazón. Ya entrado el gobierno de don Porfirio Díaz, las clases pudientes comenzaron a imitar lo francés en el vestir, en el hablar, en el vivir y en el soñar y pese a que ahora, luego de la Revolución, México sustituyó lo europeo, aún no encuentra del todo la identidad perdida durante la Conquista ni por lo mismo, un sentido auténtico de pertenencia que nos haga sentirnos orgullosos de ser mexicanos porque aunque dejamos atrás lo francés, ahora lo cambiamos por la transculturación con el poderoso país vecino del norte en muchos aspectos.

Hay una lucha por la imitación de ese estilo de vida tan ajeno a nuestra cultura que resulta impresionante comprobarlo si no, solo entren a una gran tienda de poderosa cadena de autoservicio, todo lo que vemos tan solo trasponer sus puertas, nos recuerda lo que nunca tuvimos de niños ó jóvenes porque había que viajar al norte para tenerlo sin detenerse a pensar que brincos dieran los que viven el american way of life por tener las raíces históricas y culturales que México tiene.

Aún así, mejor luego sigo y hasta el próximo lunes.