/ domingo 25 de abril de 2021

Las campañas ocultan los problemas

Terminó la primera semana de campañas en pos de la elección y los intercambios proselitistas parecen haberse robado la atención de la clase política por encima de temas que resultan mucho más urgentes para el resto.

Porque los problemas generados por la escasez de agua potable que pegan no sólo a Cuernavaca (aunque sin duda es el municipio donde a más población afectan); los incendios forestales y el aumento consiguiente en los riesgos de salud pública -de por sí comprometida al grado que considerábamos máximo por la pandemia-; la resolución de la Suprema Corte de Justicia que de inmediato obliga a reponer procesos legislativos de más de 150 decretos y reformas legales con un congreso en que la mitad de los diputados están en franca campaña y donde hace muchos meses no han podido generarse acuerdos; tendrían que llamar a acciones claras, contundentes y definitivas de los poderes y los niveles de gobierno detenidos desde mucho antes del proceso electoral y que ahora, entre veda y concha han decidido mejor no mover nada hasta que se conozcan, por ahí del 9 o 10 de junio, los cómputos finales de la elección que según todo apunta, entregará un Congreso tan dividido como el actual, y cabildos en los que construir mayorías será un enorme reto.

Así que no hay para cuándo se puedan atender los temas urgentes de Morelos, lo que no parece extraño después de casi 30 meses de administraciones estatal y municipales que se han mantenido en una suerte de juegos defensivos y larguísimos estados de pasmo que, salvo quizá por un par de municipios, han dejado al estado a merced de los nada buenos oficios de un gobierno federal que pareciera voltear al estado sólo cuando es verdaderamente inaplazable por la agenda mucho más electoral que política del mandatario en turno.

Decía George Carlin, con bastante razón que en todo caso los políticos son reflejo de las familias, la sociedad, el sistema escolar y universitario, y el marco jurídico del que surgieron; una variación de aquél, los pueblos tienen los gobiernos que merecen; probablemente sea así, cuando uno nota el fracaso educativo, productivo, social, del estado en los últimos 20 años, por lo menos, y la cantidad de absurdos que la sociedad ha permitido y por los que ha votado, bastante culpa tiene la ciudadanía; mucha más cuando, siendo tiempo de exigir resultados y soluciones, se distrae profundamente con los espejitos que ofrecen los políticos en campaña.

Y en todo caso, la pregunta más elemental en tiempos de campaña no tendría que ir en el sentido de las virtudes mediáticas de los candidatos, las del tipo el más simpático, el más guapo, el que parece más honesto, el que más ha caminado por las calles, el que más fuerte habla sobre los problemas actuales; sino en sus capacidades como solucionadores de los problemas que padecemos. Porque hemos tenido ya suficientes simpáticos que luego se excusan con “no me dejan trabajar”, o “me dejaron un cochinero”, o “son politiquerías”, para acabar por no hacer absolutamente nada y pasar como becados trienios o sexenios enteros. Lo que requerimos en todo caso es gente que se ponga a solucionar los problemas ya, en un escenario que sabemos será políticamente muy complejo.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Terminó la primera semana de campañas en pos de la elección y los intercambios proselitistas parecen haberse robado la atención de la clase política por encima de temas que resultan mucho más urgentes para el resto.

Porque los problemas generados por la escasez de agua potable que pegan no sólo a Cuernavaca (aunque sin duda es el municipio donde a más población afectan); los incendios forestales y el aumento consiguiente en los riesgos de salud pública -de por sí comprometida al grado que considerábamos máximo por la pandemia-; la resolución de la Suprema Corte de Justicia que de inmediato obliga a reponer procesos legislativos de más de 150 decretos y reformas legales con un congreso en que la mitad de los diputados están en franca campaña y donde hace muchos meses no han podido generarse acuerdos; tendrían que llamar a acciones claras, contundentes y definitivas de los poderes y los niveles de gobierno detenidos desde mucho antes del proceso electoral y que ahora, entre veda y concha han decidido mejor no mover nada hasta que se conozcan, por ahí del 9 o 10 de junio, los cómputos finales de la elección que según todo apunta, entregará un Congreso tan dividido como el actual, y cabildos en los que construir mayorías será un enorme reto.

Así que no hay para cuándo se puedan atender los temas urgentes de Morelos, lo que no parece extraño después de casi 30 meses de administraciones estatal y municipales que se han mantenido en una suerte de juegos defensivos y larguísimos estados de pasmo que, salvo quizá por un par de municipios, han dejado al estado a merced de los nada buenos oficios de un gobierno federal que pareciera voltear al estado sólo cuando es verdaderamente inaplazable por la agenda mucho más electoral que política del mandatario en turno.

Decía George Carlin, con bastante razón que en todo caso los políticos son reflejo de las familias, la sociedad, el sistema escolar y universitario, y el marco jurídico del que surgieron; una variación de aquél, los pueblos tienen los gobiernos que merecen; probablemente sea así, cuando uno nota el fracaso educativo, productivo, social, del estado en los últimos 20 años, por lo menos, y la cantidad de absurdos que la sociedad ha permitido y por los que ha votado, bastante culpa tiene la ciudadanía; mucha más cuando, siendo tiempo de exigir resultados y soluciones, se distrae profundamente con los espejitos que ofrecen los políticos en campaña.

Y en todo caso, la pregunta más elemental en tiempos de campaña no tendría que ir en el sentido de las virtudes mediáticas de los candidatos, las del tipo el más simpático, el más guapo, el que parece más honesto, el que más ha caminado por las calles, el que más fuerte habla sobre los problemas actuales; sino en sus capacidades como solucionadores de los problemas que padecemos. Porque hemos tenido ya suficientes simpáticos que luego se excusan con “no me dejan trabajar”, o “me dejaron un cochinero”, o “son politiquerías”, para acabar por no hacer absolutamente nada y pasar como becados trienios o sexenios enteros. Lo que requerimos en todo caso es gente que se ponga a solucionar los problemas ya, en un escenario que sabemos será políticamente muy complejo.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx