En el barrio de la Carolina descubrí unas de las mejores quesadillas de todo Cuernavaca.
Se trata de quesadillas fritas en aceite; no son quesadillotas, más bien tienen el tamaño perfecto que te permite disfrutar su sabor de tradición.
Doña Lena saca su comal en una de las zonas más populares de la Carola, justo donde termina Rubén Darío e Inicia Amado Nervo, a unos metros del Jardín de Niños Margarita Maza de Juárez.
Para empezar, la receta contempla una de pollito con papá bien frita de principio a fin. Lo bueno de Lena es que mientras observas el ritual de la preparación te puedes enterar -además- de las últimas novedades de la colonia y su folklor.
En un solo movimiento, Lena coloca la bola de masa en la máquina y de golpe la aplasta para crear un círculo perfecto, que rápidamente recibe las cucharadas del pollo bien deshebrado e integrado con los cubitos de papa más meticulosos que he visto, para ser arrojada al aceite hirviendo que la recibe con un coro de burbujas que se mueven traviesas a su alrededor.
Mientras la masa agarra color, es tiempo de pensar en la segunda de la mañana, una de las más ricas que vende Lena y que se acaba pronto: la de rajas.
Lena no escatima y la retaca hasta que queda gorda, apenas con la carga precisa para permitirle flotar en el jacuzzi. Le importa tanto que quedes satisfecho que dispone de crema, queso y salsas a tu gusto.
Para cuando te encuentras frente a los condimentos, la queca pellizcada por el centro, evapora todo el aroma que te advierte del sabor pero también de la temperatura; aún así a veces las ganas no esperan y terminas con la trompa chamuscada.
La primera mordida es fundamental para oír el crujido fuerte, esencial en este tipo de quesadillas y al mismo tiempo el inicio de una carrera de obstáculos, que sorteas para seguir comiendo sin quemarte, algo así como una suerte de malabarista en la que al mismo tiempo que masticas también soplas para seguir adelante sin parar.
A pesar que las rajas pican, de ley es preciso agregarle un poco de salsa, más aún si la verde es de las buenas, como la de Lena.
Y como la tercera es la vencida, guárdate espacio para lo sublime, porque Lena tiene las auténticas de frijoles refritos, que no encuentras en cualquier lado y que tienen un sello particular que las hace adictivas.
Lena dice que se inspira en Como Agua Para Chocolate al pararse frente al anafre y tiene dos o tres reglas básicas, por ejemplo, que hay que estar meneando las quecas todo el tiempo y que hay que soplarle bien al carbón, pero no tanto, porque se queman.
Lena es la encargada de continuar la tradición que inició su mamá -doña Mary- desde hace casi 50 años, por eso abre puntual todas las mañanas a las 9. Los lunes y martes las prepara en aceite y de miércoles a viernes van al comal. Llega a más tardar al medio día, porque se acaban.
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