/ sábado 29 de agosto de 2020

La Kekita

Desde hace tres años, La Kekita prepara garnachas de las más ricas y enviciantes para los tragones del norte de Cuernavaca y lo hace de la mejor manera: con mucha variedad pero sobre todo, con harta grasita y sabor callejero.

Llegué a la Kekita por recomendación de mi amigo puerquini, con la promesa de probar unas tostadas de pata sin progenitora y la verdad es que si. Esa pieza de lo más sabrosa del marrano es procesada y presentada con mucho detalle. Los trozos de carne chonchos y bien limpiecitos están perfectamente integrados con pedacitos de zanahoria y cebollita, que saborizados por el vinagre, la crema y el queso, se presentan sobre una tostada bien gruesa, que al mismo tiempo cubre otra tortilla dorada para formar un edificio infranqueable, que aunque no parece, sucumbe fácilmente por las mordidas inspiradas de cualquiera.

Pero las tostadas no son lo único: las gordas y quesadillas fritas flotan girando en una tina de aceite bien calentito. La variedad es importante, en la que destaca el chicharrón prensado, el picadillo, la tinga de pollo, el queso Oaxaca, y otras más que no me dio ni el tiempo ni la panza, para calarlas.

En la plancha de enfrente destacan los tacos de chuleta, bistec y pastor, que salen en cantidades industriales para la gente que abarrota las mesas y que hace fila para surtir su pedido para llevar.

Ojo: si no te administras bien, no alcanzas a llegar ni a la mitad de la carta, y ese, es un error garrafal. Antes de irte debes probar los huesitos que son una torre de costillas a medio peluzquear que pasan por la plancha y son condimentadas por un menjunje que lleva de base un jugo oscuro que sabe a gloria.

A los huesitos debes destinarles su tiempo, roerlos con meticulosidad y desprenderles el sabor y las fibras que impregnan la lengua y los labios. Si te quedaste con espacio puedes pedir una segunda orden, que además tiene un precio súper accesible.

Pará terminar sin recato, ordena unos plátanos fritos. Pueden ir con la tradicional leche condensada o con mermelada y chispas de chocolate. Te endulzan la vida y el cuerpo pero, qué tanto es tantito.

La Kekita está en Santa María, sobre la carretera federal, en la sección de locales comerciales ubicados justo frente al sector de policía y abren de miércoles a domingo a partir de las 5:30 de la tarde. La cuenta… la cuenta ni se siente porque tiene precios muy por debajo de su sabor y calidad.

Desde hace tres años, La Kekita prepara garnachas de las más ricas y enviciantes para los tragones del norte de Cuernavaca y lo hace de la mejor manera: con mucha variedad pero sobre todo, con harta grasita y sabor callejero.

Llegué a la Kekita por recomendación de mi amigo puerquini, con la promesa de probar unas tostadas de pata sin progenitora y la verdad es que si. Esa pieza de lo más sabrosa del marrano es procesada y presentada con mucho detalle. Los trozos de carne chonchos y bien limpiecitos están perfectamente integrados con pedacitos de zanahoria y cebollita, que saborizados por el vinagre, la crema y el queso, se presentan sobre una tostada bien gruesa, que al mismo tiempo cubre otra tortilla dorada para formar un edificio infranqueable, que aunque no parece, sucumbe fácilmente por las mordidas inspiradas de cualquiera.

Pero las tostadas no son lo único: las gordas y quesadillas fritas flotan girando en una tina de aceite bien calentito. La variedad es importante, en la que destaca el chicharrón prensado, el picadillo, la tinga de pollo, el queso Oaxaca, y otras más que no me dio ni el tiempo ni la panza, para calarlas.

En la plancha de enfrente destacan los tacos de chuleta, bistec y pastor, que salen en cantidades industriales para la gente que abarrota las mesas y que hace fila para surtir su pedido para llevar.

Ojo: si no te administras bien, no alcanzas a llegar ni a la mitad de la carta, y ese, es un error garrafal. Antes de irte debes probar los huesitos que son una torre de costillas a medio peluzquear que pasan por la plancha y son condimentadas por un menjunje que lleva de base un jugo oscuro que sabe a gloria.

A los huesitos debes destinarles su tiempo, roerlos con meticulosidad y desprenderles el sabor y las fibras que impregnan la lengua y los labios. Si te quedaste con espacio puedes pedir una segunda orden, que además tiene un precio súper accesible.

Pará terminar sin recato, ordena unos plátanos fritos. Pueden ir con la tradicional leche condensada o con mermelada y chispas de chocolate. Te endulzan la vida y el cuerpo pero, qué tanto es tantito.

La Kekita está en Santa María, sobre la carretera federal, en la sección de locales comerciales ubicados justo frente al sector de policía y abren de miércoles a domingo a partir de las 5:30 de la tarde. La cuenta… la cuenta ni se siente porque tiene precios muy por debajo de su sabor y calidad.

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