El Instituto Nacional Electoral integró ayer en Morelos el Grupo Plural de Acompañamiento Ciudadano al Proceso Electoral Concurrente 2017-2018, con el que busca el intercambio entre el órgano electoral y actores sociales que el mismo considera influyentes, ciudadanos y con alguna vocación democrática. La idea parte de una serie de supuestos que son más bien obvios, “en la democracia el actor principal es la ciudadanía más que el electorado”, “la participación política va mucho más allá de lo estrictamente electoral”, y así, pero también de una preocupación que empezamos a compartir muchos en el estado y el país y que tiene que ver con el descrédito porque atraviesan las instituciones en toda la nación, ambiente erosionador también de la confianza en las instituciones electorales y riesgo franco para la atribulada democracia mexicana.
En el grupo participan sujetos muy ilustres y bien intencionados que proponen desde la casi refundación del sistema político mexicano, tema como para otra mesa y otras charlas, hasta los que reproducen con un afán critico pero muy mal dirigido esa colección de mentiras que se ha tejido en torno a los procesos electorales en México y que responde a una narrativa específica de sectores que buscan establecer un discurso de lo inevitable.
En este espacio hemos insistido en que nadie puede saber lo que ocurrirá en la jornada electoral del 1 de julio, y tampoco el resultado con que amaneceremos el día siguiente, lo que es una de las mayores finezas y exquisiteces de la democracia. Para generar la incertidumbre previa al resultado –esa idea de que cualquiera puede ganar por lo que el voto de cada uno es importante-, es indispensable contar con una serie importante de certezas; estas certezas se han ido construyendo a través de muchos años en un sistema electoral complicado en tanto se ha llenado de candados para evitar vulnerabilidades. Hoy contamos con un sistema electoral confiable y con procesos electorales sin triunfos definidos antes de la jornada electoral –a diferencia de lo que muchos piensan.
La riqueza de este sistema es de una enorme concreción frente al abstracto discurso de que ya está todo resuelto, de que hay un ganador previo y de ocurrir lo contrario tendría que presumirse una maquinación perversa de algún lado en donde la autoridad electoral resultará siempre lastimada, a pesar de ser ciudadana.
Una de las preocupaciones fundamentales de los demócratas debe ser enfrentar los discursos falaces que buscan plantar en la silvestre mente de muchos la idea de que ya hay un ganador, misma que libera a los partidos de plantear y debatir propuestas, y que al no verificarse daña la imagen de las instituciones, del árbitro electoral, de los ciudadanos, y estorba a la legitimidad.
Por eso es importante que se fomenten los ejercicios de pensar la democracia desde la ciudadanía, no desde una perspectiva partidista, sino como una maravilla en los sistemas de gobierno, un medio por el que las comunidades y la sociedad, construimos grandes acuerdos y determinamos nuestra organización actual y futura.
Esa es la parte urgente, el rescate de la verdad como requerimiento para la democracia. Por eso habría que aplaudir a quienes pueden hacer estas indicaciones, y a quienes desde posiciones de fact checkers, de editores, de comentaristas inteligentes, saben ayudar a las enormes audiencias a reconocer las mentiras.
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