/ domingo 1 de agosto de 2021

La guerra ha cambiado

El Centro para control de enfermedades al cual llamaremos CDC por sus siglas en inglés, es la dependencia del gobierno de Estados Unidos responsable de la detección, tipificación, cuantificación y seguimiento de cualquier tipo de enfermedad, infecciosa o de otro origen, que afecte la salud de los norteamericanos así como la recomendación de políticas públicas dirigidas a la prevención o mitigación del riesgo.

Fundado en 1946, el CDC ha sido el brazo asesor del presidente de los Estados Unidos en su respuesta a diferentes crisis de salud como por ejemplo el control del paludismo en Florida, la vacunación masiva contra polio, el control de la rabia y la tuberculosis, la reducción del riesgo de incendios domésticos, la valoración del consumo de cigarro como precursor de cáncer, el control de la transmisión del VIH, la violencia y más recientemente, el control de la influenza.

Por su naturaleza y junto con el Instituto Nacional de Salud (NIH) y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, el CDC ha jugado un papel vital durante la pandemia de Covid-19 en ese país siendo el director de este último, el Dr. Anthony Fauci, uno de sus exponentes más visibles.

Hace apenas dos días se hizo del conocimiento público un documento interno del CDC que ha sido ampliamente comentado en medios, en el cual se actualiza la información sobre las características e impacto de la variante delta del virus SARS-CoV-2.

Lo primero que destaca de este documento, el cual está disponible en diferentes sitios en la red, es la confirmación de la mayor transmisibilidad de la variante delta. Mientras que una persona infectada por el coronavirus hace un año infectaba dos personas, ahora infectará 6.

Esto se debe a varias razones. Por un lado la carga viral de los infectados es mil veces más alta, el tiempo de incubación de la infección se reduce de 5 a 3.5 días y la duración de la infección se incrementa de 13 a 18 días.

Una vez infectada con la variante delta, la probabilidad de que una persona necesite hospitalización es tres veces más alta que con la variante original, sin importar si ha sido vacunada o no.

Un dato de enorme importancia para México, que apostó a la inmunidad de rebaño, es que las personas que adquirieron inmunidad por una primera infección solo estarán protegidas por tres meses. Por otro lado, la inmunidad conferida por la vacuna se mantiene estable contra la nueva variante a 4.5 meses después de la segunda dosis.

Las personas no vacunadas serán 8 veces más susceptibles de enfermarse y 25 veces más susceptibles de ser hospitalizadas o de morir comparadas con aquellas vacunadas con esquema completo, lo que refleja la efectividad de las vacunas.

Estos datos son consistentes con lo que se está observando en México con respecto a la forma, intensidad y duración de la ola delta con una diferencia importante. Dado que en Estados Unidos no se segregó la aplicación de vacunas por grupos de edad, en ese país no se presentan diferencias significativas en este sentido, contrario a lo que vemos en México donde la mayoría de los casos positivos, hospitalizaciones y fallecimientos se están acumulando en menores de 30 años.

Ante este escenario, las recomendaciones del CDC son mejorar la comunicación sobre el riesgo de la variante delta sobre todo en personas no vacunadas, el uso universal de cubrebocas, la vacunación obligatoria de personas en grupos vulnerables y la implementación de medidas complementarias para evitar la propagación de la infección en la comunidad.

Con esta información se ratifica lo que hemos venido diciendo en este espacio: la guerra ha cambiado. La variante delta requiere una respuesta rápida y enérgica de las autoridades sanitarias reforzando las medidas preventivas, el uso obligatorio de cubrebocas, la reducción de contactos, recomendando evitar espacios cerrados o aglomerados sobre todo si están mal ventilados.

