/ lunes 6 de abril de 2020

La última llamada: quédense en casa ya

La respuesta de los mexicanos a la crisis de COVID-19 deja en evidencia la falta de cultura científica en nuestra sociedad.

Primero en las autoridades que perdieron un tiempo muy valioso en aceptar la gravedad de la situación a pesar de las evidencias científicas que indicaban la imperiosa necesidad de prevenir comprando pruebas diagnósticas y ventiladores así como de acondicionar hospitales. Tampoco se habilitaron los cientos de centros de detección necesarios para una población de 120 millones de personas en la cual, en el peor escenario, habrá 14 millones de enfermos. La nula coordinación entre los tres niveles de gobierno provocó un caos en los lineamientos y cada uno fue respondiendo a la situación conforme avanzaban los casos derivando a que, en este momento, haya municipios sin ninguna restricción vecinos de otros con toque de queda.

En la sociedad observamos un barrido de reacciones que nos recuerdan las fases del duelo. Algunas personas niegan la existencia misma de la enfermedad. Otras expresan ira contra las autoridades por los lineamientos que los obligan a quedarse en casa o a cerrar sus actividades comerciales. Otros tratan de negociar, ya sea en lo personal diciendo nada más voy rápido y me regreso o como empresarios pidiendo un día más a las autoridades antes del cierre a pesar del riesgo que implica para sus empleados y clientes. Tenemos también la depresión, a quienes ya se dieron por vencidos. Finalmente, hay un grupo que ya aceptó la realidad. Que COVID-19 es real, es grave y que todos somos vulnerables pero también que si acatamos las medidas preventivas podremos reducir el riesgo en esta primera ola de la pandemia.

Desafortunadamente y por más razonable que sea, no tenemos tiempo para el duelo. Tenemos que tomar medidas inmediatas. La Organización Mundial de la Salud ha establecido que la próxima semana es vital para México, estamos en el punto de inflexión, cuando el número de casos podría comenzar a acumularse de manera exponencial. Si esto ocurre, debe quedarnos claro que la cuenta oficial es de 5 mil camas, cuando se ocupen, los enfermos graves se quedarán sin atención hospitalaria. Dentro de terapia intensiva un enfermo grave de COVID-19 tiene el 50% de probabilidades de sobrevivir, fuera su destino está sellado tal como sucedió en Ecuador.

En Cuernavaca se han tomado medidas de manera oportuna. Primero clausurando todos los establecimientos comerciales que implican un contacto cercano entre personas y, en una segunda fase, todas las actividades que no son esenciales durante la crisis. El peor escenario es que en nuestra ciudad se desate una ola de contagios que podría alcanzar al 80% de la población derivando en 45 mil enfermos de los cuales 3 mil requerirían hospitalización.

Esto se puede evitar si actuamos de manera rápida y decidida pero tenemos que hacerlo todos. Lo más importante es quedarse en casa. Según algunos cálculos una de cada tres familias cuernavacences podrá hacerlo porque cuenta con ingresos regulares, el resto tendrá que salir a trabajar bajo las más estrictas medidas de seguridad sanitaria. Pero no será suficiente, se necesita un programa inmediato y sin burocracia de apoyos a micro y pequeñas empresas para que puedan pagar los dos meses de sueldos necesarios facilitando su reactivación cuando concluya la contingencia. Para las grandes empresas bastaría un esquema de exenciones fiscales. Igualmente fundamental resulta desplegar un programa social que distribuya alimentos entre quienes trabajan por su cuenta o en el comercio informal. De manera particular se necesita una estrategia de atención personalizada a adultos mayores en situación de vulnerabilidad.

En lo médico, se requiere una red bien articulada y capacitada de dispensarios o consultorios a donde puedan acudir los enfermos con síntomas respiratorios para un primer diagnóstico y otra diferente a donde pueda acudir el resto de los enfermos, esto para evitar la expansión descontrolada del contagio en las salas de espera. Para los enfermos que requieran hospitalización pero no terapia intensiva se pueden habilitar espacios públicos como auditorios o centros de convenciones o también algunos hoteles.

Alternativas hay, lo que se necesita es la decisión de quienes administran los recursos públicos, de los gobiernos. Esperamos que tomen las medidas correctas en el momento oportuno, de no ser así, el costo será inimaginable.

PD. Celebro la atinada y responsable decisión de la directiva del Sol de Cuernavaca y Sol de Cuautla de suspender la distribución de la versión impresa del periódico las próximas dos semana. Gracias por cuidarnos.


Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

La respuesta de los mexicanos a la crisis de COVID-19 deja en evidencia la falta de cultura científica en nuestra sociedad.

Primero en las autoridades que perdieron un tiempo muy valioso en aceptar la gravedad de la situación a pesar de las evidencias científicas que indicaban la imperiosa necesidad de prevenir comprando pruebas diagnósticas y ventiladores así como de acondicionar hospitales. Tampoco se habilitaron los cientos de centros de detección necesarios para una población de 120 millones de personas en la cual, en el peor escenario, habrá 14 millones de enfermos. La nula coordinación entre los tres niveles de gobierno provocó un caos en los lineamientos y cada uno fue respondiendo a la situación conforme avanzaban los casos derivando a que, en este momento, haya municipios sin ninguna restricción vecinos de otros con toque de queda.

En la sociedad observamos un barrido de reacciones que nos recuerdan las fases del duelo. Algunas personas niegan la existencia misma de la enfermedad. Otras expresan ira contra las autoridades por los lineamientos que los obligan a quedarse en casa o a cerrar sus actividades comerciales. Otros tratan de negociar, ya sea en lo personal diciendo nada más voy rápido y me regreso o como empresarios pidiendo un día más a las autoridades antes del cierre a pesar del riesgo que implica para sus empleados y clientes. Tenemos también la depresión, a quienes ya se dieron por vencidos. Finalmente, hay un grupo que ya aceptó la realidad. Que COVID-19 es real, es grave y que todos somos vulnerables pero también que si acatamos las medidas preventivas podremos reducir el riesgo en esta primera ola de la pandemia.

Desafortunadamente y por más razonable que sea, no tenemos tiempo para el duelo. Tenemos que tomar medidas inmediatas. La Organización Mundial de la Salud ha establecido que la próxima semana es vital para México, estamos en el punto de inflexión, cuando el número de casos podría comenzar a acumularse de manera exponencial. Si esto ocurre, debe quedarnos claro que la cuenta oficial es de 5 mil camas, cuando se ocupen, los enfermos graves se quedarán sin atención hospitalaria. Dentro de terapia intensiva un enfermo grave de COVID-19 tiene el 50% de probabilidades de sobrevivir, fuera su destino está sellado tal como sucedió en Ecuador.

En Cuernavaca se han tomado medidas de manera oportuna. Primero clausurando todos los establecimientos comerciales que implican un contacto cercano entre personas y, en una segunda fase, todas las actividades que no son esenciales durante la crisis. El peor escenario es que en nuestra ciudad se desate una ola de contagios que podría alcanzar al 80% de la población derivando en 45 mil enfermos de los cuales 3 mil requerirían hospitalización.

Esto se puede evitar si actuamos de manera rápida y decidida pero tenemos que hacerlo todos. Lo más importante es quedarse en casa. Según algunos cálculos una de cada tres familias cuernavacences podrá hacerlo porque cuenta con ingresos regulares, el resto tendrá que salir a trabajar bajo las más estrictas medidas de seguridad sanitaria. Pero no será suficiente, se necesita un programa inmediato y sin burocracia de apoyos a micro y pequeñas empresas para que puedan pagar los dos meses de sueldos necesarios facilitando su reactivación cuando concluya la contingencia. Para las grandes empresas bastaría un esquema de exenciones fiscales. Igualmente fundamental resulta desplegar un programa social que distribuya alimentos entre quienes trabajan por su cuenta o en el comercio informal. De manera particular se necesita una estrategia de atención personalizada a adultos mayores en situación de vulnerabilidad.

En lo médico, se requiere una red bien articulada y capacitada de dispensarios o consultorios a donde puedan acudir los enfermos con síntomas respiratorios para un primer diagnóstico y otra diferente a donde pueda acudir el resto de los enfermos, esto para evitar la expansión descontrolada del contagio en las salas de espera. Para los enfermos que requieran hospitalización pero no terapia intensiva se pueden habilitar espacios públicos como auditorios o centros de convenciones o también algunos hoteles.

Alternativas hay, lo que se necesita es la decisión de quienes administran los recursos públicos, de los gobiernos. Esperamos que tomen las medidas correctas en el momento oportuno, de no ser así, el costo será inimaginable.

PD. Celebro la atinada y responsable decisión de la directiva del Sol de Cuernavaca y Sol de Cuautla de suspender la distribución de la versión impresa del periódico las próximas dos semana. Gracias por cuidarnos.


Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx