/ martes 9 de febrero de 2021

La vacuna anti-Covid se ha politizado

En México se han politizado por completo tanto los programas de vacunación del gobierno federal como la calidad de los fármacos que utiliza. Las causas en favor del bien común no tienen partido (por ejemplo, en el tema de la inmunización de los recién nacidos) pero en el caso de la inoculación contra Covid-19 se ha desatado una feroz polémica en torno a la efectividad de algunas vacunas.

Por ejemplo: a Hugo López-Gatell se le acusa de engañar a la población, y se le ha hecho objeto de una persecución atroz en términos personales. Y por cuanto a la calidad de los antígenos, la polémica desatada en torno a la vacuna rusa Sputnik V ha rebasado todos los límites de la razón.

Muchos comentaristas hablan de que la vacuna rusa es de segunda clase, que no ha pasado las pruebas, que es barata, que sus resultados no han sido publicados en revistas científicas, etc. Hasta que el 2 de febrero el subsecretario López-Gatell exhibió los resultados que se publicaron en la prestigiosa revista científica The Lancet, la polémica amainó. Aún quedan resabios, pero son menores.

En el mundo entero hay también polémica, pero tiene una variante: los países ricos –Inglaterra, Francia, USA, Canadá- se han apoderado de la producción mundial de vacunas al grado de que las que han adquirido rebasan con mucho sus necesidades. Inglaterra ha adquirido 367 millones de vacunas, para una población de apenas 67 millones de habitantes. Suficientes para inmunizar 4 veces a su población.

Otro tanto ocurre en Canadá, donde el gobierno ha adquirido más de 100 millones de vacunas, para una población que apenas rebasa los 38 millones de habitantes. En general, se ha desatado una guerra comercial para acaparar los antígenos en una proporción irracional, dejando al resto del mundo sin defensa. En mayor escala pasa lo mismo en USA.

Mientras tanto, los países pobres se debaten en la incertidumbre acerca del futuro de sus ciudadanos. Los países periféricos apenas alcanzarían a cubrir una pequeña parte de las necesidades de su población, en la loca carrera desatada por el pánico ante los estragos de la pandemia.

Según la Fundación Gates (Bill y Belinda) al ritmo actual los países ricos habrán vacunado a su población en un 75 por ciento para finales de 2021, mientras la mayoría de los países pobres apenas habrán hecho lo propio con un 25 por ciento de sus habitantes. Pero esta es sin duda una política suicida, ya que los rebrotes de nuevas variantes del virus pueden ser más mortales que la cepa actual, y podrán infectar a la población ya vacunada. Nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo.

En el caso de China, los rebrotes se han presentado a causa de contagios de nuevas cepas del virus, introducidos al país por viajeros procedentes del extranjero. Las medidas impuestas por el gobierno chino han terminado con los rebrotes. Pero muchos países no tienen los recursos ni la disciplina que maneja el gobierno de la RPCh.

LA POLÉMICA EN MÉXICO

En nuestro país la pandemia ha apretado durante el año de 2021. Los programas de vacunación marchan a buen ritmo de acuerdo con las posibilidades. Después de vacunar al personal médico que se encuentra en primera línea de combate, el gobierno federal se dispone a vacunar desde febrero a más de 15 millones de adultos de 60 años o más.

Para esto, el gobierno federal ha creado una plataforma de inscripción de los adultos mayores, la cual ha sido saboteada por la oposición. Ese bloqueo ya está en vías de superarse, y la inscripción de los solicitantes básicamente será con objeto de aceptar la vacunación, pero de ninguna manera para apartar un lugar en la fila ni para ser incluido. La vacunación gratuita contra Covid-19 es un derecho humano de todos los mexicanos sin distinción de género, condición social, económica o cultural.

Al efecto, se han creado equipos de vacunación de unas 10 personas, que incluyen enfermeras, militares y servidores públicos llamados “Siervos de la Nación”, los que han llevado adelante la inscripción de la población beneficiada con los programas sociales de la 4T.

