/ jueves 20 de septiembre de 2018

Las críticas al gabinete…

Cuauhtémoc Blanco Bravo tiene completo su gabinete. No dará a conocer los nombres de quienes lo integran hasta unas horas antes de su toma de protesta, programada para el primero de octubre a las diez de la mañana, lo que significaría que, en caso de que realmente dé a conocer los nombramientos de su equipo de forma anticipada a su toma de protesta, lo hará alrededor de las ocho de la mañana de ese lunes en el que el gobierno de Morelos deberá transformarse, por lo menos de nombres y rostros e imagen institucional –que, por cierto, les quedó bien creativa, ¿a quién se le habría ocurrido una bugambilia?

La reserva de los nombres de quienes lo acompañarán en su administración es un derecho del gobernador electo. Podría incluso asumir el cargo y después hacer los nombramientos de marras, a final de cuentas es una determinación estrictamente personal y que le compete sólo a él. Pero, y esto debe quedar claro, lo que no puede evitar es la crítica sobre quienes asumirán los encargos que él confiera pues se trata de personajes públicos en funciones públicas. Tampoco debe, y esto es vital para su administración, atribuir a sus adversarios políticos cualquier crítica que venga en contra de sus determinaciones o las que provengan de su administración. Por supuesto que sus adversarios políticos dirán muchas cosas (welcome to politics), pero la razón no está en quién dice, sino en lo que se dice.

Durante las últimas décadas, los gobiernos de Jorge Carrillo Olea, Sergio Estrada Cajigal, Marco Adame Castillo y Graco Ramírez Garrido, atribuyeron la crítica a sus adversarios políticos, se cerraron a las opiniones contrarias a sus políticas públicas y esa ceguera de gabinete contribuyó en gran medida a la polarización de la sociedad y a los muy magros resultados que ofrecieron sus gobiernos en términos generales. Aunque debe reconocerse que cada una de esas administraciones tuvo por lo menos uno o dos rubros de éxito, el problema nunca fueron los capítulos en que les fue bien, sino necear en lo que hacían mal; y necearon porque atribuyeron a la crítica un origen político-electoral. A la postre, tuvieron razón quienes criticaron la crisis de seguridad y la soberbia de Jorge Carrillo Olea, la banalidad e indolencia de Sergio Estrada Cajigal; la incapacidad manifiesta en temas de seguridad y la intolerancia de Marco Adame Castillo; el fracaso en seguridad, combate a la corrupción y también la soberbia de Graco Ramírez Garrido. No fueron discusiones electoreras, se trató de críticas que pudieron corregir el rumbo del estado, pero no fueron escuchadas pues se tildaron de berrinches opositores.

El gobernador electo, Cuauhtémoc Blanco Bravo, llegará al poder con el mayor número de votos que haya tenido político alguno en comicios locales en Morelos, el tamaño de su respaldo es de más de medio millón de electores. Pero eso es suyo nada más. Sergio Estrada Cajigal tuvo un índice de votación ligeramente superior (52%), y aún sigue siendo reconocido y respetado en muchos foros de Morelos, pero su gabinete fue un desastre y ello le costó, a él y a los morelenses, la oportunidad histórica de transformar el estado. En 2018 los votos de más de 500 mil ciudadanos fueron para Cuauhtémoc Blanco, no son necesariamente extensivos a ninguno de los funcionarios que lo acompañen. Y si ni el gobernador, con todo ese respaldo ciudadano estará exento de la crítica, mucho menos la librarán los secretarios que le acompañen. Esperemos sólo que la crítica y la escucha, por primera vez en décadas, sean de calidad.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Cuauhtémoc Blanco Bravo tiene completo su gabinete. No dará a conocer los nombres de quienes lo integran hasta unas horas antes de su toma de protesta, programada para el primero de octubre a las diez de la mañana, lo que significaría que, en caso de que realmente dé a conocer los nombramientos de su equipo de forma anticipada a su toma de protesta, lo hará alrededor de las ocho de la mañana de ese lunes en el que el gobierno de Morelos deberá transformarse, por lo menos de nombres y rostros e imagen institucional –que, por cierto, les quedó bien creativa, ¿a quién se le habría ocurrido una bugambilia?

La reserva de los nombres de quienes lo acompañarán en su administración es un derecho del gobernador electo. Podría incluso asumir el cargo y después hacer los nombramientos de marras, a final de cuentas es una determinación estrictamente personal y que le compete sólo a él. Pero, y esto debe quedar claro, lo que no puede evitar es la crítica sobre quienes asumirán los encargos que él confiera pues se trata de personajes públicos en funciones públicas. Tampoco debe, y esto es vital para su administración, atribuir a sus adversarios políticos cualquier crítica que venga en contra de sus determinaciones o las que provengan de su administración. Por supuesto que sus adversarios políticos dirán muchas cosas (welcome to politics), pero la razón no está en quién dice, sino en lo que se dice.

Durante las últimas décadas, los gobiernos de Jorge Carrillo Olea, Sergio Estrada Cajigal, Marco Adame Castillo y Graco Ramírez Garrido, atribuyeron la crítica a sus adversarios políticos, se cerraron a las opiniones contrarias a sus políticas públicas y esa ceguera de gabinete contribuyó en gran medida a la polarización de la sociedad y a los muy magros resultados que ofrecieron sus gobiernos en términos generales. Aunque debe reconocerse que cada una de esas administraciones tuvo por lo menos uno o dos rubros de éxito, el problema nunca fueron los capítulos en que les fue bien, sino necear en lo que hacían mal; y necearon porque atribuyeron a la crítica un origen político-electoral. A la postre, tuvieron razón quienes criticaron la crisis de seguridad y la soberbia de Jorge Carrillo Olea, la banalidad e indolencia de Sergio Estrada Cajigal; la incapacidad manifiesta en temas de seguridad y la intolerancia de Marco Adame Castillo; el fracaso en seguridad, combate a la corrupción y también la soberbia de Graco Ramírez Garrido. No fueron discusiones electoreras, se trató de críticas que pudieron corregir el rumbo del estado, pero no fueron escuchadas pues se tildaron de berrinches opositores.

El gobernador electo, Cuauhtémoc Blanco Bravo, llegará al poder con el mayor número de votos que haya tenido político alguno en comicios locales en Morelos, el tamaño de su respaldo es de más de medio millón de electores. Pero eso es suyo nada más. Sergio Estrada Cajigal tuvo un índice de votación ligeramente superior (52%), y aún sigue siendo reconocido y respetado en muchos foros de Morelos, pero su gabinete fue un desastre y ello le costó, a él y a los morelenses, la oportunidad histórica de transformar el estado. En 2018 los votos de más de 500 mil ciudadanos fueron para Cuauhtémoc Blanco, no son necesariamente extensivos a ninguno de los funcionarios que lo acompañen. Y si ni el gobernador, con todo ese respaldo ciudadano estará exento de la crítica, mucho menos la librarán los secretarios que le acompañen. Esperemos sólo que la crítica y la escucha, por primera vez en décadas, sean de calidad.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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