/ jueves 2 de agosto de 2018

Linchamientos, crispación y la urdimbre…

La semana anterior, cuando se anunció la conformación de grupos de autodefensa en diferentes zonas del oriente de Morelos, habíamos advertido del riesgo enorme de que la gente tomara la justicia en sus propias manos. Los recientes hechos en Tetela del Volcán son una evidencia de lo que puede ocurrir cuando se combinan la ira, la complacencia de supuestos representantes sociales, la inacción policial, y la indolencia de autoridades. Porque si bien la víctima de la violencia en el pueblo de Tetela pudo haber sido un delincuente, a todas luces resulta un exceso quitarle la vida y mucho más frente al silencio de las autoridades.

Al formarse los grupos de vigilancia comunitaria, no pocos irreflexivos comentaristas casi lo celebraron, decían que frente a la inacción de la autoridad era justificado que estos grupos tomaran acción (lo que parece un argumento sólido si no se entiende que las turbas son siempre riesgosas y se conocen por sus excesos más que por su templanza y capacidad de hacer justicia). Presuntos defensores de los derechos humanos, representantes populares y hasta miembros del clero justificaron la presencia de grupos ciudadanos para hacer justicia, en un escenario que lucía ya entonces aterrador, y que este martes se convirtió en fatal.

La mayor parte de quienes la semana pasada los habían celebrado, hoy llaman al orden para evitar excesos con una hipocresía y oportunismo total. Ellos mismos arengaron en momentos a acciones al margen de la ley que, por cierto, es inaplicable con instituciones que se atreven a reportar, como la Fiscalía General del Estado cosas como “Al detectarlo y asegurarlo (a uno de los extranjeros que supuestamente realizaban actividades ilícitas), los pobladores del lugar lo trasladaron al zócalo del Municipio en donde tomaron la decisión de privarlo de la vida, en medio de la presencia de un numeroso grupo de habitantes”. Así se refiere la responsable de la persecución de los delitos a los hechos del martes en Tetela del Volcán ¿Y la autoridad? ¿Y los derechos humanos? ¿Y la garantía de justicia?

Aclaramos que no se trata de defender a quienes cometen “actividades ilícitas”, pero sí de establecer que una injusticia no se corrige con otra, y el castigo excesivo, el homicidio tumultuario, son injusticias terribles. Insistimos, se reconoce la injusticia que sufren quienes son víctimas del crimen y advertimos, como hemos hecho muchas ocasiones antes, de las terribles consecuencias de una autoridad incapaz de detener la actividad delictiva en una demarcación; pero también subrayamos la urgencia de la exigencia a la autoridad no se cambie por el afán vindicativo de la justicia por propia mano, que rara vez es justa.

¿Y si se tratara de una parte de la maquinación que el gobernador electo, Cuauhtémoc Blanco, identifica como estrategia para desestabilizar? El ambiente de rispidez en Morelos es alto y ha servido de materia prima para toda suerte de atropellos a la paz. Cuauhtémoc ha señalado la posibilidad de que exista una estrategia con fines políticos en que la mayor parte de los hechos notorios de inseguridad de los últimos días parecieran inscritos. La posibilidad de que eso ocurra parte de una táctica de manipulación en que se tomara el miedo de grupos ciudadanos para motivar la ira y llevar al gobierno entrante a una transición bastante forzada, no necesariamente para pactar con el gobierno actual, sino con grupos políticos diversos. Si se trata de una urdimbre, ha llegado demasiado lejos.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La semana anterior, cuando se anunció la conformación de grupos de autodefensa en diferentes zonas del oriente de Morelos, habíamos advertido del riesgo enorme de que la gente tomara la justicia en sus propias manos. Los recientes hechos en Tetela del Volcán son una evidencia de lo que puede ocurrir cuando se combinan la ira, la complacencia de supuestos representantes sociales, la inacción policial, y la indolencia de autoridades. Porque si bien la víctima de la violencia en el pueblo de Tetela pudo haber sido un delincuente, a todas luces resulta un exceso quitarle la vida y mucho más frente al silencio de las autoridades.

Al formarse los grupos de vigilancia comunitaria, no pocos irreflexivos comentaristas casi lo celebraron, decían que frente a la inacción de la autoridad era justificado que estos grupos tomaran acción (lo que parece un argumento sólido si no se entiende que las turbas son siempre riesgosas y se conocen por sus excesos más que por su templanza y capacidad de hacer justicia). Presuntos defensores de los derechos humanos, representantes populares y hasta miembros del clero justificaron la presencia de grupos ciudadanos para hacer justicia, en un escenario que lucía ya entonces aterrador, y que este martes se convirtió en fatal.

La mayor parte de quienes la semana pasada los habían celebrado, hoy llaman al orden para evitar excesos con una hipocresía y oportunismo total. Ellos mismos arengaron en momentos a acciones al margen de la ley que, por cierto, es inaplicable con instituciones que se atreven a reportar, como la Fiscalía General del Estado cosas como “Al detectarlo y asegurarlo (a uno de los extranjeros que supuestamente realizaban actividades ilícitas), los pobladores del lugar lo trasladaron al zócalo del Municipio en donde tomaron la decisión de privarlo de la vida, en medio de la presencia de un numeroso grupo de habitantes”. Así se refiere la responsable de la persecución de los delitos a los hechos del martes en Tetela del Volcán ¿Y la autoridad? ¿Y los derechos humanos? ¿Y la garantía de justicia?

Aclaramos que no se trata de defender a quienes cometen “actividades ilícitas”, pero sí de establecer que una injusticia no se corrige con otra, y el castigo excesivo, el homicidio tumultuario, son injusticias terribles. Insistimos, se reconoce la injusticia que sufren quienes son víctimas del crimen y advertimos, como hemos hecho muchas ocasiones antes, de las terribles consecuencias de una autoridad incapaz de detener la actividad delictiva en una demarcación; pero también subrayamos la urgencia de la exigencia a la autoridad no se cambie por el afán vindicativo de la justicia por propia mano, que rara vez es justa.

¿Y si se tratara de una parte de la maquinación que el gobernador electo, Cuauhtémoc Blanco, identifica como estrategia para desestabilizar? El ambiente de rispidez en Morelos es alto y ha servido de materia prima para toda suerte de atropellos a la paz. Cuauhtémoc ha señalado la posibilidad de que exista una estrategia con fines políticos en que la mayor parte de los hechos notorios de inseguridad de los últimos días parecieran inscritos. La posibilidad de que eso ocurra parte de una táctica de manipulación en que se tomara el miedo de grupos ciudadanos para motivar la ira y llevar al gobierno entrante a una transición bastante forzada, no necesariamente para pactar con el gobierno actual, sino con grupos políticos diversos. Si se trata de una urdimbre, ha llegado demasiado lejos.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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