/ viernes 30 de abril de 2021

La educación ambiental

El agua es un elemento decisivo y determinante en el desarrollo económico y social y, a su vez, cumple la función primordial e insustituible de equilibrar los ecosistemas. En ese sentido, el agua es uno de los recursos naturales vitales y por ello es fundamental que los temas hídricos no sean tratados de forma individual.

Los recursos hídricos se encuentran bajo una presión sin precedentes en la mayoría de los países. Por consiguiente, es de suma relevancia tomar todas las herramientas disponibles para mejorar la gestión del agua y también fortalecer la seguridad hídrica. A razón de lo anterior, es importante hablar de un proceso que desafortunadamente, en México, no se le da la debida atención que merece, resultando en el abandono parcial de este, la educación ambiental (EA). La EA se abordó por primera vez en la Conferencia de Estocolmo (Suecia) en 1972 y es un proceso destinado a la formación de una ciudadanía que forme valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y su medio ambiente.

La EA puede ser una herramienta útil para la prevención y solución de problemas que rodean al recurso hídrico. Hablar de EA para un uso sostenible del agua es hablar de una educación transformadora, orientada a la acción y al cambio, una educación que no se limita a informar, ni a sensibilizar sobre los problemas planteados, sino que, también, se propone capacitar para un uso eficiente y responsable de este y otros recursos. Se orienta hacia la formación de una población capacitada para gestionar su entorno, así como para desarrollar capacidades individuales y colectivas para establecer una nueva relación entre la humanidad y el medio ambiente.

La educación ambiental debe ser un mecanismo preponderante para la creación intencionada de una nueva cultura con respecto al recurso hídrico, donde exista un compromiso real por parte de todas las instituciones para fungir como mediadores en la aplicación de estrategias para la transformación sujeto-medio ambiente, donde, personas no sensibilizadas pasen a ser personas informadas, consientes y dispuestas a participar en la resolución de problemas de nuestro entorno hídrico.

Bajo este marco, la gestión y utilización eficiente del agua por parte de la población, se puede conseguir impartiendo educación de calidad en materia de agua, saneamiento e higiene, en todos los niveles de educación, ya que la seguridad hídrica es un tema que nos acompaña desde niños extendiéndose hasta la adultez.

En definitiva, los problemas del agua deben ser enfrentados no sólo a través de aplicación de normas, de procedimientos administrativos o de aplicación tecnológica, sino también mediante el desarrollo de procesos educativos que se orienten al cambio de valores, percepciones y actitudes de las personas con el medio ambiente.

El agua es un elemento decisivo y determinante en el desarrollo económico y social y, a su vez, cumple la función primordial e insustituible de equilibrar los ecosistemas. En ese sentido, el agua es uno de los recursos naturales vitales y por ello es fundamental que los temas hídricos no sean tratados de forma individual.

Los recursos hídricos se encuentran bajo una presión sin precedentes en la mayoría de los países. Por consiguiente, es de suma relevancia tomar todas las herramientas disponibles para mejorar la gestión del agua y también fortalecer la seguridad hídrica. A razón de lo anterior, es importante hablar de un proceso que desafortunadamente, en México, no se le da la debida atención que merece, resultando en el abandono parcial de este, la educación ambiental (EA). La EA se abordó por primera vez en la Conferencia de Estocolmo (Suecia) en 1972 y es un proceso destinado a la formación de una ciudadanía que forme valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y su medio ambiente.

La EA puede ser una herramienta útil para la prevención y solución de problemas que rodean al recurso hídrico. Hablar de EA para un uso sostenible del agua es hablar de una educación transformadora, orientada a la acción y al cambio, una educación que no se limita a informar, ni a sensibilizar sobre los problemas planteados, sino que, también, se propone capacitar para un uso eficiente y responsable de este y otros recursos. Se orienta hacia la formación de una población capacitada para gestionar su entorno, así como para desarrollar capacidades individuales y colectivas para establecer una nueva relación entre la humanidad y el medio ambiente.

La educación ambiental debe ser un mecanismo preponderante para la creación intencionada de una nueva cultura con respecto al recurso hídrico, donde exista un compromiso real por parte de todas las instituciones para fungir como mediadores en la aplicación de estrategias para la transformación sujeto-medio ambiente, donde, personas no sensibilizadas pasen a ser personas informadas, consientes y dispuestas a participar en la resolución de problemas de nuestro entorno hídrico.

Bajo este marco, la gestión y utilización eficiente del agua por parte de la población, se puede conseguir impartiendo educación de calidad en materia de agua, saneamiento e higiene, en todos los niveles de educación, ya que la seguridad hídrica es un tema que nos acompaña desde niños extendiéndose hasta la adultez.

En definitiva, los problemas del agua deben ser enfrentados no sólo a través de aplicación de normas, de procedimientos administrativos o de aplicación tecnológica, sino también mediante el desarrollo de procesos educativos que se orienten al cambio de valores, percepciones y actitudes de las personas con el medio ambiente.