/ jueves 24 de marzo de 2022

La invasión Rusa de Ucrania de Putin continúa con su masacre

Estoy escuchando a un padre de familia, una persona de 50 años aproximadamente. Cuenta que, como todos los adultos menores de 60 años, tuvo que ir a defender Ukrania de la invasión rusa, de la masacre ordenada por Putin y que lleva más de tres semanas de bombardeos con misiles y tanques que han ido destruyendo casas, edificios de departamentos, hospitales, teatros, plazas, puentes, calles y la vida de millones de gentes. El padre de familia cuenta, frente a una foto de su esposa y de su hijo de quince años y su hija de 9 que los mataron en un bombardeo. El joven delgado de rasgos afilados y de lentes, la niña delgada practicando, ensayando, algo así como ballet. No pude escuchar más. Al fin y al cabo, la esposa y madre de unos 45 años, el joven adolescente de 15 y la niña de 9 no son más que unas víctimas más de los miles crímenes de lesa humanidad perpetrados y ordenados por Putin. Veo todos los días por las mañanas y por las noches, desde que empezó esta guerra de quien se ha considerado el heredero del imperio ruso y su restauración, las filas de personas, madres de familia con sus niñas y niños caminando con sus gorros que no dejan de mostrar una cara de azoro y una profunda tristeza con alguna mochila o alguna maleta con sus ruedas; algunas señoras jóvenes cargando a sus bebés, señoras y señores de más 70 o quizás 80 años, caminando con mucho dificultad entre piedras y escombros, ayudados por personas que visten algún tipo de uniforme militar, frecuentemente incompleto. Se nota su pesadumbre, su tristeza, alguno de ellos llora y dice que los rusos son peores que los nazis. Otros viejos vecinos de la frontera con Rusia declaran que no pueden entender como fue posible que de un día para otro los invadieran y les dispararan, sin son vecinos y hasta eran amigos, y algunos hasta familiares. Un joven de aproximadamente unos 38 años entrevistado para la televisión americana —con su esposa a un costado que se observa muy triste y apesadumbrada, que parece haber llorado mucho— declara con mucho pesar y mucha tristeza que sus padres decidieron quedarse y le rogaron reiteradamente que por favor se fuera. El joven dice que tuvo que ceder y emprendió la huida de Ukrania. El joven dice que habla con sus padres todos los días con mucha tristeza. En varios de estos lugares, los viejos que se quedaron, padecen la falta de agua, electricidad, calefacción y alimentos. El ejército de Putin, sin embargo, sigue bombardeando hasta los hospitales de maternidad, con el visible propósito de torturar a las familias y políticos de Ukrania mediante el terror y exigiendo a los Ukranianos que se rindan. Sin embargo, el presidente de Ukrania y muchos de los ciudadanos de la resistencia, ciudadanos habilitados como combatientes de guerra, señalan que no se rendirán y que están dispuestos a morir. Otros jóvenes que huyeron del lugar de su trabajo y vivienda, declaran muy apesadumbrados y mucha tristeza, que huyeron de la ciudad bombardeada. Él decía que tenía un trabajo y una vida perfecta, que era feliz. Hoy, a 100 kilómetros de distancia en el occidente de Ukrania, declara que su única meta diaria es sobrevivir, que ha quedado traumatizado por los “silbidos” de los misiles, que cree muy difícil que no se aterrorice con estos silbidos y de los aviones. Aquellos que se ven todos los días de señoras, mujeres jóvenes, viejos y señoras grandes haciendo fila para cruzar la aduana y entrar al país vecino. Polonia ha sido muy hospitalaria y ha recibido ya a cientos de miles de gentes de los más de 3 millones de gentes que huyen de la guerra con sus mudas de ropa. Hay unos grupos de familias, generalmente sólo se ve a la madre y sus hijos que viven o sobreviven en sótanos; increíblemente algunos niños están tomando clases, han muerto más de 100 bebés. La madre declara que no sabe qué harán, ni cuanto tiempo estarán ahí. Putin, mientras tanto, organizó una concentración de miles de gentes en una especie de estadio de futbol para respaldar su “intervención”. Putin vestía un largo abrigo azul y un suéter blanco de cuello de tortuga. Las gentes concentradas y con pancartas aclamaban a Putin, seguramente diríamos en México “acarreados” porque rusos y rusas que han protestado en plazas públicas, miles, han sido encarcelados, una empleada de una televisora, que con una pancarta expresó en inglés y ruso, que no creyeran las mentiras de la conductora de noticias y su rechazo a la guerra, también fue encarcelada. La última imagen que veo es la de una niña de 15 años con una pierna amputada de un bombardeo, en donde su madre y su abuela murieron tratando de salvarla. Putin dice que estás imágenes son mentiras falsas.

