/ lunes 21 de noviembre de 2022

Con la piel chinita de emoción (II)

¿Qué creen, queridos lectores?, fueron 15 los Tesoros Humanos Vivos en Morelos este año, todos valiosos pero había que elegir solo tres.

En Morelos, la Secretaría de Turismo y Cultura del estado, a través de la Dirección General de Promoción Cultural para la Paz, Atención a Públicos Específicos y Patrimonio, año con año, se da a la tarea de lanzar la convocatoria para que las comunidades, pueblos o vecinos postulen a quienes consideran que pueden ostentar la denominación de Tesoro Humano Vivo.

El lunes pasado llegué al evento de premiación de los mismos que se llevó a cabo en la antigua residencia del general Lázaro Cárdenas del Rio, en Cuernavaca, llamada Casa Palmira, -nombre de una pequeña hija del legendario presidente Cárdenas que falleció a muy temprana edad-, hoy la finca está bajo resguardo de la Fundación Instituto Palmira que, pese al abandono en que se hallaba la otrora posesión del general, ya se recuperó y quedó prácticamente igual a cuando la ocupaba Cárdenas.

Originalmente el predio era de más de cien hectáreas que le donaron al general y que él a su vez, entregó en 1943 al pueblo de Morelos, -la historia es fascinante ya se las contaré más adelante-.

Dicha donación que la hizo a través de la Beneficencia Pública fue para crear la Escuela Normal Rural de Señoritas con carácter de Internado, llamado Palmira, luego de casi 80 años, continúa en funciones. La preocupación del llamado Tata era que las alumnas de origen humilde que no pudieran acceder a una buena y completa educación, se les diera esa oportunidad.

El general pasó muchos y muy felices días en ese lugar, como buen militar era muy disciplinado, cuentan, de buena fuente, que en ocasiones cuando citaba a funcionarios a su finca y llegaban cuando él aún no terminaba sus ejercicios de natación en la bonita alberca, hacía que le rindieran el parte de los asuntos que le interesaban en ese momento y solo detenía su nado para dictar instrucciones al respecto. Aunque el Internado siguió a través del tiempo, la casa que ocupó el general llevaba varias décadas en total olvido sin embargo, hace un año, el gobierno a través de la Funación arriba descrita, inició su rescate, la arreglaron y quedó esplendida tal y como estaba en sus tiempos presidenciales. Así que fue un buen lugar para homenajear a los Tesoros Humanos Vivos, ya que es un sitio histórico digno de visitar por varias razones.

Aquí el general delineó el Decreto de Expropiación Petrolera que dio a conocer al país, la noche del viernes 18 de marzo de 1938 a través de los medios de comunicación. Por cierto, la medida que consistía en la apropiación legal del petróleo mexicano y que afectó a 17 compañías extranjeras, desde ese momento quedó como propiedad de los mexicanos. A decir del ex presidente don Luis Echeverría Álvarez, la Expropiación Petrolera fue la obra cumbre de la Revolución Mexicana.

Pero de vuelta en esta columna a la actual premiación de los tres ganadores del lunes pasado, empiezo con uno de ellos, después les detallo los otros dos.

Fíjense que una vez concluido el evento cuando prácticamente casi todos los invitados se habían retirado, ocurrió un momento único, de pronto los 30 elementos que componen la formidable Banda Brígido Santamaría de Tlayacapan, todos de pie, derechitos, en formación perfecta, cada uno portando un precioso y diferente jorongo como si aún estuvieran ante las más altas autoridades del estado, comenzaron a tocar sus maravillosos instrumentos de viento.

¡Caray!, me dije, lo que es llevar la música en el alma y el amor a su cultura. En ese momento, los trabajadores de Servicios Generales que retiraban sillas, lonas y demás enseres dejaron de hacer ruido, respetuosos de la magnífica banda de viento que tocaba solo para ellos.

Quien esto escribe, con la piel chinita de la emoción y la mirada acuosa, grabé en mi mente esos momentos para compartirlos después con ustedes queridos lectores. Claro que esta banda fundada hace 140 años se mereció uno de los tres principales galardones y lo mejor es que el maestro y director de la misma, don Teodulfo Santamaría, es descendientes del fundador, por cierto, la Banda ha viajado varias veces a presentarse a distintos países del mundo.

Y fue la titular de Turismo y Cultura de Morelos, Julieta Goldzweig Cornejo, la que durante el evento dio la clave de la importancia de estas designaciones al destacar que “precisamente debido a esa falta de identidad de la que carecen muchos morelenses, es importante destacar a los Tesoros Humanos Vivos para preservar su cultura como herencia viva para presentes y futuras generaciones”. Y ya terminado el evento, me comencé a alejar con el sonido inefable de ese otro viento maravilloso de músicos de pueblo.

