/ lunes 5 de diciembre de 2022

Qué error buscarle al Plan de Ayala; otras paternidades: Carlos Barreto Zamudio (II)

Continúo con la entrevista al doctor en Historia cuautlense, Carlos Barreto Zamudio. “Después de los avances que había logrado el campesinado luego de la Revolución Mexicana, aparecen las grandes centrales campesinas en un principio de la mano del Plan de Ayala, quienes presentan al campesinado como un interlocutor digno en el país lo que se le había negado desde la época de la colonia”.

¿Qué hay de ese carácter socialista que se le da al Plan de Ayala?

"Lo que pasa es que el Plan de Ayala plantea la redistribución de la riqueza nacional. No es un plan pueblerino que buscara solo resolver el problema de un pueblo, sino que iban por la redistribución de la riqueza de los bienes nacionales y por el fin de los monopolios. En 1911 esta ideología de los monopolios provenía de los hermanos Flores Magón con nuevas formas de posesión social que chocaba con el gran capital que tiende hacia el monopolio".

"De repente decimos la palabra socialista al referirnos al Plan de Ayala y nos espantamos porque tiene ese carácter muy ideologizado peyorativamente que proviene de esta manera liberal de ver el mundo en el cual las palabras capital, riqueza y propiedad privada son los grandes valores en los que se asienta el progreso. Pero cuando hablamos de riqueza, yo me pregunto: ¿Riqueza para quién? Y es que este Plan plantea que el bienestar tiene que ser para todos y que la riqueza no debe ser de los monopolistas, de los grandes concentradores, de los 'científicos' como eran conocidos esos grandes millonarios porfiristas o los hacendados, contra los que luchaba Zapata, sino de todos los mexicanos".

¿Por qué al Plan de Ayala se le sigue estudiando hoy en día en diversas cátedras universitarias del mundo?

"Bueno, el historiador John Womack Jr. sacó un artículo hace años en el que decía que el Plan de Ayala es un documento ya muy analizado del que ya no había nada nuevo que decir. Sin embargo, como documento del zapatismo, tiene que seguirse revisando a la luz de los nuevos aportes de la historiografía mundial. Es decir, no es un tema agotado y siempre hay maneras de revisarlo y de interpretarlo porque movimientos como el zapatismo son complejos. Es decir, el Plan de Ayala sigue vivo y si lo negamos corremos el riesgo de caer en el juego político porque no hay político en Morelos que no diga en su discurso político “que hace suyos los planteamientos de Zapata y del Plan de Ayala”, y habrá que ver si esos políticos han leído alguna vez este documento histórico. Lo usan solo en sus discursos".

Y del Plan de Ayala hay análisis magníficos y más recientes de historiadores notables como Friedrich Katz, Felipe Ávila Pineda o Adolfo Gilly, entre otros, porque en el zapatismo hay vida más allá de Womack y aunque valioso, también se le fueron muchos detalles, ¿cómo lo de la comida en el Jardín Borda?, pregunto. "Claro ese Menú que tu abuelo y padre conservaron casi 100 años –dice a quien esto escribe--, con las firmas de los notables asistentes que atestiguan que Zapata, ya alzado en armas, sí fue invitado, por ejemplo. Pero tampoco podemos negar el papel fundamental de Womack para el desarrollo de la idea del zapatismo como tema académico".

En cuanto a la participación de Otilio Montaño dentro de este asunto fue muy valiosa porque un profesor como Otilio Montaño no es esa figura devaluada de muchos profesores hoy en día, sino que fue una persona preparada y muy respetada. El Plan de Ayala es un documento tan importante y de pronto se le quieren buscar otras paternidades. Es un documento muy acabado, muy preciso, muy de avanzada, en donde se plasman perfectamente las súplicas de los pueblos con sus propias necesidades y sus propias demandas que es la causa principal que enarboló Zapata. Lo que queda muy claro, es que se firmó en Ayoxuxtla, Puebla el 28 de noviembre de 1911”, finaliza el historiador. ¿Qué tal amigos, eh?

Y hasta el próximo lunes.

Continúo con la entrevista al doctor en Historia cuautlense, Carlos Barreto Zamudio. “Después de los avances que había logrado el campesinado luego de la Revolución Mexicana, aparecen las grandes centrales campesinas en un principio de la mano del Plan de Ayala, quienes presentan al campesinado como un interlocutor digno en el país lo que se le había negado desde la época de la colonia”.

¿Qué hay de ese carácter socialista que se le da al Plan de Ayala?

"Lo que pasa es que el Plan de Ayala plantea la redistribución de la riqueza nacional. No es un plan pueblerino que buscara solo resolver el problema de un pueblo, sino que iban por la redistribución de la riqueza de los bienes nacionales y por el fin de los monopolios. En 1911 esta ideología de los monopolios provenía de los hermanos Flores Magón con nuevas formas de posesión social que chocaba con el gran capital que tiende hacia el monopolio".

"De repente decimos la palabra socialista al referirnos al Plan de Ayala y nos espantamos porque tiene ese carácter muy ideologizado peyorativamente que proviene de esta manera liberal de ver el mundo en el cual las palabras capital, riqueza y propiedad privada son los grandes valores en los que se asienta el progreso. Pero cuando hablamos de riqueza, yo me pregunto: ¿Riqueza para quién? Y es que este Plan plantea que el bienestar tiene que ser para todos y que la riqueza no debe ser de los monopolistas, de los grandes concentradores, de los 'científicos' como eran conocidos esos grandes millonarios porfiristas o los hacendados, contra los que luchaba Zapata, sino de todos los mexicanos".

¿Por qué al Plan de Ayala se le sigue estudiando hoy en día en diversas cátedras universitarias del mundo?

"Bueno, el historiador John Womack Jr. sacó un artículo hace años en el que decía que el Plan de Ayala es un documento ya muy analizado del que ya no había nada nuevo que decir. Sin embargo, como documento del zapatismo, tiene que seguirse revisando a la luz de los nuevos aportes de la historiografía mundial. Es decir, no es un tema agotado y siempre hay maneras de revisarlo y de interpretarlo porque movimientos como el zapatismo son complejos. Es decir, el Plan de Ayala sigue vivo y si lo negamos corremos el riesgo de caer en el juego político porque no hay político en Morelos que no diga en su discurso político “que hace suyos los planteamientos de Zapata y del Plan de Ayala”, y habrá que ver si esos políticos han leído alguna vez este documento histórico. Lo usan solo en sus discursos".

Y del Plan de Ayala hay análisis magníficos y más recientes de historiadores notables como Friedrich Katz, Felipe Ávila Pineda o Adolfo Gilly, entre otros, porque en el zapatismo hay vida más allá de Womack y aunque valioso, también se le fueron muchos detalles, ¿cómo lo de la comida en el Jardín Borda?, pregunto. "Claro ese Menú que tu abuelo y padre conservaron casi 100 años –dice a quien esto escribe--, con las firmas de los notables asistentes que atestiguan que Zapata, ya alzado en armas, sí fue invitado, por ejemplo. Pero tampoco podemos negar el papel fundamental de Womack para el desarrollo de la idea del zapatismo como tema académico".

En cuanto a la participación de Otilio Montaño dentro de este asunto fue muy valiosa porque un profesor como Otilio Montaño no es esa figura devaluada de muchos profesores hoy en día, sino que fue una persona preparada y muy respetada. El Plan de Ayala es un documento tan importante y de pronto se le quieren buscar otras paternidades. Es un documento muy acabado, muy preciso, muy de avanzada, en donde se plasman perfectamente las súplicas de los pueblos con sus propias necesidades y sus propias demandas que es la causa principal que enarboló Zapata. Lo que queda muy claro, es que se firmó en Ayoxuxtla, Puebla el 28 de noviembre de 1911”, finaliza el historiador. ¿Qué tal amigos, eh?

Y hasta el próximo lunes.