/ sábado 12 de enero de 2019

La infraestructura hidráulica en México

En estos días en que el desabasto de combustible en algunos estados del país ha generado noticias y “memes” por todos lados, recordé que es hasta que ocurre una desgracia cuando se le pone atención a la infraestructura que se ha venido construyendo a lo largo de los años, y en algunos casos a lo largo de los siglos para prestar diversos servicios a la población del país.

Tal es el caso de la infraestructura hidráulica, que es vital, ya que sin este recurso no se puede sobrevivir, trabajar, producir alimentos ni mantener la vida silvestre…

La infraestructura hidráulica en nuestro país tiene una larga historia, desde luego, con el paso de los años ha habido necesidad por parte de las diferentes ciudades o comunidades de irse adaptando al aumento de la demanda, por causa del crecimiento poblacional o a la del desarrollo económico, industrial etc.

Al día de hoy, de acuerdo con los datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) existen más de cinco mil presas y bordos de almacenamiento, más de seis millones de hectáreas con sistemas de riego, casi dos mil 500 Plantas de Tratamiento de Agua Residuales (PTAR) construidas en todo el país y más de tres mil kilómetros de acueductos. El lograr la construcción de esta infraestructura nos ha llevado décadas, sin embargo, el mantenimiento y operación siempre representan un riesgo en la población.

El caso más reciente es el del Sistema Cutzamala, el cual tuvo que suspender el servicio por algunos días, para poder instalar una pieza especial que llamaron “k invertida”, cuyo resultado fue fallido y solo ocasionó desabasto de agua a casi cuatro millones de personas en la Ciudad de México.

Cualquier situación o fenómeno natural que pudiera presentarse y dañar las líneas de conducción, representa miles y en algunos casos millones de personas que se quedarían sin el abastecimiento de agua potable.

La falla de una potabilizadora, de una PTAR, puede implicar una contaminación que afecte a miles de familias en muchos lugares del país; las presas (la mayoría cuenta con una vida útil de 50 años) requieren un mantenimiento mayor para garantizar su seguridad física, estructural y operativa.

Desafortunadamente no existe una cultura de mantenimiento en nuestro país, en la mayoría de los casos, los gobiernos están interesados en construir nueva infraestructura, pero no darle mantenimiento a la que ya existe.

Esto tiene que cambiar, de otra manera la infraestructura se deteriora hasta el punto en el que resulta más costosa reponerla o repararla que darle un mantenimiento, ojalá no se siga en la misma situación en la presente administración.

Por el bien de México #aguaparatodos

En estos días en que el desabasto de combustible en algunos estados del país ha generado noticias y “memes” por todos lados, recordé que es hasta que ocurre una desgracia cuando se le pone atención a la infraestructura que se ha venido construyendo a lo largo de los años, y en algunos casos a lo largo de los siglos para prestar diversos servicios a la población del país.

Tal es el caso de la infraestructura hidráulica, que es vital, ya que sin este recurso no se puede sobrevivir, trabajar, producir alimentos ni mantener la vida silvestre…

La infraestructura hidráulica en nuestro país tiene una larga historia, desde luego, con el paso de los años ha habido necesidad por parte de las diferentes ciudades o comunidades de irse adaptando al aumento de la demanda, por causa del crecimiento poblacional o a la del desarrollo económico, industrial etc.

Al día de hoy, de acuerdo con los datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) existen más de cinco mil presas y bordos de almacenamiento, más de seis millones de hectáreas con sistemas de riego, casi dos mil 500 Plantas de Tratamiento de Agua Residuales (PTAR) construidas en todo el país y más de tres mil kilómetros de acueductos. El lograr la construcción de esta infraestructura nos ha llevado décadas, sin embargo, el mantenimiento y operación siempre representan un riesgo en la población.

El caso más reciente es el del Sistema Cutzamala, el cual tuvo que suspender el servicio por algunos días, para poder instalar una pieza especial que llamaron “k invertida”, cuyo resultado fue fallido y solo ocasionó desabasto de agua a casi cuatro millones de personas en la Ciudad de México.

Cualquier situación o fenómeno natural que pudiera presentarse y dañar las líneas de conducción, representa miles y en algunos casos millones de personas que se quedarían sin el abastecimiento de agua potable.

La falla de una potabilizadora, de una PTAR, puede implicar una contaminación que afecte a miles de familias en muchos lugares del país; las presas (la mayoría cuenta con una vida útil de 50 años) requieren un mantenimiento mayor para garantizar su seguridad física, estructural y operativa.

Desafortunadamente no existe una cultura de mantenimiento en nuestro país, en la mayoría de los casos, los gobiernos están interesados en construir nueva infraestructura, pero no darle mantenimiento a la que ya existe.

Esto tiene que cambiar, de otra manera la infraestructura se deteriora hasta el punto en el que resulta más costosa reponerla o repararla que darle un mantenimiento, ojalá no se siga en la misma situación en la presente administración.

Por el bien de México #aguaparatodos

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