/ domingo 26 de septiembre de 2021

Los daños colaterales

La ola delta de la pandemia parece haberse estabilizado en una meseta. Los datos de las últimas dos semanas indican que el número de casos se mantiene estable a la mitad del máximo registrado a mediados de mes, lo que corresponde al doble de la meseta del año pasado en estas mismas fechas.

Que esta meseta se sostenga o se abata dependerá de múltiples factores entre los que se encuentra la decisión de vacunar a menores de edad. El grupo de personas entre 0 y 14 años en México comprende el 25% de la población total. Ese grupo de edad va a ser el más afectado por la pandemia no solo por la falta de protección por la vacuna contra Covid sino por otros factores que se han ido acumulando y que vale la pena recordar.

El reporte país del 2019 de la Organización Panamericana de la Salud para México indicaba desabasto para las vacunas contra la tuberculosis, la triple difteria-tosferina-tétanos, hepatitis B, sarampión y tétanos. Sin ser catalogadas como en desabasto, la cobertura de aplicación de otras vacunas como son polio y neumococos también evidenciaba contracción. Este comportamiento no ha sido superado todavía lo que pone en riesgo a una generación completa de mexicanos ante enfermedades infecciosas ante prevenibles.

La pandemia ha dejado huérfanos a más de 130 mil niños y niñas quienes verán sus hogares afectados por la pérdida de uno o ambos padres con los impactos emocionales, económicos y sociales que eso conlleva.

México fue uno de los contados países del mundo que decidió suspender de manera absoluta la asistencia a clases durante la pandemia. Esta decisión no fue compensada por una estrategia focalizada que permitiera el correcto seguimiento del proceso educativo de nuestros jóvenes.

Peor aún, agudizó la brecha educativa afectando de manera desproporcionada a las mujeres como lo demuestra el incremento en embarazos adolescentes este año, 191 mil jóvenes que tendrán un panorama extraordinariamente complejo para retomar sus estudios, 22 mil más que en 2019. Este grupo ha sido afectado de manera constante durante los últimos años por un cambio radical en políticas públicas comenzando con la cancelación en 2019 del Programa Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras y su sustitución con el de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, programa que ha recibido observaciones por parte de la ASF por deficiencias tanto en su diseño como en su implementación.

La crisis por Covid incrementó la tasa de desempleo general profundizando la precarización de las condiciones laborales sobre todo para jóvenes quienes se han visto obligados a acogerse a los programas federales o al subempleo, con la pérdida de beneficios y protección social que eso conlleva.

La incorporación laboral de jóvenes se ha limitado a un solo programa de primer empleo, Jóvenes Construyendo Futuro, que en su primera revisión recibió observaciones de parte de la ASF por deficiencias importantes que afectaron su operación y dictaminando que "no fue pertinente ni suficiente para la atención del problema público que le dio origen". Más aún, se identificaron duplicidades con otros programa como, por ejemplo, 1,647 beneficiarios del programa Producción para el Bienestar que recibieron doble apoyo.

Los egresados de posgrado también encuentran problemas para su incorporación laboral y para solventarlas se implementó en 2014 el programa federal Cátedras Conacyt para Jóvenes Investigadores que llegó a beneficiar a 1,511 personas altamente especializadas. Sin embargo, el número de beneficiarios se ha ido reduciendo sistemáticamente a partir de 2019 hasta llegar a un rediseño radical en las condiciones laborales que incluye el cambio de nombre del programa, lo que inquieta a los beneficiarios quienes han comenzado el proceso de formalización de un sindicato.

México es un país de jóvenes, y para que alcancen su máximo potencial es fundamental dotarlo de las condiciones mínimas necesarias desde su nacimiento hasta su inserción laboral, sobre todo a las mujeres. Si no actuamos pronto y de manera decisiva, será este grupo de edad el que acumule los daños colaterales de la pandemia reduciendo drásticamente sus expectativas de vida.

PD. No quiero terminar este texto sin expresar mi absoluto rechazo a las acciones de la Fiscalía General de la República relacionadas a la acusación de colegas investigadores como parte de la delincuencia organizada.



Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook

La ola delta de la pandemia parece haberse estabilizado en una meseta. Los datos de las últimas dos semanas indican que el número de casos se mantiene estable a la mitad del máximo registrado a mediados de mes, lo que corresponde al doble de la meseta del año pasado en estas mismas fechas.

Que esta meseta se sostenga o se abata dependerá de múltiples factores entre los que se encuentra la decisión de vacunar a menores de edad. El grupo de personas entre 0 y 14 años en México comprende el 25% de la población total. Ese grupo de edad va a ser el más afectado por la pandemia no solo por la falta de protección por la vacuna contra Covid sino por otros factores que se han ido acumulando y que vale la pena recordar.

El reporte país del 2019 de la Organización Panamericana de la Salud para México indicaba desabasto para las vacunas contra la tuberculosis, la triple difteria-tosferina-tétanos, hepatitis B, sarampión y tétanos. Sin ser catalogadas como en desabasto, la cobertura de aplicación de otras vacunas como son polio y neumococos también evidenciaba contracción. Este comportamiento no ha sido superado todavía lo que pone en riesgo a una generación completa de mexicanos ante enfermedades infecciosas ante prevenibles.

La pandemia ha dejado huérfanos a más de 130 mil niños y niñas quienes verán sus hogares afectados por la pérdida de uno o ambos padres con los impactos emocionales, económicos y sociales que eso conlleva.

México fue uno de los contados países del mundo que decidió suspender de manera absoluta la asistencia a clases durante la pandemia. Esta decisión no fue compensada por una estrategia focalizada que permitiera el correcto seguimiento del proceso educativo de nuestros jóvenes.

Peor aún, agudizó la brecha educativa afectando de manera desproporcionada a las mujeres como lo demuestra el incremento en embarazos adolescentes este año, 191 mil jóvenes que tendrán un panorama extraordinariamente complejo para retomar sus estudios, 22 mil más que en 2019. Este grupo ha sido afectado de manera constante durante los últimos años por un cambio radical en políticas públicas comenzando con la cancelación en 2019 del Programa Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras y su sustitución con el de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, programa que ha recibido observaciones por parte de la ASF por deficiencias tanto en su diseño como en su implementación.

La crisis por Covid incrementó la tasa de desempleo general profundizando la precarización de las condiciones laborales sobre todo para jóvenes quienes se han visto obligados a acogerse a los programas federales o al subempleo, con la pérdida de beneficios y protección social que eso conlleva.

La incorporación laboral de jóvenes se ha limitado a un solo programa de primer empleo, Jóvenes Construyendo Futuro, que en su primera revisión recibió observaciones de parte de la ASF por deficiencias importantes que afectaron su operación y dictaminando que "no fue pertinente ni suficiente para la atención del problema público que le dio origen". Más aún, se identificaron duplicidades con otros programa como, por ejemplo, 1,647 beneficiarios del programa Producción para el Bienestar que recibieron doble apoyo.

Los egresados de posgrado también encuentran problemas para su incorporación laboral y para solventarlas se implementó en 2014 el programa federal Cátedras Conacyt para Jóvenes Investigadores que llegó a beneficiar a 1,511 personas altamente especializadas. Sin embargo, el número de beneficiarios se ha ido reduciendo sistemáticamente a partir de 2019 hasta llegar a un rediseño radical en las condiciones laborales que incluye el cambio de nombre del programa, lo que inquieta a los beneficiarios quienes han comenzado el proceso de formalización de un sindicato.

México es un país de jóvenes, y para que alcancen su máximo potencial es fundamental dotarlo de las condiciones mínimas necesarias desde su nacimiento hasta su inserción laboral, sobre todo a las mujeres. Si no actuamos pronto y de manera decisiva, será este grupo de edad el que acumule los daños colaterales de la pandemia reduciendo drásticamente sus expectativas de vida.

PD. No quiero terminar este texto sin expresar mi absoluto rechazo a las acciones de la Fiscalía General de la República relacionadas a la acusación de colegas investigadores como parte de la delincuencia organizada.



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