Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus inquietudes, demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido; tal vez el mundo parece haber convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta.
Papa Francisco JMJ Brasil
La iglesia de Cristo a lo largo de su historia, ha demostrado en innumerables ocasiones su capacidad de reelaborarse significativamente frente adversidades tan disímiles del mundo. La fuerza creativa de la iglesia de poder reinventarse ante los desafíos sociales, ha mostrado su capacidad inventiva del espíritu de Dios como inspiración evangélica, para dar lugar a propuestas de mediación. Nunca hemos sido abandonados por la intercesión de nuestro buen Dios, al contrario, hemos visto reafirmar su alianza santa con su pueblo que clama en dolores. La iglesia por eso emprende con sus mejores elementos acciones pastorales para consolar a su pueblo, hoy también los obispos con sus sacerdotes y laicos comprometidos, estamos en la docilidad de ser instrumentos de restauración nacional para que la iglesia de Cristo en México recobre la paz.
Decididos por la exigencia social, tenemos que exhortar a nuestros jóvenes a ser agentes activos de la reconstrucción del tejido social, quizá sea este el momento de hacer de nuestras juventudes católicas un bálsamo de esperanza ante el poder de la oscuridad. Ellos en su ímpetu, son el relevo generacional que puede y debe ser corresponsable ante esta contingencia social, confiamos en ellos como los agentes necesarios para hacer surgir propuestas loables para promover un ambiente de reconciliación, justicia y paz. Le apostamos a su potencial creativo, confiando en la inspiración del espíritu de Dios en ellos. Podrán decirse muchos tapujos sobre estas nuevas generaciones llamadas líquidas, pero como un deja vu mostraron en el terremoto del 19-s su sensibilidad solidaria ante la tragedia que nos conmociono. Ellos pueden ser el hilo de Ariadna para salir de este laberinto de violencias.
Nuestros jóvenes universitarios, esos que por un bombardeo mediático de desacralización dejaron los templos de toda índole, no quiere decir que han dejado de estar conectados con el deseo de Dios, es decir, de buscar un mundo de paz y justicia. Aunque parezca paradójico, estas generaciones tienen la clave para un resurgimiento nacional y espiritual, pues a pesar de su complejidad antropológica, llevan intrínsecamente el antídoto creativo, tan sólo hace falta apostarle institucionalmente a sus iniciativas. El paradigma estructural en el que estamos padeciendo está siendo obsoleto, debemos rejuvenecernos en ellos.
Por eso hacemos un llamado extensivo a todos nuestros jóvenes, sobre todo universitarios a la organización civil, a una resistencia inteligente y combativa frente a las violencias; sin ideologías o partidismos, que puedan contaminar la intencionalidad de participación ciudadana. Este es el momento coyuntural por donde puede emerger un nuevo sujeto histórico social. Los motivamos a plantear propuestas concretas a favor de la reconstrucción y reconciliación nacional desde la organización como ciudadanos y apoyarlos para que sus propuestas factibles sean tomadas en cuenta a nivel institucional. Su iglesia y su país los necesita, no pueden dejarnos solos, juntos podremos rehabilitar nuestro cuerpo social tan lacerado por las violencias sociales. Estamos convencidos que no puede haber transformación alguna si excluimos su voz y su incidencia.
Parafraseando las palabras del Papa Francisco en el JMJ Brasil, estamos conscientes que debemos dar aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, tenemos que ayudarlos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor porque son un motor poderoso para la iglesia y la sociedad. Queremos hacer la realidad que nos exhorto nuestro obispo de Roma: “Espero lío. Aquí en Río de Janeiro sé que va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera. Quiero que la Iglesia, las parroquias, los colegios salgan a la calle” Por ello, reiteramos nuestro apoyo incondicional y nuestra exhortación a que las juventudes católicas se empoderen institucionalmente para hacer surgir propuestas organizativas de incidencia social a favor de la reconciliación y reconstrucción del tejido social. Queridos jóvenes la iglesia y la sociedad les demanda un urgente protagonismo histórico y junto con el Papa les decimos “Yo tengo confianza por ustedes y pido por ustedes. Atrévanse a vivir contracorriente”.