Estoy escuchando a un padre de familia, una persona de 50 años aproximadamente. Cuenta que, como todos los adultos menores de 60 años, tuvo que ir a defender Ukrania de la invasión rusa, de la masacre ordenada por Putin y que lleva más de tres semanas de bombardeos con misiles y tanques que han ido destruyendo casas, edificios de departamentos, hospitales, teatros, plazas, puentes, calles y la vida de millones de gentes. El padre de familia cuenta, frente a una foto de su esposa y de su hijo de quince años y su hija de 9 que los mataron en un bombardeo. El joven delgado de rasgos afilados y de lentes, la niña delgada practicando, ensayando, algo así como ballet. No pude escuchar más. Al fin y al cabo, la esposa y madre de unos 45 años, el joven adolescente de 15 y la niña de 9 no son más que unas víctimas más de los miles crímenes de lesa humanidad perpetrados y ordenados por Putin. Veo todos los días por las mañanas y por las noches, desde que empezó esta guerra de quien se ha considerado el heredero del imperio ruso y su restauración, las filas de personas, madres de familia con sus niñas y niños caminando con sus gorros que no dejan de mostrar una cara de azoro y una profunda tristeza con alguna mochila o alguna maleta con sus ruedas; algunas señoras jóvenes cargando a sus bebés, señoras y señores de más 70 o quizás 80 años, caminando con mucho dificultad entre piedras y escombros, ayudados por personas que visten algún tipo de uniforme militar, frecuentemente incompleto. Se nota su pesadumbre, su tristeza, alguno de ellos llora y dice que los rusos son peores que los nazis. Otros viejos vecinos de la frontera con Rusia declaran que no pueden entender como fue posible que de un día para otro los invadieran y les dispararan, sin son vecinos y hasta eran amigos, y algunos hasta familiares. Un joven de aproximadamente unos 38 años entrevistado para la televisión americana —con su esposa a un costado que se observa muy triste y apesadumbrada, que parece haber llorado mucho— declara con mucho pesar y mucha tristeza que sus padres decidieron quedarse y le rogaron reiteradamente que por favor se fuera. El joven dice que tuvo que ceder y emprendió la huida de Ukrania. El joven dice que habla con sus padres todos los días con mucha tristeza. En varios de estos lugares, los viejos que se quedaron, padecen la falta de agua, electricidad, calefacción y alimentos. El ejército de Putin, sin embargo, sigue bombardeando hasta los hospitales de maternidad, con el visible propósito de torturar a las familias y políticos de Ukrania mediante el terror y exigiendo a los Ukranianos que se rindan. Sin embargo, el presidente de Ukrania y muchos de los ciudadanos de la resistencia, ciudadanos habilitados como combatientes de guerra, señalan que no se rendirán y que están dispuestos a morir. Otros jóvenes que huyeron del lugar de su trabajo y vivienda, declaran muy apesadumbrados y mucha tristeza, que huyeron de la ciudad bombardeada. Él decía que tenía un trabajo y una vida perfecta, que era feliz. Hoy, a 100 kilómetros de distancia en el occidente de Ukrania, declara que su única meta diaria es sobrevivir, que ha quedado traumatizado por los “silbidos” de los misiles, que cree muy difícil que no se aterrorice con estos silbidos y de los aviones. Aquellos que se ven todos los días de señoras, mujeres jóvenes, viejos y señoras grandes haciendo fila para cruzar la aduana y entrar al país vecino. Polonia ha sido muy hospitalaria y ha recibido ya a cientos de miles de gentes de los más de 3 millones de gentes que huyen de la guerra con sus mudas de ropa. Hay unos grupos de familias, generalmente sólo se ve a la madre y sus hijos que viven o sobreviven en sótanos; increíblemente algunos niños están tomando clases, han muerto más de 100 bebés. La madre declara que no sabe qué harán, ni cuanto tiempo estarán ahí. Putin, mientras tanto, organizó una concentración de miles de gentes en una especie de estadio de futbol para respaldar su “intervención”. Putin vestía un largo abrigo azul y un suéter blanco de cuello de tortuga. Las gentes concentradas y con pancartas aclamaban a Putin, seguramente diríamos en México “acarreados” porque rusos y rusas que han protestado en plazas públicas, miles, han sido encarcelados, una empleada de una televisora, que con una pancarta expresó en inglés y ruso, que no creyeran las mentiras de la conductora de noticias y su rechazo a la guerra, también fue encarcelada. La última imagen que veo es la de una niña de 15 años con una pierna amputada de un bombardeo, en donde su madre y su abuela murieron tratando de salvarla. Putin dice que estás imágenes son mentiras falsas.