/ lunes 9 de agosto de 2021

La escuela: volver o no volver

El país al igual que el resto del planeta parece retroceder en la batalla contra la pandemia, con varias jornadas rebasando los 20 mil contagios diarios, las cifras se elevan más de 25%, la nueva variante Delta parece afectar más a sectores jóvenes o al menos esa es la percepción popular, las voces críticas de siempre, consideran que debe dirigirse una vacunación masiva a niños entre los rangos de 6 a 11 años, cosa que el por el momento no se ve cercana debido a que el esquema completo de vacunación no se ha concluido aún con los mayores de edad, además estos rangos no han sido considerados aún por la OMS, mientras tanto el Gobierno Federal canta las 90 millones de dosis aplicadas.

El aumento en las cifras de contagio pone en primer plano un tema de extrema complejidad, el regreso a las clases presenciales, a casi año y medio del confinamiento mundial que motivó la suspensión de clases presenciales, Andrés Manuel López Obrador ha decidido que los niños vuelvan a clases para el próximo ciclo escolar, la medida ha causado opiniones encontradas y la polémica envuelve a las intenciones presidenciales.

Será difícil calcular el daño en el desarrollo escolar de la niñez mexicana, la modalidad de clases a distancia utilizada de manera emergente en el periodo 2020-2021 sin una estructura fortalecida ni la experiencia necesaria por parte de docentes y padres de familia, definitivamente arrojará facturas para los educandos, México ocupa desde hace más de 20 años el vergonzoso último lugar en calidad educativa de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ante este escenario, no volver a clases parece la antesala de una catástrofe educativa sin precedentes en el país, sin embargo el inminente regreso a las aulas nos lleva también a la incertidumbre con la que el virus ha matizado nuestra realidad.

El Presidente muestra conocimiento del evidente daño que representa la ausencia de alumnos en las escuelas, uno no puede dejar de analizar los motivos y las posturas de cada sector en este asunto, las clases presenciales no solo detendrían el acelerado deterioro académico de la población estudiantil, también activarían una buena parte de nuestra muy golpeada economía, sin dejar de lado el mensaje de confianza a los mercados, el daño psicológico que el confinamiento le ha causado a nuestros niños recibiría al menos un paliativo, la titular de la SEP Delfina Gómez Álvarez, ha reiterado en reciente reunión con los gobernantes de las 32 entidades que el regreso será voluntario y con respeto a la decisión que cada familia tome, dijo además mantener contacto con las representaciones sindicales del país (entiéndase SNTE) solicitando su colaboración para garantizar un “regreso seguro” a clases el próximo 30 de agosto, Olga Sánchez Cordero definió el retorno como “impostergable”, aunado a esto, integrantes de un movimiento denominado “Abre mi escuela” realizaron diversas manifestaciones en varios puntos de la República exigiendo clases presenciales.

En contraparte diversos sectores ven con recelo el regreso de los niños, el tema de la salud sin duda inquieta a la ciudadanía, la COPARMEX advirtió que el regreso a las aulas debe tener una fundamentación técnica, médica y profesional, lógica conclusión pero nada sencilla de llevar a cabo si tomamos en cuenta las limitaciones de la infraestructura escolar oficial, ¿O cómo podría garantizarse sana distancia en aulas que llegan a tener 40 o 50 alumnos? Se habla de un sistema híbrido pero tomando en cuenta los tropiezos de 2020 el augurio no es bueno.

Pocos temas son tan sensibles y la vez proclives a la politización y a la falta de acuerdo como el regreso de los niños a las escuelas, para los jefes de familia tomar una decisión será difícil, lo cierto es que los niños correrán menos riesgos en instalaciones escolares con estrictos protocolos de seguridad sanitaria que en los parques vecinales o plazas comerciales donde actualmente transitan sin restricción, tal vez ayudaría si el gobierno federal llamara a las cosas por su nombre, en esta pandemia los espacios seguros son mera utopía, espacios con riesgos reducidos sería algo más cercano a la realidad, la sociedad tiene la madurez suficiente para escuchar verdades.

Establecer la ubicación exacta del interés superior de la niñez ha resultado ahora tema complejo, seguirá siendo tema de debate político porque además existe una oposición desesperada que abona pocas cosas positivas, ojalá la vigilancia de las autoridades en sus 3 niveles sea realmente eficaz, el programa de vacunación avanza bien pero aún a la retaguardia de las necesidades del país, la determinación de instituciones de educativas de nivel superior como la UNAM de mantener la educación a distancia, da muestra de lo anterior.

El 30 de Agosto el cuestionamiento shakesperiano podría ser ¿Volver o no volver?, sea cual sea su decisión, vamos a cuidarnos todos.


El país al igual que el resto del planeta parece retroceder en la batalla contra la pandemia, con varias jornadas rebasando los 20 mil contagios diarios, las cifras se elevan más de 25%, la nueva variante Delta parece afectar más a sectores jóvenes o al menos esa es la percepción popular, las voces críticas de siempre, consideran que debe dirigirse una vacunación masiva a niños entre los rangos de 6 a 11 años, cosa que el por el momento no se ve cercana debido a que el esquema completo de vacunación no se ha concluido aún con los mayores de edad, además estos rangos no han sido considerados aún por la OMS, mientras tanto el Gobierno Federal canta las 90 millones de dosis aplicadas.

El aumento en las cifras de contagio pone en primer plano un tema de extrema complejidad, el regreso a las clases presenciales, a casi año y medio del confinamiento mundial que motivó la suspensión de clases presenciales, Andrés Manuel López Obrador ha decidido que los niños vuelvan a clases para el próximo ciclo escolar, la medida ha causado opiniones encontradas y la polémica envuelve a las intenciones presidenciales.

Será difícil calcular el daño en el desarrollo escolar de la niñez mexicana, la modalidad de clases a distancia utilizada de manera emergente en el periodo 2020-2021 sin una estructura fortalecida ni la experiencia necesaria por parte de docentes y padres de familia, definitivamente arrojará facturas para los educandos, México ocupa desde hace más de 20 años el vergonzoso último lugar en calidad educativa de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ante este escenario, no volver a clases parece la antesala de una catástrofe educativa sin precedentes en el país, sin embargo el inminente regreso a las aulas nos lleva también a la incertidumbre con la que el virus ha matizado nuestra realidad.

El Presidente muestra conocimiento del evidente daño que representa la ausencia de alumnos en las escuelas, uno no puede dejar de analizar los motivos y las posturas de cada sector en este asunto, las clases presenciales no solo detendrían el acelerado deterioro académico de la población estudiantil, también activarían una buena parte de nuestra muy golpeada economía, sin dejar de lado el mensaje de confianza a los mercados, el daño psicológico que el confinamiento le ha causado a nuestros niños recibiría al menos un paliativo, la titular de la SEP Delfina Gómez Álvarez, ha reiterado en reciente reunión con los gobernantes de las 32 entidades que el regreso será voluntario y con respeto a la decisión que cada familia tome, dijo además mantener contacto con las representaciones sindicales del país (entiéndase SNTE) solicitando su colaboración para garantizar un “regreso seguro” a clases el próximo 30 de agosto, Olga Sánchez Cordero definió el retorno como “impostergable”, aunado a esto, integrantes de un movimiento denominado “Abre mi escuela” realizaron diversas manifestaciones en varios puntos de la República exigiendo clases presenciales.

En contraparte diversos sectores ven con recelo el regreso de los niños, el tema de la salud sin duda inquieta a la ciudadanía, la COPARMEX advirtió que el regreso a las aulas debe tener una fundamentación técnica, médica y profesional, lógica conclusión pero nada sencilla de llevar a cabo si tomamos en cuenta las limitaciones de la infraestructura escolar oficial, ¿O cómo podría garantizarse sana distancia en aulas que llegan a tener 40 o 50 alumnos? Se habla de un sistema híbrido pero tomando en cuenta los tropiezos de 2020 el augurio no es bueno.

Pocos temas son tan sensibles y la vez proclives a la politización y a la falta de acuerdo como el regreso de los niños a las escuelas, para los jefes de familia tomar una decisión será difícil, lo cierto es que los niños correrán menos riesgos en instalaciones escolares con estrictos protocolos de seguridad sanitaria que en los parques vecinales o plazas comerciales donde actualmente transitan sin restricción, tal vez ayudaría si el gobierno federal llamara a las cosas por su nombre, en esta pandemia los espacios seguros son mera utopía, espacios con riesgos reducidos sería algo más cercano a la realidad, la sociedad tiene la madurez suficiente para escuchar verdades.

Establecer la ubicación exacta del interés superior de la niñez ha resultado ahora tema complejo, seguirá siendo tema de debate político porque además existe una oposición desesperada que abona pocas cosas positivas, ojalá la vigilancia de las autoridades en sus 3 niveles sea realmente eficaz, el programa de vacunación avanza bien pero aún a la retaguardia de las necesidades del país, la determinación de instituciones de educativas de nivel superior como la UNAM de mantener la educación a distancia, da muestra de lo anterior.

El 30 de Agosto el cuestionamiento shakesperiano podría ser ¿Volver o no volver?, sea cual sea su decisión, vamos a cuidarnos todos.