Estos servidores han generado la furia de la oposición. Los ven como promotores del voto pro-AMLO en este año electoral. Y argumentan que hay otras opciones para inocular a la población, como fijar puntos en plazas públicas, o en centros médico, escuelas, etc. Esto puede funcionar en algunos casos, pero no en la mayoría. Por ejemplo: hay personas de más de 60 años que no pueden moverse, o bien que se encuentran en comunidades remotas y aisladas. Fijarles solo un centro de vacunación equivale a marginarlas. Por eso las personas –incluyendo a quienes habitan en centros urbanos-- deben ser auxiliadas y orientadas para cubrir esa necesidad.

Por lo demás, nadie hará ningún llamado a votar por algún candidato o partido. La gente se fija bien en quién realmente lo ha ayudado, y quien la ha usado para otros fines. Si eso es propaganda política, no se puede evitar. Cada quien recibe de la población el trato que se ha ganado.

La eficacia comprobada de las vacunas es la siguiente: Pfizer, 95 por ciento; Sputnik 91.5%: Novax (de la OMS) 89%; Astra Zeneca, 70%; Janssen 66%; Sinovac 50% y CanSino aún no ha confirmado oficialmente sus resultados. Con estas tablas se despeja finalmente el debate en torno a la eficacia de la vacuna rusa.

Asimismo, en el curso de este año llegarán a México unos 110 millones de dosis de diferentes laboratorios y en diversas etapas. La mayoría de Pfizer, pero también de Sputnik, que arribará entre febrero y mayo; durante febrero y marzo llegarán unos 6 millones de dosis de Novax, proporcionadas por la OMS, además de otras marcas. Todas ellas deberán ser aprobadas por Cofepris, el organismo oficial mexicano de salud pública.

Al final del año, algo así como el 70 por ciento de la población mexicana habrá sido inmunizada. Esto traerá consigo una reactivación de la economía nacional, pero a condición de que se sigan aplicando las más estrictas medidas de seguridad, que no son fáciles en un país que apenas va recuperando la confianza en sus autoridades políticas.

En pocas palabras: la eficacia de los programas oficiales de vacunación son hoy el tema central de los debates entre las fuerzas progresistas y las conservadoras. Del resultado de la inmunización dependen muchos asuntos en el futuro inmediato del país.

En México se han politizado por completo tanto los programas de vacunación del gobierno federal como la calidad de los fármacos que utiliza. Las causas en favor del bien común no tienen partido (por ejemplo, en el tema de la inmunización de los recién nacidos) pero en el caso de la inoculación contra Covid-19 se ha desatado una feroz polémica en torno a la efectividad de algunas vacunas.

Por ejemplo: a Hugo López-Gatell se le acusa de engañar a la población, y se le ha hecho objeto de una persecución atroz en términos personales. Y por cuanto a la calidad de los antígenos, la polémica desatada en torno a la vacuna rusa Sputnik V ha rebasado todos los límites de la razón.

Muchos comentaristas hablan de que la vacuna rusa es de segunda clase, que no ha pasado las pruebas, que es barata, que sus resultados no han sido publicados en revistas científicas, etc. Hasta que el 2 de febrero el subsecretario López-Gatell exhibió los resultados que se publicaron en la prestigiosa revista científica The Lancet, la polémica amainó. Aún quedan resabios, pero son menores.

En el mundo entero hay también polémica, pero tiene una variante: los países ricos –Inglaterra, Francia, USA, Canadá- se han apoderado de la producción mundial de vacunas al grado de que las que han adquirido rebasan con mucho sus necesidades. Inglaterra ha adquirido 367 millones de vacunas, para una población de apenas 67 millones de habitantes. Suficientes para inmunizar 4 veces a su población.

Otro tanto ocurre en Canadá, donde el gobierno ha adquirido más de 100 millones de vacunas, para una población que apenas rebasa los 38 millones de habitantes. En general, se ha desatado una guerra comercial para acaparar los antígenos en una proporción irracional, dejando al resto del mundo sin defensa. En mayor escala pasa lo mismo en USA.

Mientras tanto, los países pobres se debaten en la incertidumbre acerca del futuro de sus ciudadanos. Los países periféricos apenas alcanzarían a cubrir una pequeña parte de las necesidades de su población, en la loca carrera desatada por el pánico ante los estragos de la pandemia.

