/ sábado 14 de noviembre de 2020

Los Chinos de Lomas de Jiutepec

Ya había visto que un par de amigos publicaron en sus redes que era necesario darse una vuelta para probar las carnitas de

Los Chinos en Lomas de Jiutepec, pero por una cosa u otra no había podido detenerme a comprobarlo, así que este mismo domingo me decidí a llegar hasta la esquina que forman la avenida Dr. Alfonso Millán y la calle Popocatepetl, yendo de Lomas de Cuernavaca hacia Jiute, un poco antes de llegar a las torres de alta tensión.

El puesto ambulante, que atiende en fin de semana, está ubicado en la mera esquina y apenas ofrece unas cuantas mesitas para comer ahí un taco, sin embargo la gente se arremolina a hacer sus pedidos para llevar, y como no.

Cuando llegué, el Chino me miró como con ojos de decepción y anticipó: ya nomás me quedan de maciza, cuerito, chamorro y una que otra pieza que ando buscando en el cazo. Yo como buen tragón pensé para mis adentros: jalo!

Le pedí uno surtido y mientras esperaba que lo produjera, un vientecillo como de la Rosa de Guadalupe llegó al mismo tiempo que escuché estas palabras que aún resuenan en mi mente y en mi panza: sabes qué, ya encontré un pedazo de barriga, ¿te animas?

Frente a mis ojos, sus pinzas balanceaban un buen trozo de un carne que por un lado exhibía la textura lisa y delgada de la grasita, mientras por el otro presumía los cuadros de maciza bien pegados al cuero.

Poco a poco observé como los picó en el tronco, mientras pasaba un par de memelas de muy buen tamaño por el comal. Enseguida puso las tortilla sobre el plato y las retacó. Recibí el tacuche con la boca hecha agua, únicamente para agregarle un buen chorro de limón y una cucharada de salsa verde que por cierto estaba en su punto y a partir de ahí, la gloria.

Emulando al clásico le dije: ahora si se pasó de barriga, señor Chino, pero para no perder el ritmo, sírveme otro igualito y no le vayas a dar a nadie más ese pedazo que me enseñaste, porque está apartado.

También probé el chamorro y hasta un pedacillo de buche rescatado del fondo del perol. Mientras me aventé los de rigor vi como desfilaron seis o siete familias más a pedir para llevar y fue entonces cuando supe que en verdad los Chinos son una excelente opción para disfrutar, pero eso sí, llegando desde temprano.

Ya había visto que un par de amigos publicaron en sus redes que era necesario darse una vuelta para probar las carnitas de

Los Chinos en Lomas de Jiutepec, pero por una cosa u otra no había podido detenerme a comprobarlo, así que este mismo domingo me decidí a llegar hasta la esquina que forman la avenida Dr. Alfonso Millán y la calle Popocatepetl, yendo de Lomas de Cuernavaca hacia Jiute, un poco antes de llegar a las torres de alta tensión.

El puesto ambulante, que atiende en fin de semana, está ubicado en la mera esquina y apenas ofrece unas cuantas mesitas para comer ahí un taco, sin embargo la gente se arremolina a hacer sus pedidos para llevar, y como no.

Cuando llegué, el Chino me miró como con ojos de decepción y anticipó: ya nomás me quedan de maciza, cuerito, chamorro y una que otra pieza que ando buscando en el cazo. Yo como buen tragón pensé para mis adentros: jalo!

Le pedí uno surtido y mientras esperaba que lo produjera, un vientecillo como de la Rosa de Guadalupe llegó al mismo tiempo que escuché estas palabras que aún resuenan en mi mente y en mi panza: sabes qué, ya encontré un pedazo de barriga, ¿te animas?

Frente a mis ojos, sus pinzas balanceaban un buen trozo de un carne que por un lado exhibía la textura lisa y delgada de la grasita, mientras por el otro presumía los cuadros de maciza bien pegados al cuero.

Poco a poco observé como los picó en el tronco, mientras pasaba un par de memelas de muy buen tamaño por el comal. Enseguida puso las tortilla sobre el plato y las retacó. Recibí el tacuche con la boca hecha agua, únicamente para agregarle un buen chorro de limón y una cucharada de salsa verde que por cierto estaba en su punto y a partir de ahí, la gloria.

Emulando al clásico le dije: ahora si se pasó de barriga, señor Chino, pero para no perder el ritmo, sírveme otro igualito y no le vayas a dar a nadie más ese pedazo que me enseñaste, porque está apartado.

También probé el chamorro y hasta un pedacillo de buche rescatado del fondo del perol. Mientras me aventé los de rigor vi como desfilaron seis o siete familias más a pedir para llevar y fue entonces cuando supe que en verdad los Chinos son una excelente opción para disfrutar, pero eso sí, llegando desde temprano.

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