/ domingo 30 de mayo de 2021

La participación esperada

Dicen quienes han observado procesos electorales que los ambientes turbios previos a los comicios provocan una menor participación ciudadana; y que los procesos con escasa afluencia en las casillas suelen favorecer a quienes están en el poder. Probablemente en ello pudiera fundarse el optimismo que muchos partidarios o aduladores de la coalición que gobierna México, Morelos y las principales ciudades del estado empiezan a mostrar.

Entre la pandemia, la nueva escalada de violencia, la guerra sucia, la falta de recursos de los órganos electorales, cuyas campañas para llamar al voto fueron francamente modestas, por decir lo menos; uno pensaría que los ciudadanos se quedarán en casa en lugar de ir a las urnas y depositar su voto. Pero también hay optimismo en quienes han recorrido las calles buscando convencer a los ciudadanos de votar por ellos. El consenso entre los candidatos es que la gente está profundamente molesta con el estado de cosas en el estado y particularmente en Cuernavaca y Cuautla. Si el resultado de esta molestia es acudir masivamente a las urnas está por verse, pero es innegable que las cosas están mal y empeoran paulatinamente ante la inoperancia de los gobiernos municipales, las omisiones del gobierno estatal y el abandono del federal.

Aseguran los candidatos que son muestras de que hay mucha expectativa en el proceso electoral: la guerra sucia que se ha emprendido entre los candidatos que se suponen punteros, la alta exigencia que los ciudadanos han hecho a los aspirantes en sus recorridos, la buena recepción que algunos de ellos tienen en sus recorridos por las ciudades. Y a ello podríamos sumar el innegable sufrimiento de los morelenses que han sido víctimas de los delitos; de la caída de 5.1% y 7% en el Producto Interno Bruto de Morelos en 2019 y 2020, los dos primeros años de las administraciones de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo (los números representan la peor caída en 40 años); de ciudades con mala calidad o total ausencia de servicios públicos; del desempleo; de un manejo infame de la pandemia y los efectos económicos y sociales; de las reiteradas violaciones a los derechos humanos; y de la inoperancia y falta de calidad de los gobiernos en todos sus niveles y esferas; como factores que podrían impulsar una participación electoral que venza los miedos, las inercias y la desesperanza.

Si en la elección del domingo hay una participación mayor, aseguran encuestadores, es probable que los triunfos de quienes representan la continuidad del gobierno federal, el estatal y los municipales, corran peligro.

Lo cierto es que cualquiera que quisiera impedir el triunfo de algún candidato, debería salir a votar, igual que quienes buscan impulsar el de otro. Y no caeremos en el lugar común falso e injusto de “quien no vota pierde el derecho a quejarse”, pero sí abandona su derecho a participar en una decisión que toma toda la sociedad, por mayoría. Siempre es mejor participar en la decisión que en las lamentaciones.

A unos días de que terminen las campañas (probablemente las peores en la historia), conviene sentarse a evaluar perfiles y propuestas para decidir lo mejor para los municipios, el estado y el país.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Dicen quienes han observado procesos electorales que los ambientes turbios previos a los comicios provocan una menor participación ciudadana; y que los procesos con escasa afluencia en las casillas suelen favorecer a quienes están en el poder. Probablemente en ello pudiera fundarse el optimismo que muchos partidarios o aduladores de la coalición que gobierna México, Morelos y las principales ciudades del estado empiezan a mostrar.

Entre la pandemia, la nueva escalada de violencia, la guerra sucia, la falta de recursos de los órganos electorales, cuyas campañas para llamar al voto fueron francamente modestas, por decir lo menos; uno pensaría que los ciudadanos se quedarán en casa en lugar de ir a las urnas y depositar su voto. Pero también hay optimismo en quienes han recorrido las calles buscando convencer a los ciudadanos de votar por ellos. El consenso entre los candidatos es que la gente está profundamente molesta con el estado de cosas en el estado y particularmente en Cuernavaca y Cuautla. Si el resultado de esta molestia es acudir masivamente a las urnas está por verse, pero es innegable que las cosas están mal y empeoran paulatinamente ante la inoperancia de los gobiernos municipales, las omisiones del gobierno estatal y el abandono del federal.

Aseguran los candidatos que son muestras de que hay mucha expectativa en el proceso electoral: la guerra sucia que se ha emprendido entre los candidatos que se suponen punteros, la alta exigencia que los ciudadanos han hecho a los aspirantes en sus recorridos, la buena recepción que algunos de ellos tienen en sus recorridos por las ciudades. Y a ello podríamos sumar el innegable sufrimiento de los morelenses que han sido víctimas de los delitos; de la caída de 5.1% y 7% en el Producto Interno Bruto de Morelos en 2019 y 2020, los dos primeros años de las administraciones de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Blanco Bravo (los números representan la peor caída en 40 años); de ciudades con mala calidad o total ausencia de servicios públicos; del desempleo; de un manejo infame de la pandemia y los efectos económicos y sociales; de las reiteradas violaciones a los derechos humanos; y de la inoperancia y falta de calidad de los gobiernos en todos sus niveles y esferas; como factores que podrían impulsar una participación electoral que venza los miedos, las inercias y la desesperanza.

Si en la elección del domingo hay una participación mayor, aseguran encuestadores, es probable que los triunfos de quienes representan la continuidad del gobierno federal, el estatal y los municipales, corran peligro.

Lo cierto es que cualquiera que quisiera impedir el triunfo de algún candidato, debería salir a votar, igual que quienes buscan impulsar el de otro. Y no caeremos en el lugar común falso e injusto de “quien no vota pierde el derecho a quejarse”, pero sí abandona su derecho a participar en una decisión que toma toda la sociedad, por mayoría. Siempre es mejor participar en la decisión que en las lamentaciones.

A unos días de que terminen las campañas (probablemente las peores en la historia), conviene sentarse a evaluar perfiles y propuestas para decidir lo mejor para los municipios, el estado y el país.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx