Ya sé que todo el mundo habla de “los 100 días” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de México. Y es correcto, si partimos la cuenta desde el 1 de diciembre pasado, cuando se dio su histórica toma de posesión.
Pero si lo vemos bien, es él quien ha gobernado, tomado decisiones y marcado la agenda nacional desde el pasado 1 de julio de 2018, al resultar vencedor en las elecciones más sui géneris de la vida democrática de nuestro país. Desde ese momento, Enrique Peña Nieto dejó simplemente de ejercer el poder, y dejo en manos del tabasqueño, no solo la transición gubernamental, sino la alternancia hacia la izquierda progresista representada por Morena.
Como se quiera ver, en este primer “corte de caja” ha habido de todo: desde los aplausos más atronadores, el nivel de aprobación más alto (78%) y de acuerdo con el diario español 20 Minutos, (portal que realizó una de sus tradicionales listas para que usuarios de internet votaran por los mejores presidentes del mundo), en el primer puesto se encuentra AMLO y en el segundo, el general Lázaro Cárdenas del Río. El presidente de México tiene el primer lugar de la lista de los gobernantes en el continente americano, según lo revela una encuesta realizada por Consulta Mitofsky, con una aprobación del 67%. Le siguen los mandatarios de Perú, Martín Vizcarra, con 63%; Danilo Medina, de República Dominicana, con 58% y Daniel Ortega, de Nicaragua, con 55%.
Sus detractores, en cambio, cuestionan casi todo: que no hay cómo comprobar de que se han creado 220 mil empleos, pues no hay evidencia, ni que se hayan cumplido 62 de los 100 compromisos del zócalo; ni de que vaya a haber 700 mil millones de pesos de ahorros por combatir la corrupción; ni del número de beneficiarios con acceso a los programa sociales. En pocas palabras, argumentan, no hay transparencia. Fustigan que hay, en cambio, desempleo, deuda y baja calificación internacional por la cancelación del NAICM; desabasto de gasolina, grave impacto social por el recorte y/o desaparición de las estancias infantiles y refugios para mujeres violentadas, el amiguismo en nombramientos, la inseguridad (pero que hace 100 días) y las muertes de Samir Flores y los Moreno Valle.
Muchos dicen que ha gobernado a base de ocurrencias, con un grado superlativo de populismo, pontificando como inquisidor desde el púlpito de sus conferencias de prensa mañaneras, y repartiendo a diestra y siniestra calificativos, y demoledoras diatribas, aderezadas, unas y otras, con frases que ya merecen una antología de varios volúmenes. La más repetida: "Me canso ganso". Y las llegadoras, "No tengo derecho a fallar", "Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie", "No (vamos a) ocultar nada, no (vamos a) ser tapadera de nadie", "El huachicoleo es tan grave que casi había un Pemex pirata", "Sí, cometemos errores, esa es la diferencia entre el ser humano y la divinidad",
Y otras como: "No debí decir mezquinos, sino que son tiempos de canallas", "No es mi fuerte la venganza, si bien no olvido, sí soy partidario del perdón y la indulgencia", "No me van a cucar (hacer caer en provocaciones)", "No a la basura, no al Ecoloco", "Estoy bien, así como me ven sigo bateando arriba de 300", "Nada material me interesa, ni me importa la parafernalia del poder", "El presidente de México nunca dará la orden de reprimir al pueblo ni será encubridor de eventuales violaciones a los derechos humanos", "Van a bajar los sueldos de los de arriba porque van a aumentar los sueldos de los de abajo", “Dejo en claro que, bajo ninguna circunstancia, habré de reelegirme. Por el contario, me someteré a la revocación del mandato".
Balances nacionales aparte, la muy mala noticia para Morelos es que fue denegada la solicitud de Cuauhtémoc Blanco al presidente López Obrador para que enviara 250 elementos de la Policía Federal a nuestro estado. El argumento es que en otros sitios están peor y lo necesitan más (como en Nuevo León y Tamaulipas, donde los secuestros a migrantes son espeluznantes) y que nos esperemos a la Guardia Nacional. ¡Error! Lo que hace falta es atender el problema antes de que se desborde como en Guerrero, Michoacán o Baja California y no esperar que el problema crezca tanto que lo que se pudo contener esté (como ya parece) fuera de control. Solo chequen los saldos de homicidios que siguen al alza todos los días.
José Alberto “Pepe” Mujica, quien fuera presidente de Uruguay, él sí, reconocido por su congruencia, honestidad y austeridad, dijo: “Los buenos gobiernos no son los que usan los impuestos de los trabajadores para dárselo a los flojos; los grandes gobiernos son los que crean las condiciones para que todos tengan trabajo”.
Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.
