/ lunes 21 de enero de 2019

Los demasiados partidos

¿Hacen falta más partidos políticos en Morelos? Parece una pregunta válida en tanto nos preguntamos siempre sobre los costos de la democracia local y federal, y sobre todo cuando la crisis terrible por que atraviesan los partidos en todo el país a la sombra de una figura presidencial carismática.

Vale la pregunta porque si bien los mexicanos hemos creado a través de muchas décadas un sistema de partidos más o menos equilibrado, en el que, especialmente en el plano municipal, cualquiera puede obtener triunfos; han sido los partidos políticos las instituciones peor evaluadas en términos de honestidad, transparencia, resultados, prestigio, en fin; los mexicanos creemos en la democracia como forma de designación de las autoridades (lo demuestran los más o menos crecientes índices de participación en las elecciones), pero no en los partidos políticos, como evidencia la opción de liderazgos carismáticos (Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo son ejemplos extraordinarios) que por sí mismos superan con mucho la significancia de los partidos que los postulan; lo que probablemente explique la alternancia en el poder presente ya con tenacidad en algunas regiones del país.

Probablemente la pregunta sobre la necesidad de más partidos tendría que ir en la lógica de la renovación, la oxigenación que le urge al sistema de partidos, que a la multiplicación de los vicios que hoy resultan evidentes en la política y que se recrudecen justamente en las unidades partidistas como microcosmos que exponencian todos los defectos, y probablemente ninguna de las virtudes al estar marginados del ejercicio del poder.

Uno tendría que ver con cierto optimismo el que ciudadanos sin partidos decidieran constituirse como una organización partidista; el problema es que ese fenómeno casi no pasa. Por lo regular, los nuevos partidos están integrados por sujetos que militando en otras opciones políticas, o colaborando de cerca con ellas, fueron marginados de participar electoralmente. Este transfuguismo provoca que las conductas que operaban en un partido se trasladen a otro y a otro y a otro, impidiendo la oxigenación deseable en el sistema. En todo caso, de lo que podría hablarse es de renovaciones generacionales de los institutos políticos antiguos y decadentes cuyo desgaste ha provocado que dejen de ser opciones para los electores, y no de una incorporación del catálogo democrático de México. Entonces los señalamientos sobre el alto costo de los partidos políticos son justos en tanto se paga más por las mismas opciones, aunque fragmentadas.

El asunto es que todos los ciudadanos (y los militantes de partidos políticos tienen como requerimiento inicial ser ciudadanos) tienen el derecho de participar en la actividad pública y de buscar registrar partidos políticos. Es incluso deseable que los ciudadanos se organicen y apuesten a fortalecer el sistema democrático institucional en oposición la apuesta casi caudillista a los liderazgos carismáticos. Así que, en todo caso, no tendríamos que censurar el anhelo de supervivencia de quienes no encontraron acomodo en sus partidos anteriores y buscan formar uno nuevo, sino en todo caso, la escasa voluntad de los ciudadanos no adheridos a opciones políticas a construir nuevas instituciones que permitan llevar ideas al poder, que funcionen como medios de crítica objetiva, como pilares de la vida pública del país. Al final de este año, Morelos tendría cinco partidos políticos locales (Nueva Alianza, Encuentro Social, Humanista, Social Demócrata y Alternativa), ¿se requieren tantos? Tocará a la gente decidir.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

¿Hacen falta más partidos políticos en Morelos? Parece una pregunta válida en tanto nos preguntamos siempre sobre los costos de la democracia local y federal, y sobre todo cuando la crisis terrible por que atraviesan los partidos en todo el país a la sombra de una figura presidencial carismática.

Vale la pregunta porque si bien los mexicanos hemos creado a través de muchas décadas un sistema de partidos más o menos equilibrado, en el que, especialmente en el plano municipal, cualquiera puede obtener triunfos; han sido los partidos políticos las instituciones peor evaluadas en términos de honestidad, transparencia, resultados, prestigio, en fin; los mexicanos creemos en la democracia como forma de designación de las autoridades (lo demuestran los más o menos crecientes índices de participación en las elecciones), pero no en los partidos políticos, como evidencia la opción de liderazgos carismáticos (Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo son ejemplos extraordinarios) que por sí mismos superan con mucho la significancia de los partidos que los postulan; lo que probablemente explique la alternancia en el poder presente ya con tenacidad en algunas regiones del país.

Probablemente la pregunta sobre la necesidad de más partidos tendría que ir en la lógica de la renovación, la oxigenación que le urge al sistema de partidos, que a la multiplicación de los vicios que hoy resultan evidentes en la política y que se recrudecen justamente en las unidades partidistas como microcosmos que exponencian todos los defectos, y probablemente ninguna de las virtudes al estar marginados del ejercicio del poder.

Uno tendría que ver con cierto optimismo el que ciudadanos sin partidos decidieran constituirse como una organización partidista; el problema es que ese fenómeno casi no pasa. Por lo regular, los nuevos partidos están integrados por sujetos que militando en otras opciones políticas, o colaborando de cerca con ellas, fueron marginados de participar electoralmente. Este transfuguismo provoca que las conductas que operaban en un partido se trasladen a otro y a otro y a otro, impidiendo la oxigenación deseable en el sistema. En todo caso, de lo que podría hablarse es de renovaciones generacionales de los institutos políticos antiguos y decadentes cuyo desgaste ha provocado que dejen de ser opciones para los electores, y no de una incorporación del catálogo democrático de México. Entonces los señalamientos sobre el alto costo de los partidos políticos son justos en tanto se paga más por las mismas opciones, aunque fragmentadas.

El asunto es que todos los ciudadanos (y los militantes de partidos políticos tienen como requerimiento inicial ser ciudadanos) tienen el derecho de participar en la actividad pública y de buscar registrar partidos políticos. Es incluso deseable que los ciudadanos se organicen y apuesten a fortalecer el sistema democrático institucional en oposición la apuesta casi caudillista a los liderazgos carismáticos. Así que, en todo caso, no tendríamos que censurar el anhelo de supervivencia de quienes no encontraron acomodo en sus partidos anteriores y buscan formar uno nuevo, sino en todo caso, la escasa voluntad de los ciudadanos no adheridos a opciones políticas a construir nuevas instituciones que permitan llevar ideas al poder, que funcionen como medios de crítica objetiva, como pilares de la vida pública del país. Al final de este año, Morelos tendría cinco partidos políticos locales (Nueva Alianza, Encuentro Social, Humanista, Social Demócrata y Alternativa), ¿se requieren tantos? Tocará a la gente decidir.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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