/ miércoles 5 de agosto de 2020

La sinceridad de Cuauh

A nadie tranquilizan las declaraciones de Cuauhtémoc Blanco. No es un político y acostumbra decir lo que está pensando sin filtro alguno, muchas veces incluso sin mayor análisis. De la sinceridad del gobernador de Morelos pocos podrían dudar, ese estilo de responder de inmediato a las preguntas y reclamos lo tuvo en las canchas y lo mantiene ahora. Pero lo que gana la audiencia en sinceridad lo pierde en consuelo, y a veces el discurso de los políticos debe orientarse a ofrecer tranquilidad a las audiencias.

“No estamos preparados” dice Cuauh y aunque no es nuevo es el reconocimiento oficial de que la pandemia ha rebasado la capacidad de comprensión, planeación, y respuesta de una administración que estaba lista para cosas menores: había enfocado sus baterías a la cacería mediática de adversarios del pasado y actuales, a la administración pública con retos moderados, a la lucha contra la delincuencia (no decimos que en alguna de ellas haya tenido grandes éxitos, tampoco rotundos fracasos, pero es evidente que el enfoque de las políticas públicas estaba en esas tres líneas centrales).

Cierto es que la pandemia lo cambió todo para el mundo entero, pero también lo es que desde los primeros días de febrero se sabía que el Covid-19 llegaría a Morelos y que poco se hizo para formar un plan de contención de los efectos sanitarios, económicos y sociales que ha tenido la pandemia en el territorio morelense. Otros estados lo han hecho peor, pero también hay múltiples ejemplos de los que han enfrentado al virus y sus efectos en la economía mucho mejor, al grado que sus economías no se han visto tan profundamente afectadas.

El gobierno del estado ha tenido ya cinco meses para prepararse, planear, diseñar políticas públicas, dialogar con la sociedad y con las autoridades municipales y federales para construir un frente ordenado, que permita luchar contra los efectos de la pandemia.

Más allá de una convocatoria no cristalizada de pacto por Morelos, el gobierno estatal hace una cosa mientras los ayuntamientos hacen otra; el gobierno federal dicta instrucciones de observancia nacional y el estado las acata sin establecer paliativos suficientes para la subsistencia a las afectaciones que esas instrucciones provocan en Morelos. No se trata de desacatar protocolos sanitarios, pero si uno sabe que igual va a caer, por lo menos debería procurarse equipos de protección.

Las declaraciones de Blanco Bravo son la síntesis de la acción del gobierno estatal ante la pandemia, no son tranquilizadoras porque la recomendación de “ponernos a trabajar todos”, no parece ayudar a quienes han tenido que trabajar toda la pandemia y aún así sufren los efectos de la crisis económica; ni a los cientos de morelenses que han perdido el empleo; ni a los empresarios que ven más cercana la quiebra que la recuperación de negocios a los que han dedicado vidas enteras de trabajo, esfuerzo y talento. Lo cierto es que el gobierno estatal, desarticulado de los municipios, carece de un proyecto suficiente para superar otra crisis de la que, nuevamente, los morelenses se tendrán que recuperar por sí mismos.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx



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A nadie tranquilizan las declaraciones de Cuauhtémoc Blanco. No es un político y acostumbra decir lo que está pensando sin filtro alguno, muchas veces incluso sin mayor análisis. De la sinceridad del gobernador de Morelos pocos podrían dudar, ese estilo de responder de inmediato a las preguntas y reclamos lo tuvo en las canchas y lo mantiene ahora. Pero lo que gana la audiencia en sinceridad lo pierde en consuelo, y a veces el discurso de los políticos debe orientarse a ofrecer tranquilidad a las audiencias.

“No estamos preparados” dice Cuauh y aunque no es nuevo es el reconocimiento oficial de que la pandemia ha rebasado la capacidad de comprensión, planeación, y respuesta de una administración que estaba lista para cosas menores: había enfocado sus baterías a la cacería mediática de adversarios del pasado y actuales, a la administración pública con retos moderados, a la lucha contra la delincuencia (no decimos que en alguna de ellas haya tenido grandes éxitos, tampoco rotundos fracasos, pero es evidente que el enfoque de las políticas públicas estaba en esas tres líneas centrales).

Cierto es que la pandemia lo cambió todo para el mundo entero, pero también lo es que desde los primeros días de febrero se sabía que el Covid-19 llegaría a Morelos y que poco se hizo para formar un plan de contención de los efectos sanitarios, económicos y sociales que ha tenido la pandemia en el territorio morelense. Otros estados lo han hecho peor, pero también hay múltiples ejemplos de los que han enfrentado al virus y sus efectos en la economía mucho mejor, al grado que sus economías no se han visto tan profundamente afectadas.

El gobierno del estado ha tenido ya cinco meses para prepararse, planear, diseñar políticas públicas, dialogar con la sociedad y con las autoridades municipales y federales para construir un frente ordenado, que permita luchar contra los efectos de la pandemia.

Más allá de una convocatoria no cristalizada de pacto por Morelos, el gobierno estatal hace una cosa mientras los ayuntamientos hacen otra; el gobierno federal dicta instrucciones de observancia nacional y el estado las acata sin establecer paliativos suficientes para la subsistencia a las afectaciones que esas instrucciones provocan en Morelos. No se trata de desacatar protocolos sanitarios, pero si uno sabe que igual va a caer, por lo menos debería procurarse equipos de protección.

Las declaraciones de Blanco Bravo son la síntesis de la acción del gobierno estatal ante la pandemia, no son tranquilizadoras porque la recomendación de “ponernos a trabajar todos”, no parece ayudar a quienes han tenido que trabajar toda la pandemia y aún así sufren los efectos de la crisis económica; ni a los cientos de morelenses que han perdido el empleo; ni a los empresarios que ven más cercana la quiebra que la recuperación de negocios a los que han dedicado vidas enteras de trabajo, esfuerzo y talento. Lo cierto es que el gobierno estatal, desarticulado de los municipios, carece de un proyecto suficiente para superar otra crisis de la que, nuevamente, los morelenses se tendrán que recuperar por sí mismos.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx



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