/ martes 21 de junio de 2022

La solitaria administración del estado

Entre la polarización que encuentra argumentos francamente irracionales para explicar la realidad del estado, y la falta de aseo político de la clase que asumió el poder en el estado desde 2018, se pueden escuchar disparates que, en otros escenarios, podrían resultar hasta chistosos. Los rumores que atribuyen el pago de un millón de pesos a cada diputado que habría votado por que Raúl Israel Hernández Cruz siguiera a cargo de la Comisión de Derechos Humanos de Morelos, resultan casi tan hilarantes como la idea de que Cuauhtémoc Blanco definirá quién habrá de sucederlo en el cargo una vez que parta, al final de su período como gobernador, o a lo mejor un poco antes, al nuevo proyecto político que presume tener y que parece cercano al partido que no lo estima ni un poco pero podría encontrar en su popularidad como ex futbolista un aliciente para algún sector del electorado: Morena.

Lo cierto es que el descuido enorme que la actual administración estatal ha evidenciado sobre la función pública, se traduce en el acceso bastante fácil de políticos que hacen su tarea a posiciones que el Ejecutivo ve poco a poco perdidas. El segundo período de Hernández Cruz en la Comisión se da a meses de que el gobernador y su equipo trataron de removerlo del encargo, lo que muestra una notoria independencia entre el Legislativo y el Ejecutivo, pero también la falta de capacidad de quienes en el gobierno estatal deberían tratar de influir para que si no llegan afines, por lo menos no queden en posiciones de influencia a quienes considera francos adversarios.

La buena noticia para los morelenses es que aparentemente el equilibrio de poderes en el estado muestra una elemental salud a la que por mucho tiempo no se podía apostar. La mala es que la actitud nada dialoguista de un gobierno estatal incapaz de negociar (porque la negociación siempre implica ceder algunas cosas y comportarse de forma apegada al derecho y los acuerdos) amenaza con que los meses que vienen sean aún más complicados en las relaciones políticas del estado.

Hasta ahora, el Ejecutivo se tiene a sí mismo (no es mucho), y probablemente una relación más o menos sólida con la presidencia de la República. El Legislativo actúa con independencia y si bien hay seis o siete legisladores que parecen actuar bajo un juramento de lealtad al gobernador, los mismos han dicho que el pacto es con el presidente, así que en lo demás probablemente irán de acuerdo con lo que marquen sus conciencias o conveniencias políticas. El Judicial tiene un nuevo presidente cuyos nexos con el Ejecutivo se reducen a cuestiones de protocolo. Tampoco tiene influencia la administración de Cuauhtémoc Blanco en las fiscalías autónomas (General, Anticorrupción y Electoral), en la Comisión de Derechos Humanos, en el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana, en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. No hay relación mayor con las dirigencias de partidos políticos (la mesa de partidos no funciona en el estado desde antes de que Graco Ramírez saliera del gobierno estatal). La influencia del gobernador sobre los alcaldes es mínima en tanto sigue condicionada a la entrega de participaciones. En efecto, Cuauhtémoc Blanco, siempre rodeado de sus colaboradores, está solo, porque alianza con la sociedad tampoco tiene, como demuestra el bajísimo nivel de aprobación que registran él y los resultados de su gobierno.

Dato que evidencia el escaso contacto de los funcionarios de esta administración con el día a día en Morelos: cuatro días llevó al gobierno del estado anunciar que “estará al pendiente” del desabasto de gasolina reportado desde el jueves por El Sol de Cuautla. Resulta que la Secretaría de Economía se enteró del problema que padecieron cientos de automovilistas en la heroica y otros municipios de la región oriente, y que afectó también a decenas en Cuernavaca, por notas de prensa, pero no se había llamado a los representantes de las gasolinerías para conocer la situación. “No nos han informado oficialmente”, dijeron.

Así las cosas, lo de la sucesión en el gobierno estatal es francamente un juego.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Entre la polarización que encuentra argumentos francamente irracionales para explicar la realidad del estado, y la falta de aseo político de la clase que asumió el poder en el estado desde 2018, se pueden escuchar disparates que, en otros escenarios, podrían resultar hasta chistosos. Los rumores que atribuyen el pago de un millón de pesos a cada diputado que habría votado por que Raúl Israel Hernández Cruz siguiera a cargo de la Comisión de Derechos Humanos de Morelos, resultan casi tan hilarantes como la idea de que Cuauhtémoc Blanco definirá quién habrá de sucederlo en el cargo una vez que parta, al final de su período como gobernador, o a lo mejor un poco antes, al nuevo proyecto político que presume tener y que parece cercano al partido que no lo estima ni un poco pero podría encontrar en su popularidad como ex futbolista un aliciente para algún sector del electorado: Morena.

Lo cierto es que el descuido enorme que la actual administración estatal ha evidenciado sobre la función pública, se traduce en el acceso bastante fácil de políticos que hacen su tarea a posiciones que el Ejecutivo ve poco a poco perdidas. El segundo período de Hernández Cruz en la Comisión se da a meses de que el gobernador y su equipo trataron de removerlo del encargo, lo que muestra una notoria independencia entre el Legislativo y el Ejecutivo, pero también la falta de capacidad de quienes en el gobierno estatal deberían tratar de influir para que si no llegan afines, por lo menos no queden en posiciones de influencia a quienes considera francos adversarios.

La buena noticia para los morelenses es que aparentemente el equilibrio de poderes en el estado muestra una elemental salud a la que por mucho tiempo no se podía apostar. La mala es que la actitud nada dialoguista de un gobierno estatal incapaz de negociar (porque la negociación siempre implica ceder algunas cosas y comportarse de forma apegada al derecho y los acuerdos) amenaza con que los meses que vienen sean aún más complicados en las relaciones políticas del estado.

Hasta ahora, el Ejecutivo se tiene a sí mismo (no es mucho), y probablemente una relación más o menos sólida con la presidencia de la República. El Legislativo actúa con independencia y si bien hay seis o siete legisladores que parecen actuar bajo un juramento de lealtad al gobernador, los mismos han dicho que el pacto es con el presidente, así que en lo demás probablemente irán de acuerdo con lo que marquen sus conciencias o conveniencias políticas. El Judicial tiene un nuevo presidente cuyos nexos con el Ejecutivo se reducen a cuestiones de protocolo. Tampoco tiene influencia la administración de Cuauhtémoc Blanco en las fiscalías autónomas (General, Anticorrupción y Electoral), en la Comisión de Derechos Humanos, en el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana, en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. No hay relación mayor con las dirigencias de partidos políticos (la mesa de partidos no funciona en el estado desde antes de que Graco Ramírez saliera del gobierno estatal). La influencia del gobernador sobre los alcaldes es mínima en tanto sigue condicionada a la entrega de participaciones. En efecto, Cuauhtémoc Blanco, siempre rodeado de sus colaboradores, está solo, porque alianza con la sociedad tampoco tiene, como demuestra el bajísimo nivel de aprobación que registran él y los resultados de su gobierno.

Dato que evidencia el escaso contacto de los funcionarios de esta administración con el día a día en Morelos: cuatro días llevó al gobierno del estado anunciar que “estará al pendiente” del desabasto de gasolina reportado desde el jueves por El Sol de Cuautla. Resulta que la Secretaría de Economía se enteró del problema que padecieron cientos de automovilistas en la heroica y otros municipios de la región oriente, y que afectó también a decenas en Cuernavaca, por notas de prensa, pero no se había llamado a los representantes de las gasolinerías para conocer la situación. “No nos han informado oficialmente”, dijeron.

Así las cosas, lo de la sucesión en el gobierno estatal es francamente un juego.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx