/ sábado 8 de enero de 2022

La esperanza de un nuevo comienzo (o la belleza de la ignorancia)

Comienza un nuevo año, y con él, los 1,907 nuevos alcaldes electos en 2021 inician su propio ejercicio fiscal, lo que ocurra este año ya es totalmente su responsabilidad.

En algunos estados los nuevos alcaldes iniciaron funciones en el ultimo trimestre del año anterior, y en otros, como Morelos por ejemplo, asumieron el 1 de enero de este año.

Y la pregunta para mis lectores es la misma siempre, ¿ahora si se pondrá profesionalismo en el tema del agua?

El panorama no es nada sencillo, ya desde antes de la pandemia por el SARS-COV-2 causante del COVID-19 la problemática era muy seria: a pesar de que las coberturas son aparentemente altas (96% de cobertura de agua potable en el país según el Censo de 2020 realizado por el INEGI), la verdad es que no se tiene continuidad en el servicio, solo el 59% de la población recibe agua diariamente, aunque no necesariamente las 24 horas del día. Y la calidad del agua que se abastece no es adecuada, tres de cada cuatro mexicanos considera que el agua no es sana para beber y con justa razón, se han detectado amplias zonas del país con coliformes, arsénico, fluoruros o nitratos, entre otros contaminantes.

Las eficiencias de los organismos son muy bajas, apenas del orden del 40% global, las pérdidas son muy altas, se pierde el 45% del agua en fugas y el 25% de los usuarios no paga su recibo, las tarifas están muy rezagadas y no se han podido actualizar en años. La contaminación de los cuerpos de agua va a la alza por falta de tratamiento de las aguas residuales que se descargan a nuestros ríos y canales.

En conclusión, el 98% de los organismos tienen un margen de operación negativo, es decir, no les alcanzan sus ingresos ni siquiera para cubrir sus costos de operación. Y desde luego eso hace que no tengan tampoco para invertir en nueva infraestructura, ni para sustituir las redes viejas que tienen.

Por si esto fuera poco, la pandemia generó una reducción de ingresos en la mayoría de los organismos operadores de todo el país. Si ya desde antes presentaban un margen de operación negativo, hoy día la situación es insostenible en muchos de ellos, y las deudas con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) los ahogan.

A nivel federal, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha sufrido el mayor deterioro institucional de su historia. Reducciones de presupuesto, de personal, de prestaciones, de gasto corriente, no le permiten atender sus tareas cabalmente, el rezago en trámites de administración del agua (su tarea principal) es descomunal. El Presidente les encargó ocho proyectos y ahora se le sumarán las tareas que antes realizaba el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA). A nivel estatal, la reducción de los subsidios federales ha traído un menor apoyo a los municipios a través del PROAGUA, el programa que permitía apoyar en la construcción de sistemas de agua, drenaje y saneamiento.

Además, recientemente entró en vigor la Norma Oficial Mexicana NOM-179-SSA1-2020 “Agua para uso y consumo humano. Control de la calidad del agua distribuida por los sistemas de abastecimiento de agua.” con nuevas obligaciones para los organismos. En breve se publicarán las modificaciones a la NOM-001-SEMARNAT-1996 que establece límites mucho más estrictos en las descargas de aguas residuales a cuerpos receptores de propiedad nacional, y la CONAGUA pondrá en vigor la NMX-AA-179-SCFI-2018. “Medición de volúmenes de aguas nacionales. Usados, explotados o aprovechados.” Eso sin hablar de las modificaciones que se esperan a la NOM-127-SSA que incluirá 102 parámetros.

Todo esto me hace pensar que los nuevos alcaldes deben haber hecho una cuidadosa selección de quien será su director o directora del sistema de agua potable, alguien capaz, con experiencia, con conocimiento de la normatividad y del sistema de agua. ¿Será?

Comienza un nuevo año, y con él, los 1,907 nuevos alcaldes electos en 2021 inician su propio ejercicio fiscal, lo que ocurra este año ya es totalmente su responsabilidad.

En algunos estados los nuevos alcaldes iniciaron funciones en el ultimo trimestre del año anterior, y en otros, como Morelos por ejemplo, asumieron el 1 de enero de este año.

Y la pregunta para mis lectores es la misma siempre, ¿ahora si se pondrá profesionalismo en el tema del agua?

El panorama no es nada sencillo, ya desde antes de la pandemia por el SARS-COV-2 causante del COVID-19 la problemática era muy seria: a pesar de que las coberturas son aparentemente altas (96% de cobertura de agua potable en el país según el Censo de 2020 realizado por el INEGI), la verdad es que no se tiene continuidad en el servicio, solo el 59% de la población recibe agua diariamente, aunque no necesariamente las 24 horas del día. Y la calidad del agua que se abastece no es adecuada, tres de cada cuatro mexicanos considera que el agua no es sana para beber y con justa razón, se han detectado amplias zonas del país con coliformes, arsénico, fluoruros o nitratos, entre otros contaminantes.

Las eficiencias de los organismos son muy bajas, apenas del orden del 40% global, las pérdidas son muy altas, se pierde el 45% del agua en fugas y el 25% de los usuarios no paga su recibo, las tarifas están muy rezagadas y no se han podido actualizar en años. La contaminación de los cuerpos de agua va a la alza por falta de tratamiento de las aguas residuales que se descargan a nuestros ríos y canales.

En conclusión, el 98% de los organismos tienen un margen de operación negativo, es decir, no les alcanzan sus ingresos ni siquiera para cubrir sus costos de operación. Y desde luego eso hace que no tengan tampoco para invertir en nueva infraestructura, ni para sustituir las redes viejas que tienen.

Por si esto fuera poco, la pandemia generó una reducción de ingresos en la mayoría de los organismos operadores de todo el país. Si ya desde antes presentaban un margen de operación negativo, hoy día la situación es insostenible en muchos de ellos, y las deudas con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) los ahogan.

A nivel federal, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha sufrido el mayor deterioro institucional de su historia. Reducciones de presupuesto, de personal, de prestaciones, de gasto corriente, no le permiten atender sus tareas cabalmente, el rezago en trámites de administración del agua (su tarea principal) es descomunal. El Presidente les encargó ocho proyectos y ahora se le sumarán las tareas que antes realizaba el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA). A nivel estatal, la reducción de los subsidios federales ha traído un menor apoyo a los municipios a través del PROAGUA, el programa que permitía apoyar en la construcción de sistemas de agua, drenaje y saneamiento.

Además, recientemente entró en vigor la Norma Oficial Mexicana NOM-179-SSA1-2020 “Agua para uso y consumo humano. Control de la calidad del agua distribuida por los sistemas de abastecimiento de agua.” con nuevas obligaciones para los organismos. En breve se publicarán las modificaciones a la NOM-001-SEMARNAT-1996 que establece límites mucho más estrictos en las descargas de aguas residuales a cuerpos receptores de propiedad nacional, y la CONAGUA pondrá en vigor la NMX-AA-179-SCFI-2018. “Medición de volúmenes de aguas nacionales. Usados, explotados o aprovechados.” Eso sin hablar de las modificaciones que se esperan a la NOM-127-SSA que incluirá 102 parámetros.

Todo esto me hace pensar que los nuevos alcaldes deben haber hecho una cuidadosa selección de quien será su director o directora del sistema de agua potable, alguien capaz, con experiencia, con conocimiento de la normatividad y del sistema de agua. ¿Será?