Y hasta el próximo viernes.

¿Qué creen, queridos lectores?, fueron 15 los Tesoros Humanos Vivos en Morelos este año, todos valiosos pero había que elegir solo tres.

En Morelos, la Secretaría de Turismo y Cultura del estado, a través de la Dirección General de Promoción Cultural para la Paz, Atención a Públicos Específicos y Patrimonio, año con año, se da a la tarea de lanzar la convocatoria para que las comunidades, pueblos o vecinos postulen a quienes consideran que pueden ostentar la denominación de Tesoro Humano Vivo.

El lunes pasado llegué al evento de premiación de los mismos que se llevó a cabo en la antigua residencia del general Lázaro Cárdenas del Rio, en Cuernavaca, llamada Casa Palmira, -nombre de una pequeña hija del legendario presidente Cárdenas que falleció a muy temprana edad-, hoy la finca está bajo resguardo de la Fundación Instituto Palmira que, pese al abandono en que se hallaba la otrora posesión del general, ya se recuperó y quedó prácticamente igual a cuando la ocupaba Cárdenas.

Originalmente el predio era de más de cien hectáreas que le donaron al general y que él a su vez, entregó en 1943 al pueblo de Morelos, -la historia es fascinante ya se las contaré más adelante-.

Dicha donación que la hizo a través de la Beneficencia Pública fue para crear la Escuela Normal Rural de Señoritas con carácter de Internado, llamado Palmira, luego de casi 80 años, continúa en funciones. La preocupación del llamado Tata era que las alumnas de origen humilde que no pudieran acceder a una buena y completa educación, se les diera esa oportunidad.

El general pasó muchos y muy felices días en ese lugar, como buen militar era muy disciplinado, cuentan, de buena fuente, que en ocasiones cuando citaba a funcionarios a su finca y llegaban cuando él aún no terminaba sus ejercicios de natación en la bonita alberca, hacía que le rindieran el parte de los asuntos que le interesaban en ese momento y solo detenía su nado para dictar instrucciones al respecto. Aunque el Internado siguió a través del tiempo, la casa que ocupó el general llevaba varias décadas en total olvido sin embargo, hace un año, el gobierno a través de la Funación arriba descrita, inició su rescate, la arreglaron y quedó esplendida tal y como estaba en sus tiempos presidenciales. Así que fue un buen lugar para homenajear a los Tesoros Humanos Vivos, ya que es un sitio histórico digno de visitar por varias razones.

Aquí el general delineó el Decreto de Expropiación Petrolera que dio a conocer al país, la noche del viernes 18 de marzo de 1938 a través de los medios de comunicación. Por cierto, la medida que consistía en la apropiación legal del petróleo mexicano y que afectó a 17 compañías extranjeras, desde ese momento quedó como propiedad de los mexicanos. A decir del ex presidente don Luis Echeverría Álvarez, la Expropiación Petrolera fue la obra cumbre de la Revolución Mexicana.

Pero de vuelta en esta columna a la actual premiación de los tres ganadores del lunes pasado, empiezo con uno de ellos, después les detallo los otros dos.

Fíjense que una vez concluido el evento cuando prácticamente casi todos los invitados se habían retirado, ocurrió un momento único, de pronto los 30 elementos que componen la formidable Banda Brígido Santamaría de Tlayacapan, todos de pie, derechitos, en formación perfecta, cada uno portando un precioso y diferente jorongo como si aún estuvieran ante las más altas autoridades del estado, comenzaron a tocar sus maravillosos instrumentos de viento.

¡Caray!, me dije, lo que es llevar la música en el alma y el amor a su cultura. En ese momento, los trabajadores de Servicios Generales que retiraban sillas, lonas y demás enseres dejaron de hacer ruido, respetuosos de la magnífica banda de viento que tocaba solo para ellos.

Quien esto escribe, con la piel chinita de la emoción y la mirada acuosa, grabé en mi mente esos momentos para compartirlos después con ustedes queridos lectores. Claro que esta banda fundada hace 140 años se mereció uno de los tres principales galardones y lo mejor es que el maestro y director de la misma, don Teodulfo Santamaría, es descendientes del fundador, por cierto, la Banda ha viajado varias veces a presentarse a distintos países del mundo.

Y fue la titular de Turismo y Cultura de Morelos, Julieta Goldzweig Cornejo, la que durante el evento dio la clave de la importancia de estas designaciones al destacar que “precisamente debido a esa falta de identidad de la que carecen muchos morelenses, es importante destacar a los Tesoros Humanos Vivos para preservar su cultura como herencia viva para presentes y futuras generaciones”. Y ya terminado el evento, me comencé a alejar con el sonido inefable de ese otro viento maravilloso de músicos de pueblo.

Y hasta el próximo viernes.