/ lunes 1 de noviembre de 2021

La culpa (no) es de la música

¿Es la música capaz, por sí misma, de generar violencia o es el reflejo de un espacio y momento de la sociedad?

¿Prohibir ciertos géneros musicales en los lugares de divertimento será necesario y suficiente para impedir actos armados?

Esta semana, los bares y discotecas de Cuernavaca determinaron dejar de tocar reggaetón y música de banda para evitar la apología del delito y el ingreso de clientes armados, considerados como los seguidores de este tipo de música.

La decisión se tomó luego de que el pasado domingo 10, dos sujetos asesinaran a un guardia de un antro que no los dejó pasar porque iban ebrios y violentos, además de dos casos en bares, en mayo y junio, donde en balaceras murieron cinco personas.

La diversión nocturna es uno de los atractivos de Cuernavaca, donde el reggaetón es común. Ahora, los dueños de bares buscan que los visitantes puedan divertirse de manera segura y sin miedo.

La música ha sintetizado y legitimado algunos arquetipos, como el del macho mexicano de la época de oro del cine mexicano o el del narcomachismo presente desde la última década.

Actualmente dos géneros están íntimamente relacionados con la narcocultura: el reggaetón y el trap, incluso uno de sus principales exponentes lanzó hace unas semanas una dura crítica.

En su Twitter, el colombiano J Balvin cuestionó que el género esté “más enfocado en la actitud de maleantes y narcos que en la música". En respuesta, el reggaetonero puertorriqueño conocido como "El Dominio" pidió perdón y mencionó que ahora trabaja música con buen sentido y mensajes positivos.

No se puede ocultar que la música es moldeadora de identidades por su capacidad de movilización. Vivimos en momentos de un narcomachismo que tiende a resolver conflictos por medio de la violencia o a cosificar a la mujer como un elemento decorativo y de compañía.

En Morelos, como en todo el país, las y los ciudadanos tienen como uno de sus principales intereses la seguridad pública, demandan entornos seguros para sus actividades cotidianas: comerciales, educativas, sociales, de entretenimiento.

La ecología de la seguridad es un modelo de construcción estos espacios, en los que deben intervenir ciudadanía, organismos sociales y empresariales y autoridades, en un trabajo articulado e integral.

Desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México impulsamos la cultura de la prevención y la denuncia como una forma de mejorar la seguridad y combatir la impunidad.

En este proceso nadie está sola ni solo, ni las autoridades ni la ciudadanía. Una muestra es el reciente esfuerzo entre los gobernadores de Morelos y Puebla, Cuauhtémoc Blanco y Miguel Barbosa para trabajar de manera conjunta en prevención e investigación de delitos.

Culpar a la música de desatar actos de violencia es una medida limitada que palia, pero no va a las causas del problema, que deben ser atendidas desde todos los espacios.


@guerrerochipres


¿Es la música capaz, por sí misma, de generar violencia o es el reflejo de un espacio y momento de la sociedad?

¿Prohibir ciertos géneros musicales en los lugares de divertimento será necesario y suficiente para impedir actos armados?

Esta semana, los bares y discotecas de Cuernavaca determinaron dejar de tocar reggaetón y música de banda para evitar la apología del delito y el ingreso de clientes armados, considerados como los seguidores de este tipo de música.

La decisión se tomó luego de que el pasado domingo 10, dos sujetos asesinaran a un guardia de un antro que no los dejó pasar porque iban ebrios y violentos, además de dos casos en bares, en mayo y junio, donde en balaceras murieron cinco personas.

La diversión nocturna es uno de los atractivos de Cuernavaca, donde el reggaetón es común. Ahora, los dueños de bares buscan que los visitantes puedan divertirse de manera segura y sin miedo.

La música ha sintetizado y legitimado algunos arquetipos, como el del macho mexicano de la época de oro del cine mexicano o el del narcomachismo presente desde la última década.

Actualmente dos géneros están íntimamente relacionados con la narcocultura: el reggaetón y el trap, incluso uno de sus principales exponentes lanzó hace unas semanas una dura crítica.

En su Twitter, el colombiano J Balvin cuestionó que el género esté “más enfocado en la actitud de maleantes y narcos que en la música". En respuesta, el reggaetonero puertorriqueño conocido como "El Dominio" pidió perdón y mencionó que ahora trabaja música con buen sentido y mensajes positivos.

No se puede ocultar que la música es moldeadora de identidades por su capacidad de movilización. Vivimos en momentos de un narcomachismo que tiende a resolver conflictos por medio de la violencia o a cosificar a la mujer como un elemento decorativo y de compañía.

En Morelos, como en todo el país, las y los ciudadanos tienen como uno de sus principales intereses la seguridad pública, demandan entornos seguros para sus actividades cotidianas: comerciales, educativas, sociales, de entretenimiento.

La ecología de la seguridad es un modelo de construcción estos espacios, en los que deben intervenir ciudadanía, organismos sociales y empresariales y autoridades, en un trabajo articulado e integral.

Desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México impulsamos la cultura de la prevención y la denuncia como una forma de mejorar la seguridad y combatir la impunidad.

En este proceso nadie está sola ni solo, ni las autoridades ni la ciudadanía. Una muestra es el reciente esfuerzo entre los gobernadores de Morelos y Puebla, Cuauhtémoc Blanco y Miguel Barbosa para trabajar de manera conjunta en prevención e investigación de delitos.

Culpar a la música de desatar actos de violencia es una medida limitada que palia, pero no va a las causas del problema, que deben ser atendidas desde todos los espacios.


@guerrerochipres