/ martes 21 de junio de 2022

Libertad para democratizar

“La libertad de expresión no es una entre otras libertades” sino la libertad política por excelencia. Francisco J. Laporta. Un México democrático, conlleva un México libre, con una prensa crítica al quehacer gubernamental, con medios de comunicación en una especie de contrapoder, capaces de cuestionar y alzar la voz.

Hace unos días conmemoramos el día de la libertad de expresión en nuestro país, en paralelo este 2022, doce personas con actividades referentes al periodismo fueron asesinadas y aunque las investigaciones siguen y deberán determinar si la causa es su ejercicio profesional, no podemos omitir una realidad lacerante que se vive desde hace años.

En el anexo de periodistas asesinados, con informes del Comité de protección a periodistas, se relatan como años más mortíferos, el 2010 con veintiséis homicidios, 2012 con veinticuatro, 2015 con 19. No podemos llegar a eso, las muertes de quienes ejercen su libertad de expresión impactan a toda la población; porque esas voces que son silenciadas no se recuperan y esas verdades que eran narradas, hoy nos dejan en la desinformación.

Las zonas silenciadas son de facto, cada vez más en México; el tétrico informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre estos lugares en donde su población tiene coartado su derecho a la información, se extiende, se trata de zonas en donde el crimen organizado aniquila el trabajo de los medios de comunicación y cuando estos se autocensuran, la población es quien paga por no conocer la realidad. El reporte habló hace unos años de Tamaulipas, hoy sabemos de más Entidades en esa situación.

Pero el problema va más allá, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, exhibe que el peor enemigo del informador no es solo el integrante del crimen organizado, sino de los gobiernos que amenazan las publicaciones. Las declaraciones exhibidas del presidente del Partido Revolucionario Institucional, Alito Moreno, “a los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”, reflejan el modus operandi de los políticos corruptos, comprando publicaciones y acorralando a representantes de los medios de comunicación; que a su vez padecen malas condiciones laborales, la falta de seguridad social y su constante exposición a situaciones de riesgo.

A su vez, la poca tolerancia de los gobernantes al cuestionamiento; pero eso lo tocaremos en otro momento, junto a las medidas recomendadas y desde la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En estos días agradezco al IMPAJOVEN, por reconocer mi trabajo junto a compañeras y compañeros del Estado, en el marco de la libertad de expresión, pero hay mucho por hacer, la dignificación del ejercicio es una tarea diaria, el rigor periodístico que nos genera credibilidad debe ser el mejor aliciente; y para la sociedad, en esa búsqueda de derechos, consideremos que la lucha por la seguridad para periodistas, es también una lucha por nuestros derechos a estar informados; nadie, nadie gana con la autocensura.

“La libertad de expresión no es una entre otras libertades” sino la libertad política por excelencia. Francisco J. Laporta. Un México democrático, conlleva un México libre, con una prensa crítica al quehacer gubernamental, con medios de comunicación en una especie de contrapoder, capaces de cuestionar y alzar la voz.

Hace unos días conmemoramos el día de la libertad de expresión en nuestro país, en paralelo este 2022, doce personas con actividades referentes al periodismo fueron asesinadas y aunque las investigaciones siguen y deberán determinar si la causa es su ejercicio profesional, no podemos omitir una realidad lacerante que se vive desde hace años.

En el anexo de periodistas asesinados, con informes del Comité de protección a periodistas, se relatan como años más mortíferos, el 2010 con veintiséis homicidios, 2012 con veinticuatro, 2015 con 19. No podemos llegar a eso, las muertes de quienes ejercen su libertad de expresión impactan a toda la población; porque esas voces que son silenciadas no se recuperan y esas verdades que eran narradas, hoy nos dejan en la desinformación.

Las zonas silenciadas son de facto, cada vez más en México; el tétrico informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre estos lugares en donde su población tiene coartado su derecho a la información, se extiende, se trata de zonas en donde el crimen organizado aniquila el trabajo de los medios de comunicación y cuando estos se autocensuran, la población es quien paga por no conocer la realidad. El reporte habló hace unos años de Tamaulipas, hoy sabemos de más Entidades en esa situación.

Pero el problema va más allá, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, exhibe que el peor enemigo del informador no es solo el integrante del crimen organizado, sino de los gobiernos que amenazan las publicaciones. Las declaraciones exhibidas del presidente del Partido Revolucionario Institucional, Alito Moreno, “a los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”, reflejan el modus operandi de los políticos corruptos, comprando publicaciones y acorralando a representantes de los medios de comunicación; que a su vez padecen malas condiciones laborales, la falta de seguridad social y su constante exposición a situaciones de riesgo.

A su vez, la poca tolerancia de los gobernantes al cuestionamiento; pero eso lo tocaremos en otro momento, junto a las medidas recomendadas y desde la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En estos días agradezco al IMPAJOVEN, por reconocer mi trabajo junto a compañeras y compañeros del Estado, en el marco de la libertad de expresión, pero hay mucho por hacer, la dignificación del ejercicio es una tarea diaria, el rigor periodístico que nos genera credibilidad debe ser el mejor aliciente; y para la sociedad, en esa búsqueda de derechos, consideremos que la lucha por la seguridad para periodistas, es también una lucha por nuestros derechos a estar informados; nadie, nadie gana con la autocensura.