/ miércoles 18 de mayo de 2022

La maternidad y el trabajo, un reto social

En días recientes celebramos el 10 de mayo, una fecha para honrar y felicitar a aquellas mujeres que ejercen uno de los roles más demandantes y difíciles en la sociedad; ser madres.

Las madres son uno de los grupos sociales más afectados por la pobreza y la desigualdad. No sólo es que tienen mayores probabilidades de padecerla, sino que sus consecuencias trascienden, pues influyen también en la calidad de vida de sus hijas e hijos y contribuyen a su reproducción intergeneracional, es decir, a que sus hijas, hijos, nietas y nietos también la padezcan.

A pesar de que sólo 57% de las madres mexicanas cuentan con educación básica y sólo 17% tienen educación superior, la mayoría de ellas trabajan. Esto las coloca en una condición vulnerable cuando buscan empleo y usualmente tienen acceso a trabajos precarios o sin seguridad social.

Morelos tiene una de las tasas más altas de participación económica de las madres en el país, casi 48% de ellas participa en el mercado laboral. Sin embargo, ésta continúa siendo una tasa baja y una de las razones es que las mujeres enfrentan los retos de combinar la crianza de hijos e hijas, de cuidados de otros familiares y actividades no remuneradas con el trabajo remunerado.

Las madres trabajadoras requieren empleos más flexibles; además, el contexto empresarial impide a las mujeres recibir oportunidades de ascenso por el simple hecho de ser madres y considerar que deben cumplir primordialmente con su rol de cuidadoras. Es un hecho que las mujeres con infantes no tienen las mismas oportunidades en el ámbito laboral que los hombres y que las mujeres sin descendencia.

Pese a que se han concretado algunos avances para hacer valer los derechos de la mujer, aún no se dimensiona la sobrecarga que conlleva el rol femenino, y la sobreexigencia asociada a que una “súper mujer” es capaz de resolverlo todo, tanto en el ámbito profesional, como en el hogar.

Ante esto, los gobiernos deben implementar políticas públicas que aumenten las opciones y oportunidades, fomenten la inclusión social, rompan la reproducción intergeneracional de la exclusión y la desigualdad y garanticen el pleno ejercicio de derechos a una vida con oportunidades.

Si bien celebrar a las madres es algo significativo, pero es más importante reconocer y atender los desafíos que enfrentan las madres trabajadoras, contribuyendo a mejorar sus condiciones de vida y laborales que les permitan desarrollarse plenamente en todas las facetas de su vida.

En días recientes celebramos el 10 de mayo, una fecha para honrar y felicitar a aquellas mujeres que ejercen uno de los roles más demandantes y difíciles en la sociedad; ser madres.

Las madres son uno de los grupos sociales más afectados por la pobreza y la desigualdad. No sólo es que tienen mayores probabilidades de padecerla, sino que sus consecuencias trascienden, pues influyen también en la calidad de vida de sus hijas e hijos y contribuyen a su reproducción intergeneracional, es decir, a que sus hijas, hijos, nietas y nietos también la padezcan.

A pesar de que sólo 57% de las madres mexicanas cuentan con educación básica y sólo 17% tienen educación superior, la mayoría de ellas trabajan. Esto las coloca en una condición vulnerable cuando buscan empleo y usualmente tienen acceso a trabajos precarios o sin seguridad social.

Morelos tiene una de las tasas más altas de participación económica de las madres en el país, casi 48% de ellas participa en el mercado laboral. Sin embargo, ésta continúa siendo una tasa baja y una de las razones es que las mujeres enfrentan los retos de combinar la crianza de hijos e hijas, de cuidados de otros familiares y actividades no remuneradas con el trabajo remunerado.

Las madres trabajadoras requieren empleos más flexibles; además, el contexto empresarial impide a las mujeres recibir oportunidades de ascenso por el simple hecho de ser madres y considerar que deben cumplir primordialmente con su rol de cuidadoras. Es un hecho que las mujeres con infantes no tienen las mismas oportunidades en el ámbito laboral que los hombres y que las mujeres sin descendencia.

Pese a que se han concretado algunos avances para hacer valer los derechos de la mujer, aún no se dimensiona la sobrecarga que conlleva el rol femenino, y la sobreexigencia asociada a que una “súper mujer” es capaz de resolverlo todo, tanto en el ámbito profesional, como en el hogar.

Ante esto, los gobiernos deben implementar políticas públicas que aumenten las opciones y oportunidades, fomenten la inclusión social, rompan la reproducción intergeneracional de la exclusión y la desigualdad y garanticen el pleno ejercicio de derechos a una vida con oportunidades.

Si bien celebrar a las madres es algo significativo, pero es más importante reconocer y atender los desafíos que enfrentan las madres trabajadoras, contribuyendo a mejorar sus condiciones de vida y laborales que les permitan desarrollarse plenamente en todas las facetas de su vida.