/ domingo 22 de agosto de 2021

Las debilidades del modelo al desnudo

Desde finales del año pasado cuando el gobierno de Israel tomó la decisión de no esperar a que sus propios desarrollos maduraran sino de comprar cantidades masivas de la única vacuna disponible en el momento para proteger a su población, este país se convirtió en el laboratorio del mundo.

A esto se suman su estrategia de aplicación universal y no sezgada por grupo de edad o vulnerabilidad como se hizo en otros países, el uso de una sola marca de vacuna, la de Pfizer, en lugar de mezclas y, finalmente, su sistema de control y monitoreo individualizado de muy alta precisión.

El gobierno Israelí aplicó las primeras 61 dosis de la vacuna el 19 de diciembre de 2020 y para abril había alcanzado los 10 millones de dosis cubriendo con el esquema completo al 57% de su población. Por la alta eficacia de la vacuna de Pfizer, superior al 90%, esta cobertura era suficiente para considerar alcanzada la inmunidad de rebaño.

En todo caso, la procupación en ese momento era que la población no vacunada no estaba distribuida al azar como en otros países sino que se concentraba en núcleos debido a la resistencia de las comunidades ultra ortodoxas a recibir la vacuna. Sin embargo, y gracias a un buen monitoreo de la fuerza del contagio que nunca bajó de las 20 mil pruebas semanales, el panorama comenzó a mejorar.

A partir del pico máximo registrado el 18 de enero el número de casos diarios se redujo mil veces así como el número de muertes diarias lograndosé varias semanas en el mes de julio con cero muertes confirmadas por COVID-19 en todo el país. Gracias a esta estabilidad, Israel eliminó la obligatoreidad de las medidas preventivas reactivando practicamente la totalidad de sus actividades productivas y sociales.

Para mediados de abril, el sistema sanitario Israelí detectó la presencia de la variante delta en su territorio la cual pasó de estar presente en el 9% de las muestras analizadas a finales de mayo a superar el 97% en solo cuatro semanas, dominancia que se ha conservado hasta la fecha. A partir de entonces el número de casos confirmados comenzó a incrementarse hasta alcanzar esta semana los 7 mil casos diarios, solamente mil casos por debajo del máximo histórico.

El beneficio de la vacunación se detecta en el número de muertes confirmadas, la cual se encuentra todavía tres veces por debajo del máximo durante la ola de principios de año. Sin embargo, ante la posibilidad de que la fuerza protectora de la vacuna hubiese menguado con el tiempo, a partir de principios de agosto Israel ha administrado 1.2 millones de dosis de refuerzo a personas vulnerables y a mayores de 60 años.

La probabilidad en estos momentos de que una persona infectada presente una forma severa de COVID-19 es nueve veces mayor para personas de 60 años o más no vacunadas comparadas con las vacunadas. Para los menores de esa edad, la probabilidad es de dos veces.

Sin embargo, ha resultado alarmante que la mayoría de los pacientes en terapia intensiva han sido personas jóvenes sin comorbilidades, a diferencia de las olas anteriores donde la edad avanzada y la existencia de padecimientos crónicos era la constante. Esto pudiera deberse a que más de un millón de jóvenes entre 12 y 20 años han declinado vacunarse incrementando selectivamente su probabilidad de infectarse y enfermarse.

En estos momentos, Israel se encuentra al 60% de su capacidad de terapia intensiva con lo que se han activado de nueva cuenta las medidas de emergencia. La experiencia de Israel nos deja varias enseñanzas. La primera es que no debemos basar la estrategia de respuesta a la pandemia solamente en las vacunas debiendo mantener la medidas preventivas como es el uso permanente de cubrebocas fuera de casa, la reducción de contactos así como evitar convivir con otras personas en espacios cerrados o mal ventilados.

También sirve como antecedente de la eficacia pero corta duración de las vacunas, aún de las mejores, por lo que el escenario de aplicación regular de refuerzos cobra importancia. Este punto ha generado un conflicto internacional pues la Organización Mundial de la Salud había pedido a los países que no apliquen refuerzos para que las cantidades todavía limitadas de vacunas producidas se encaminen a los países más desprotegidos, algunos de los cuales no han cubierto ni siquiera al 1% de su población.

La variante delta desnudó las debilidades del modelo de respuesta. El mensaje es claro y oportuno para nosotros en Morelos que esta semana entramos a la fase crítica de la tercera ola en un escenario de retorno masivo a la escuela.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook

Desde finales del año pasado cuando el gobierno de Israel tomó la decisión de no esperar a que sus propios desarrollos maduraran sino de comprar cantidades masivas de la única vacuna disponible en el momento para proteger a su población, este país se convirtió en el laboratorio del mundo.

A esto se suman su estrategia de aplicación universal y no sezgada por grupo de edad o vulnerabilidad como se hizo en otros países, el uso de una sola marca de vacuna, la de Pfizer, en lugar de mezclas y, finalmente, su sistema de control y monitoreo individualizado de muy alta precisión.

El gobierno Israelí aplicó las primeras 61 dosis de la vacuna el 19 de diciembre de 2020 y para abril había alcanzado los 10 millones de dosis cubriendo con el esquema completo al 57% de su población. Por la alta eficacia de la vacuna de Pfizer, superior al 90%, esta cobertura era suficiente para considerar alcanzada la inmunidad de rebaño.

En todo caso, la procupación en ese momento era que la población no vacunada no estaba distribuida al azar como en otros países sino que se concentraba en núcleos debido a la resistencia de las comunidades ultra ortodoxas a recibir la vacuna. Sin embargo, y gracias a un buen monitoreo de la fuerza del contagio que nunca bajó de las 20 mil pruebas semanales, el panorama comenzó a mejorar.

A partir del pico máximo registrado el 18 de enero el número de casos diarios se redujo mil veces así como el número de muertes diarias lograndosé varias semanas en el mes de julio con cero muertes confirmadas por COVID-19 en todo el país. Gracias a esta estabilidad, Israel eliminó la obligatoreidad de las medidas preventivas reactivando practicamente la totalidad de sus actividades productivas y sociales.

Para mediados de abril, el sistema sanitario Israelí detectó la presencia de la variante delta en su territorio la cual pasó de estar presente en el 9% de las muestras analizadas a finales de mayo a superar el 97% en solo cuatro semanas, dominancia que se ha conservado hasta la fecha. A partir de entonces el número de casos confirmados comenzó a incrementarse hasta alcanzar esta semana los 7 mil casos diarios, solamente mil casos por debajo del máximo histórico.

El beneficio de la vacunación se detecta en el número de muertes confirmadas, la cual se encuentra todavía tres veces por debajo del máximo durante la ola de principios de año. Sin embargo, ante la posibilidad de que la fuerza protectora de la vacuna hubiese menguado con el tiempo, a partir de principios de agosto Israel ha administrado 1.2 millones de dosis de refuerzo a personas vulnerables y a mayores de 60 años.

La probabilidad en estos momentos de que una persona infectada presente una forma severa de COVID-19 es nueve veces mayor para personas de 60 años o más no vacunadas comparadas con las vacunadas. Para los menores de esa edad, la probabilidad es de dos veces.

Sin embargo, ha resultado alarmante que la mayoría de los pacientes en terapia intensiva han sido personas jóvenes sin comorbilidades, a diferencia de las olas anteriores donde la edad avanzada y la existencia de padecimientos crónicos era la constante. Esto pudiera deberse a que más de un millón de jóvenes entre 12 y 20 años han declinado vacunarse incrementando selectivamente su probabilidad de infectarse y enfermarse.

En estos momentos, Israel se encuentra al 60% de su capacidad de terapia intensiva con lo que se han activado de nueva cuenta las medidas de emergencia. La experiencia de Israel nos deja varias enseñanzas. La primera es que no debemos basar la estrategia de respuesta a la pandemia solamente en las vacunas debiendo mantener la medidas preventivas como es el uso permanente de cubrebocas fuera de casa, la reducción de contactos así como evitar convivir con otras personas en espacios cerrados o mal ventilados.

También sirve como antecedente de la eficacia pero corta duración de las vacunas, aún de las mejores, por lo que el escenario de aplicación regular de refuerzos cobra importancia. Este punto ha generado un conflicto internacional pues la Organización Mundial de la Salud había pedido a los países que no apliquen refuerzos para que las cantidades todavía limitadas de vacunas producidas se encaminen a los países más desprotegidos, algunos de los cuales no han cubierto ni siquiera al 1% de su población.

La variante delta desnudó las debilidades del modelo de respuesta. El mensaje es claro y oportuno para nosotros en Morelos que esta semana entramos a la fase crítica de la tercera ola en un escenario de retorno masivo a la escuela.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
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