Según la Fundación Gates (Bill y Belinda) al ritmo actual los países ricos habrán vacunado a su población en un 75 por ciento para finales de 2021, mientras la mayoría de los países pobres apenas habrán hecho lo propio con un 25 por ciento de sus habitantes. Pero esta es sin duda una política suicida, ya que los rebrotes de nuevas variantes del virus pueden ser más mortales que la cepa actual, y podrán infectar a la población ya vacunada. Nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo.

En el caso de China, los rebrotes se han presentado a causa de contagios de nuevas cepas del virus, introducidos al país por viajeros procedentes del extranjero. Las medidas impuestas por el gobierno chino han terminado con los rebrotes. Pero muchos países no tienen los recursos ni la disciplina que maneja el gobierno de la RPCh.

LA POLÉMICA EN MÉXICO

En nuestro país la pandemia ha apretado durante el año de 2021. Los programas de vacunación marchan a buen ritmo de acuerdo con las posibilidades. Después de vacunar al personal médico que se encuentra en primera línea de combate, el gobierno federal se dispone a vacunar desde febrero a más de 15 millones de adultos de 60 años o más.

Para esto, el gobierno federal ha creado una plataforma de inscripción de los adultos mayores, la cual ha sido saboteada por la oposición. Ese bloqueo ya está en vías de superarse, y la inscripción de los solicitantes básicamente será con objeto de aceptar la vacunación, pero de ninguna manera para apartar un lugar en la fila ni para ser incluido. La vacunación gratuita contra Covid-19 es un derecho humano de todos los mexicanos sin distinción de género, condición social, económica o cultural.

Al efecto, se han creado equipos de vacunación de unas 10 personas, que incluyen enfermeras, militares y servidores públicos llamados “Siervos de la Nación”, los que han llevado adelante la inscripción de la población beneficiada con los programas sociales de la 4T.

Estos servidores han generado la furia de la oposición. Los ven como promotores del voto pro-AMLO en este año electoral. Y argumentan que hay otras opciones para inocular a la población, como fijar puntos en plazas públicas, o en centros médico, escuelas, etc. Esto puede funcionar en algunos casos, pero no en la mayoría. Por ejemplo: hay personas de más de 60 años que no pueden moverse, o bien que se encuentran en comunidades remotas y aisladas. Fijarles solo un centro de vacunación equivale a marginarlas. Por eso las personas –incluyendo a quienes habitan en centros urbanos-- deben ser auxiliadas y orientadas para cubrir esa necesidad.

Por lo demás, nadie hará ningún llamado a votar por algún candidato o partido. La gente se fija bien en quién realmente lo ha ayudado, y quien la ha usado para otros fines. Si eso es propaganda política, no se puede evitar. Cada quien recibe de la población el trato que se ha ganado.

La eficacia comprobada de las vacunas es la siguiente: Pfizer, 95 por ciento; Sputnik 91.5%: Novax (de la OMS) 89%; Astra Zeneca, 70%; Janssen 66%; Sinovac 50% y CanSino aún no ha confirmado oficialmente sus resultados. Con estas tablas se despeja finalmente el debate en torno a la eficacia de la vacuna rusa.

Asimismo, en el curso de este año llegarán a México unos 110 millones de dosis de diferentes laboratorios y en diversas etapas. La mayoría de Pfizer, pero también de Sputnik, que arribará entre febrero y mayo; durante febrero y marzo llegarán unos 6 millones de dosis de Novax, proporcionadas por la OMS, además de otras marcas. Todas ellas deberán ser aprobadas por Cofepris, el organismo oficial mexicano de salud pública.

Al final del año, algo así como el 70 por ciento de la población mexicana habrá sido inmunizada. Esto traerá consigo una reactivación de la economía nacional, pero a condición de que se sigan aplicando las más estrictas medidas de seguridad, que no son fáciles en un país que apenas va recuperando la confianza en sus autoridades políticas.

En pocas palabras: la eficacia de los programas oficiales de vacunación son hoy el tema central de los debates entre las fuerzas progresistas y las conservadoras. Del resultado de la inmunización dependen muchos asuntos en el futuro inmediato del país.