/ lunes 12 de septiembre de 2022

Las Vueltas que da la Vida | El Manifiesto que aún desconocen los morelenses (II)

Efectivamente, queridos lectores, en esta continuación acerca del Manifiesto que regresó a Morelos en 1998, les explico el porqué es una joya el documento. Una de las razones es porque Zapata siempre ha sido Zapata.

Cuando entrevisté a Jorge Zapata, hijo de Nicolás el primogénito del general hace ya tiempo, me dijo: “A mi abuelo lo homenajean cada año pero ni así ocultan que su nombre ha sido siempre una piedra en el zapato de los gobiernos y es que si tan solo hubieran adoptado un artículo de su Plan de Ayala, México sería otro, sería mejor”. Por de pronto el gran nahuatlato don Miguel León Portilla, (1926-2019) a petición del entonces gobernador Jorge Carrillo Olea publicó en 1996 (cuando aún se desconocía el Manifiesto de Zapata a los mexicanos, que aparecería a la venta en Londres dos años después y que el gobierno de Morelos mandó adquirir para que fuera devuelto a los morelenses), la obra “Los Manifiestos en Náhuatl de Emiliano Zapata”, edición escrita por León Portilla bajo la supervisión del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM en coordinación con el Gobierno del Estado de Morelos.

Para quien se pregunte: ¿Por qué sus manifiestos los escribía Zapata en náhuatl y después en castellano? la respuesta nos la da el mismo León Portilla: “En ellos se resalta la unión de Zapata con el mundo indígena al que él mismo pertenecía. Entre la gente de Zapata de estados aledaños a Morelos, había quienes comprendían mejor la lengua indígena que la lengua de castilla. Por lo que Zapata publicó sus manifiestos escritos en primera instancia en la variante del náhuatl que podía considerarse como la más hablada y frecuente en el altiplano central de México (que comprende seis estados de la República).

Al hacerlo, el Caudillo del Sur resaltó la importancia que le daba al idioma que se habló en el México antiguo, con ello evidenció más que su cercanía, la relación que mantuvo con los indígenas… A Zapata le interesaba no solo ganarse a los que hasta ese momento seguían levantados en armas, sino también al campesinado que en sus pueblos y rancherías colaboraban con él de varias maneras. Aunque desconocemos quien fue el experto lingüista que supervisó el náhuatl que expresa sus ideas en dichos manifiestos, consta, puesto que los suscribió el mismo Zapata en castellano”.

Es obvio que el Caudillo del Sur quiso lograr mayor acercamiento con todos los nahua hablantes que sabía que también luchaban por la reivindicación de sus tierras. “El hecho de que se haya preocupado Zapata que sus manifiestos se publicaran también en náhuatl, es lo más cercano al presente en la Historia de México, de que en un movimiento eminentemente popular, se difundieron textos a modo de manifiestos en idioma náhuatl para estar en permanente comunicación en ambas lenguas. Todos llevan su explicación en castellano, tal cosa -continuó León Portilla-, acrecienta el interés de los documentos en lengua indígena”.

De hecho, el Manifiesto que aún no se da a conocer a los morelenses en general y que pese a que se ignora la ubicación del original, es un llamado al mundo indígena y a todas las fracciones revolucionarias, para unirse contra Carranza y contra los hacendados. Y hoy, gracias al trabajo que realizó León Portilla con su investigación sabemos que al dar a conocer Zapata sus manifiestos en lengua náhuatl evidenció su sensibilidad al reconocer siempre, el lenguaje madre de las tierras mexicanas que ya peleaban su misma causa en varios estados del país. Entre ellos, además de Morelos, eran Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y el antiguo Distrito Federal además de Guerrero, Uno de esos integrantes cuyo nombre y firma aparece al final del Manifiesto adquirido en Londres es Fortino Ayaquica, nacido en Tochimilco, Puebla en 1883, fue un ex obrero textil en Atlixco que llegó a ser militar campesino al participar en la Revolución mexicana. Además de la muy clara firma de Zapata.

Al hacerme llegar un buen amigo mío, el Doctor y coleccionista Jorge Ganem Guerra una copia ampliada del mismo, se observa otro nombre: el de un tal M. Carrasco. No pudo ser posible que se confundiera con el de Domingo Arenas, ya que falleció antes, en 1917 y también como Zapata asesinado. Y reitero una vez más, el por qué el original de este Manifiesto firmado el 25 de abril de 1918 es considerado una joya, luego de leerlo, me queda claro que es porque Zapata a través de estos manifiestos, hace una invitación tácita al mundo indígena para unirse “al gran trabajo que haremos ante nuestra madrecita tierra”, expresaría el General Emiliano Zapata y habrá más.

Hasta el próximo lunes.

Efectivamente, queridos lectores, en esta continuación acerca del Manifiesto que regresó a Morelos en 1998, les explico el porqué es una joya el documento. Una de las razones es porque Zapata siempre ha sido Zapata.

Cuando entrevisté a Jorge Zapata, hijo de Nicolás el primogénito del general hace ya tiempo, me dijo: “A mi abuelo lo homenajean cada año pero ni así ocultan que su nombre ha sido siempre una piedra en el zapato de los gobiernos y es que si tan solo hubieran adoptado un artículo de su Plan de Ayala, México sería otro, sería mejor”. Por de pronto el gran nahuatlato don Miguel León Portilla, (1926-2019) a petición del entonces gobernador Jorge Carrillo Olea publicó en 1996 (cuando aún se desconocía el Manifiesto de Zapata a los mexicanos, que aparecería a la venta en Londres dos años después y que el gobierno de Morelos mandó adquirir para que fuera devuelto a los morelenses), la obra “Los Manifiestos en Náhuatl de Emiliano Zapata”, edición escrita por León Portilla bajo la supervisión del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM en coordinación con el Gobierno del Estado de Morelos.

Para quien se pregunte: ¿Por qué sus manifiestos los escribía Zapata en náhuatl y después en castellano? la respuesta nos la da el mismo León Portilla: “En ellos se resalta la unión de Zapata con el mundo indígena al que él mismo pertenecía. Entre la gente de Zapata de estados aledaños a Morelos, había quienes comprendían mejor la lengua indígena que la lengua de castilla. Por lo que Zapata publicó sus manifiestos escritos en primera instancia en la variante del náhuatl que podía considerarse como la más hablada y frecuente en el altiplano central de México (que comprende seis estados de la República).

Al hacerlo, el Caudillo del Sur resaltó la importancia que le daba al idioma que se habló en el México antiguo, con ello evidenció más que su cercanía, la relación que mantuvo con los indígenas… A Zapata le interesaba no solo ganarse a los que hasta ese momento seguían levantados en armas, sino también al campesinado que en sus pueblos y rancherías colaboraban con él de varias maneras. Aunque desconocemos quien fue el experto lingüista que supervisó el náhuatl que expresa sus ideas en dichos manifiestos, consta, puesto que los suscribió el mismo Zapata en castellano”.

Es obvio que el Caudillo del Sur quiso lograr mayor acercamiento con todos los nahua hablantes que sabía que también luchaban por la reivindicación de sus tierras. “El hecho de que se haya preocupado Zapata que sus manifiestos se publicaran también en náhuatl, es lo más cercano al presente en la Historia de México, de que en un movimiento eminentemente popular, se difundieron textos a modo de manifiestos en idioma náhuatl para estar en permanente comunicación en ambas lenguas. Todos llevan su explicación en castellano, tal cosa -continuó León Portilla-, acrecienta el interés de los documentos en lengua indígena”.

De hecho, el Manifiesto que aún no se da a conocer a los morelenses en general y que pese a que se ignora la ubicación del original, es un llamado al mundo indígena y a todas las fracciones revolucionarias, para unirse contra Carranza y contra los hacendados. Y hoy, gracias al trabajo que realizó León Portilla con su investigación sabemos que al dar a conocer Zapata sus manifiestos en lengua náhuatl evidenció su sensibilidad al reconocer siempre, el lenguaje madre de las tierras mexicanas que ya peleaban su misma causa en varios estados del país. Entre ellos, además de Morelos, eran Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y el antiguo Distrito Federal además de Guerrero, Uno de esos integrantes cuyo nombre y firma aparece al final del Manifiesto adquirido en Londres es Fortino Ayaquica, nacido en Tochimilco, Puebla en 1883, fue un ex obrero textil en Atlixco que llegó a ser militar campesino al participar en la Revolución mexicana. Además de la muy clara firma de Zapata.

Al hacerme llegar un buen amigo mío, el Doctor y coleccionista Jorge Ganem Guerra una copia ampliada del mismo, se observa otro nombre: el de un tal M. Carrasco. No pudo ser posible que se confundiera con el de Domingo Arenas, ya que falleció antes, en 1917 y también como Zapata asesinado. Y reitero una vez más, el por qué el original de este Manifiesto firmado el 25 de abril de 1918 es considerado una joya, luego de leerlo, me queda claro que es porque Zapata a través de estos manifiestos, hace una invitación tácita al mundo indígena para unirse “al gran trabajo que haremos ante nuestra madrecita tierra”, expresaría el General Emiliano Zapata y habrá más.

Hasta el próximo lunes.