/ martes 15 de marzo de 2022

La raíz del mal

En este México bárbaro donde históricamente prevalece una especie de ley de Murphy, muchas cosas pueden salir de forma pésima, el pasado 5 de marzo hubo muestra de lo anterior en la ciudad de Querétaro, una aparente mala por no decir inexistente organización entre autoridades de gobierno, directiva del club Querétaro y la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) representaban esa tarde un gran barril de pólvora, un numeroso grupo de inadaptados precariamente vigilados fueron la chispa necesaria para convertir aquel lugar en una sucursal del infierno.

Lo que siguió a continuación lo han visto todos, la crónica de la vergüenza dio la vuelta al mundo, las acciones en consecuencia podrían encasillarse en el acostumbrado “tapar el ojo al macho” o tal vez un “tratar de tapar el pozo después de ahogado el niño”, 40 órdenes de aprehensión más las que se acumulen esta semana parece una medida laxa cuando fueron cientos los participantes (de ambos bandos) en la barbarie, las medidas tomadas contra el club tampoco parecen haber dejado satisfecho a nadie con excepción de los dueños de los dineros.

Los lamentables hechos del Estadio Corregidora facturan una triste realidad y muy probablemente un nulo aprendizaje, lo mostrado ese día representa una fotografía sin retoque del México en que vivimos, de la cara ofrecida al resto del planeta. La violencia convive con nosotros de forma cotidiana, en nuestra familia, amigos, vecinos, tan cercana y común que muchos perdimos ya la facultad para detectarla.

La desafiliación del Club Querétaro habría representado una medida en apariencia más contundente si el problema fuera local, pero no lo es, es necesario aceptar que la violencia ha permeado por completo a nuestra sociedad, no solo está en las calles con los carteles de la delincuencia y su larga lucha por el control de plazas, existe en la ciudadanía, en todos los espacios públicos, privados y si acaso se asoma a las guerras verbales que se viven en las redes sociales caerá en la cuenta que ni encerrado en su casa puede escapar a ella.

Aunque es responsabilidad de los 3 niveles de gobierno y de los 3 poderes del estado velar por la seguridad de la ciudadanía, no debemos omitir que se trata de una tarea de la sociedad en su conjunto, entre los no pocos yerros del Presidente debe ser reconsiderada y analizada su postura sobre la forma de atacar la inseguridad desde sus orígenes, hoy no suena tan descabellado lo de los abrazos antes de balazos, mientras el fomento a los valores y la tolerancia nos sigan pareciendo una oportunidad para plasmar burlas en memes, de continuar con la misma línea no deberá extrañarnos que hechos como el ocurrido en Querétaro se vayan haciendo cada vez más frecuentes.

La tarea gubernamental de combatir el origen del problema se está cimentando y para eso existen buenos proyectos en esta administración, “Jóvenes construyendo el futuro” programa de capacitación y vinculación laboral que alejó de las calles a más de 2 millones de personas tan solo en sus primeros 24 meses, “Sembrando Vida” aún con sus problemas y no con el mejor desempeño también marca un esfuerzo inédito para el rescate del campo y los que ahí habitan así como detener la degradación forestal sin olvidar claro la urgente necesidad de desvincular a ese sector del crimen organizado.

Todo estaría bien, pero el Presidente patea la posibilidad de éxito de sus propias estrategias cada vez que reinicia su sempiterna disputa contra los periodistas que le critican y eso sin duda permea a la población, la oposición no se queda atrás y abona de forma mezquina subiendo el tono de confrontación con el ejecutivo, las redes sociales se incendian con ataques e insultos para los que piensan distinto y el caldo de cultivo se torna ideal para que en el cualquier momento, en cualquier lugar (sea estadio o no) estalle el polvorín.

La tarea no es solo de gobernantes, si en verdad deseamos evolucionar, todos habremos de realizar nuestra parte para arrancar la raíz del mal, educar a nuestros niños en la tolerancia y mostrándoles que toda forma de discriminación o violencia es inaceptable en una sociedad que se pretenda culta.

No requerimos más policías sino menos transgresores, bienvenidos los abrazos.