La aplicación masiva de vacunas en menores de 40 años que se está realizando en las últimas semanas los protegerá sin duda contra las siguientes olas pero desgraciadamente llegó muy tarde para protegerlos contra la ola delta. Una vez más e igual que hace una año, no nos queda más que prevenir.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook

El Centro para control de enfermedades al cual llamaremos CDC por sus siglas en inglés, es la dependencia del gobierno de Estados Unidos responsable de la detección, tipificación, cuantificación y seguimiento de cualquier tipo de enfermedad, infecciosa o de otro origen, que afecte la salud de los norteamericanos así como la recomendación de políticas públicas dirigidas a la prevención o mitigación del riesgo.

Fundado en 1946, el CDC ha sido el brazo asesor del presidente de los Estados Unidos en su respuesta a diferentes crisis de salud como por ejemplo el control del paludismo en Florida, la vacunación masiva contra polio, el control de la rabia y la tuberculosis, la reducción del riesgo de incendios domésticos, la valoración del consumo de cigarro como precursor de cáncer, el control de la transmisión del VIH, la violencia y más recientemente, el control de la influenza.

Por su naturaleza y junto con el Instituto Nacional de Salud (NIH) y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, el CDC ha jugado un papel vital durante la pandemia de Covid-19 en ese país siendo el director de este último, el Dr. Anthony Fauci, uno de sus exponentes más visibles.

Hace apenas dos días se hizo del conocimiento público un documento interno del CDC que ha sido ampliamente comentado en medios, en el cual se actualiza la información sobre las características e impacto de la variante delta del virus SARS-CoV-2.

Lo primero que destaca de este documento, el cual está disponible en diferentes sitios en la red, es la confirmación de la mayor transmisibilidad de la variante delta. Mientras que una persona infectada por el coronavirus hace un año infectaba dos personas, ahora infectará 6.

Esto se debe a varias razones. Por un lado la carga viral de los infectados es mil veces más alta, el tiempo de incubación de la infección se reduce de 5 a 3.5 días y la duración de la infección se incrementa de 13 a 18 días.

Una vez infectada con la variante delta, la probabilidad de que una persona necesite hospitalización es tres veces más alta que con la variante original, sin importar si ha sido vacunada o no.

Un dato de enorme importancia para México, que apostó a la inmunidad de rebaño, es que las personas que adquirieron inmunidad por una primera infección solo estarán protegidas por tres meses. Por otro lado, la inmunidad conferida por la vacuna se mantiene estable contra la nueva variante a 4.5 meses después de la segunda dosis.

Las personas no vacunadas serán 8 veces más susceptibles de enfermarse y 25 veces más susceptibles de ser hospitalizadas o de morir comparadas con aquellas vacunadas con esquema completo, lo que refleja la efectividad de las vacunas.

Estos datos son consistentes con lo que se está observando en México con respecto a la forma, intensidad y duración de la ola delta con una diferencia importante. Dado que en Estados Unidos no se segregó la aplicación de vacunas por grupos de edad, en ese país no se presentan diferencias significativas en este sentido, contrario a lo que vemos en México donde la mayoría de los casos positivos, hospitalizaciones y fallecimientos se están acumulando en menores de 30 años.

Ante este escenario, las recomendaciones del CDC son mejorar la comunicación sobre el riesgo de la variante delta sobre todo en personas no vacunadas, el uso universal de cubrebocas, la vacunación obligatoria de personas en grupos vulnerables y la implementación de medidas complementarias para evitar la propagación de la infección en la comunidad.

Con esta información se ratifica lo que hemos venido diciendo en este espacio: la guerra ha cambiado. La variante delta requiere una respuesta rápida y enérgica de las autoridades sanitarias reforzando las medidas preventivas, el uso obligatorio de cubrebocas, la reducción de contactos, recomendando evitar espacios cerrados o aglomerados sobre todo si están mal ventilados.

La aplicación masiva de vacunas en menores de 40 años que se está realizando en las últimas semanas los protegerá sin duda contra las siguientes olas pero desgraciadamente llegó muy tarde para protegerlos contra la ola delta. Una vez más e igual que hace una año, no nos queda más que prevenir.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook