/ jueves 18 de abril de 2019

¿La Estación resort?

“Uno no va a los Patios de la Estación, es una zona peligrosa y nadie tendría que entrar ahí”, nos advirtieron a los residentes de Cuernavaca durante muchos años.

Ubicados en una zona privilegiada de Cuernavaca, donde termina la avenida Plan de Ayala para convertirse en Boulevard Vicente Guerrero (antes gobernadores), la zona ha detrás de la antigua estación del ferrocarril, de tiempos de Don Porfirio, vivió décadas con el estigma de la marginación, de la inseguridad, del crimen. Por eso sorprendió el anuncio del alcalde, Antonio Villalobos, de que convertiría a la zona en un área turística para que las familias que habitan en la colonia sean directamente beneficiadas con empleos de servicios e ingresos por comercio.

Se trata, sin duda, del anuncio más atrevido que el presidente municipal ha hecho en toda su administración, que ha estado llena de sorpresas en lo político. Devolver la dignidad a una de las zonas históricamente más conflictuadas de Cuernavaca es una tarea mucho más que compleja pues depende de infinitas variables, casi todas relacionadas con estrategias de seguridad pública y protección ciudadana que no son dependientes solo de la acción del Ayuntamiento.

La zona, por sí misma es atractiva en materia escenográfica, tiene áreas verdes, espacios deportivos y, por supuesto, la vieja estación del Ferrocarril convertida hoy en espacio cultural. Está cerca de plazas comerciales, del espacio escénico más importante del estado (el Centro Cultural Teopanzolco), y tiene elementos de valor histórico como la antigua fábrica de hielo. Su ubicación, además vertebra parte dos zonas de Cuernavaca con altos flujos de tránsito diariamente.

El área de Patios de la Estación-La Selva, sin embargo, ha sido agredida visualmente con obras viales poco amigables con el entorno y que permitieron la degradación de un crucero en un horrible paso a desnivel que estorba la vista en todos los sentidos. La intervención para el rescate del área requiere devolverle el atractivo visual que alguna vez tuvo toda la región y que anteriores administraciones municipales buscaron rescatar sin un proyecto mayor de integración de la zona al paisaje, pero también al desarrollo de Cuernavaca. Pero la apuesta del alcalde Villalobos no debiera detenerse en la pintura de fachadas y dotación de espacios verdes; sino también en el desarrollo de puntos verdaderos de atracción turística, la integración de Teopanzolco, la vieja estación, los espacios para el arte callejero, los camellones, y el fomento al establecimiento de lugares ancla en la zona, parece imperativa.

Considerar este proyecto en medio del clima de inseguridad que padece el estado y que tiene una de sus manifestaciones más tristes y violentas en la capital, puede considerarse arriesgado, inconsciente, absurdo, ocurrente; pero creemos que va más allá, se trata de un plan fuera de la caja que pretende recuperar para los ciudadanos un área asolada por la delincuencia. Se constituye en una atrevida maniobra para devolver a la ciudad un espacio que estaba perdido hace muchos años, y cuya ubicación era una especie de lindero entre la Cuernavaca de los que han tenido oportunidades y la de los marginados. Se trata entonces de una iniciativa de elemental justicia y saneamiento social.

Entendemos que la idea no es construir un gran resort, sino una especie de pequeño cluster de empresas dedicadas a la producción y venta de alimentos que sirva de entrada a otras atracciones ubicadas en la zona. Convendrá, sin embargo, pensar en la forma de revivir en materia de cultura y espectáculos la infraestructura de la zona, no importa que la haya hecho Graco. Al final de cuentas, más allá de filias, fobias y responsabilidades administrativas, los inmuebles ahí están y su valor radica en que sean aprovechados.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

“Uno no va a los Patios de la Estación, es una zona peligrosa y nadie tendría que entrar ahí”, nos advirtieron a los residentes de Cuernavaca durante muchos años.

Ubicados en una zona privilegiada de Cuernavaca, donde termina la avenida Plan de Ayala para convertirse en Boulevard Vicente Guerrero (antes gobernadores), la zona ha detrás de la antigua estación del ferrocarril, de tiempos de Don Porfirio, vivió décadas con el estigma de la marginación, de la inseguridad, del crimen. Por eso sorprendió el anuncio del alcalde, Antonio Villalobos, de que convertiría a la zona en un área turística para que las familias que habitan en la colonia sean directamente beneficiadas con empleos de servicios e ingresos por comercio.

Se trata, sin duda, del anuncio más atrevido que el presidente municipal ha hecho en toda su administración, que ha estado llena de sorpresas en lo político. Devolver la dignidad a una de las zonas históricamente más conflictuadas de Cuernavaca es una tarea mucho más que compleja pues depende de infinitas variables, casi todas relacionadas con estrategias de seguridad pública y protección ciudadana que no son dependientes solo de la acción del Ayuntamiento.

La zona, por sí misma es atractiva en materia escenográfica, tiene áreas verdes, espacios deportivos y, por supuesto, la vieja estación del Ferrocarril convertida hoy en espacio cultural. Está cerca de plazas comerciales, del espacio escénico más importante del estado (el Centro Cultural Teopanzolco), y tiene elementos de valor histórico como la antigua fábrica de hielo. Su ubicación, además vertebra parte dos zonas de Cuernavaca con altos flujos de tránsito diariamente.

El área de Patios de la Estación-La Selva, sin embargo, ha sido agredida visualmente con obras viales poco amigables con el entorno y que permitieron la degradación de un crucero en un horrible paso a desnivel que estorba la vista en todos los sentidos. La intervención para el rescate del área requiere devolverle el atractivo visual que alguna vez tuvo toda la región y que anteriores administraciones municipales buscaron rescatar sin un proyecto mayor de integración de la zona al paisaje, pero también al desarrollo de Cuernavaca. Pero la apuesta del alcalde Villalobos no debiera detenerse en la pintura de fachadas y dotación de espacios verdes; sino también en el desarrollo de puntos verdaderos de atracción turística, la integración de Teopanzolco, la vieja estación, los espacios para el arte callejero, los camellones, y el fomento al establecimiento de lugares ancla en la zona, parece imperativa.

Considerar este proyecto en medio del clima de inseguridad que padece el estado y que tiene una de sus manifestaciones más tristes y violentas en la capital, puede considerarse arriesgado, inconsciente, absurdo, ocurrente; pero creemos que va más allá, se trata de un plan fuera de la caja que pretende recuperar para los ciudadanos un área asolada por la delincuencia. Se constituye en una atrevida maniobra para devolver a la ciudad un espacio que estaba perdido hace muchos años, y cuya ubicación era una especie de lindero entre la Cuernavaca de los que han tenido oportunidades y la de los marginados. Se trata entonces de una iniciativa de elemental justicia y saneamiento social.

Entendemos que la idea no es construir un gran resort, sino una especie de pequeño cluster de empresas dedicadas a la producción y venta de alimentos que sirva de entrada a otras atracciones ubicadas en la zona. Convendrá, sin embargo, pensar en la forma de revivir en materia de cultura y espectáculos la infraestructura de la zona, no importa que la haya hecho Graco. Al final de cuentas, más allá de filias, fobias y responsabilidades administrativas, los inmuebles ahí están y su valor radica en que sean aprovechados.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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