En este México bárbaro donde históricamente prevalece una especie de ley de Murphy, muchas cosas pueden salir de forma pésima, el pasado 5 de marzo hubo muestra de lo anterior en la ciudad de Querétaro, una aparente mala por no decir inexistente organización entre autoridades de gobierno, directiva del club Querétaro y la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) representaban esa tarde un gran barril de pólvora, un numeroso grupo de inadaptados precariamente vigilados fueron la chispa necesaria para convertir aquel lugar en una sucursal del infierno.

Lo que siguió a continuación lo han visto todos, la crónica de la vergüenza dio la vuelta al mundo, las acciones en consecuencia podrían encasillarse en el acostumbrado “tapar el ojo al macho” o tal vez un “tratar de tapar el pozo después de ahogado el niño”, 40 órdenes de aprehensión más las que se acumulen esta semana parece una medida laxa cuando fueron cientos los participantes (de ambos bandos) en la barbarie, las medidas tomadas contra el club tampoco parecen haber dejado satisfecho a nadie con excepción de los dueños de los dineros.

Los lamentables hechos del Estadio Corregidora facturan una triste realidad y muy probablemente un nulo aprendizaje, lo mostrado ese día representa una fotografía sin retoque del México en que vivimos, de la cara ofrecida al resto del planeta. La violencia convive con nosotros de forma cotidiana, en nuestra familia, amigos, vecinos, tan cercana y común que muchos perdimos ya la facultad para detectarla.

La desafiliación del Club Querétaro habría representado una medida en apariencia más contundente si el problema fuera local, pero no lo es, es necesario aceptar que la violencia ha permeado por completo a nuestra sociedad, no solo está en las calles con los carteles de la delincuencia y su larga lucha por el control de plazas, existe en la ciudadanía, en todos los espacios públicos, privados y si acaso se asoma a las guerras verbales que se viven en las redes sociales caerá en la cuenta que ni encerrado en su casa puede escapar a ella.

Aunque es responsabilidad de los 3 niveles de gobierno y de los 3 poderes del estado velar por la seguridad de la ciudadanía, no debemos omitir que se trata de una tarea de la sociedad en su conjunto, entre los no pocos yerros del Presidente debe ser reconsiderada y analizada su postura sobre la forma de atacar la inseguridad desde sus orígenes, hoy no suena tan descabellado lo de los abrazos antes de balazos, mientras el fomento a los valores y la tolerancia nos sigan pareciendo una oportunidad para plasmar burlas en memes, de continuar con la misma línea no deberá extrañarnos que hechos como el ocurrido en Querétaro se vayan haciendo cada vez más frecuentes.

La tarea gubernamental de combatir el origen del problema se está cimentando y para eso existen buenos proyectos en esta administración, “Jóvenes construyendo el futuro” programa de capacitación y vinculación laboral que alejó de las calles a más de 2 millones de personas tan solo en sus primeros 24 meses, “Sembrando Vida” aún con sus problemas y no con el mejor desempeño también marca un esfuerzo inédito para el rescate del campo y los que ahí habitan así como detener la degradación forestal sin olvidar claro la urgente necesidad de desvincular a ese sector del crimen organizado.

Todo estaría bien, pero el Presidente patea la posibilidad de éxito de sus propias estrategias cada vez que reinicia su sempiterna disputa contra los periodistas que le critican y eso sin duda permea a la población, la oposición no se queda atrás y abona de forma mezquina subiendo el tono de confrontación con el ejecutivo, las redes sociales se incendian con ataques e insultos para los que piensan distinto y el caldo de cultivo se torna ideal para que en el cualquier momento, en cualquier lugar (sea estadio o no) estalle el polvorín.

La tarea no es solo de gobernantes, si en verdad deseamos evolucionar, todos habremos de realizar nuestra parte para arrancar la raíz del mal, educar a nuestros niños en la tolerancia y mostrándoles que toda forma de discriminación o violencia es inaceptable en una sociedad que se pretenda culta.

No requerimos más policías sino menos transgresores, bienvenidos los abrazos.