/ domingo 15 de agosto de 2021

La crisis sanitaria en Cuba

Cuando no existe inmunidad previa para un virus, el contagio surca el territorio por oleadas. Eventualmente, la población infectada o muere o desarrolla inmunidad, por lo que en las siguientes oleadas la fuerza de la infección amaina hasta estabilizarse en un fenómeno conocido como sindemia. Este comportamiento se acelera con las vacunas y si el virus no tiene otro hospedero, puede lograrse la erradicación.

En las islas esta meta puede alcanzarse más rápido ya que se facilita la identficación de personas infectadas en los puertos evitando su internamiento. Esta ha sido la clave para el control de la pandemia en Japón, Australia o Nueva Zelanda y, hasta hace poco tiempo, Cuba.

Cuba alcanzó desde hace cuatro semanas el primer lugar continental en casos de Covid-19 por millón de habitantes, lo cual coincide con tener también el más alto número de muertes confirmadas por millón de habitantes del último mes.

El gobierno cubano había expresado desde abril preocupación por el incremento en el número de casos apuntando al relajamiento en el comportamiento social como la principal causa del fenómeno, reforzando las medidas preventvas incluyendo una campaña masiva de vacunación con sus propios productos, Soberana 02 y Abdala. La campaña de vacunación cubana alcanzó el liderazgo continental en número de vacunas aplicadas por 100 habitantes durante la primera semana de agosto cayendo después al séptimo lugar.

Según datos del portal Our world in data, Cuba tiene actualmente una cobertura de vacunación del 50% de su población, de la cual el 30% ha recibido el esquema completo y 20% la primera dosis.

Las vacunas cubanas son de las más sencillas tecnológicamente hablando, ya que inoculan el fragmento RBD de la proteína S de la cápside del virus SARS-CoV-2 junto con otros elementos estimuladores del sistema inmune conocidos como coadyuvantes, entre ellos una forma inocua del toxoide tetánico. Según el portal de estudios clínicos de Cuba, las vacunas desarrolladas por el Instituto Finlay se encuentran todavía en fase experimental sin que exista información verificable sobre su eficacia.

Las vacunas basadas en proteínas son más económicas y rápidas de desarrollarse comparadas con aquellas basadas en partículas virales como la de Astra Zeneca, por ejemplo. Sin embargo, su eficacia es menor porque el sistema inmune se dispersa al generar anticuerpos contra partes de la proteína que no son críticas para el bloqueo de la infección, contrario a las ancladas en partículas virales las cuales orientan el epítope.

Por todo lo anterior, la crisis sanitaria de Cuba en estos momentos pudiera deberse a un efecto combinado de fatiga social junto con una cobertura insuficiente de una vacuna de baja eficacia. Cuba fue uno de los pocos países del mundo junto con Tanzania, Madagascar, Burundi, y Eritrea, que siendo elegible no se inscribió al mecanismo COVAX de las Naciones Unidas cuyo objetivo es garantizar una cobertura mínima de vacunas a países vulnerables gracias a donaciones de países productores. Tampoco negoció con sus principales aliados comerciales, China y Rusia, la compra de vacunas.

La prensa nacional publicó hace unos días que el gobierno de México había enviado un lote de vacunas a Cuba, lo cual podría explicar el repunte en el número de vacunas aplicadas en los últimos días, sin embargo, para que las vacunas cumplan su función de protección deben ser aplicadas con su esquema completo lo cual dista un par de meses para que ocurra.

La opinión pública se ha dividido sobre este tema, entre quienes reconocen el valor de la solidaridad con un país en crisis y quienes consideran que las vacunas compradas con los impuestos de los contruyentes debieran aplicarse a sus propios habitantes, atizando un debate ético en las redes sociales. Mientras tanto, México rompe regularmente, desde hace días, el récord históricos de casos positivos diarios.

Para información adicional de éste y otros temas de interés visiten:
Reivindicando a Plutón o Brenda Valderrama en Facebook

Cuando no existe inmunidad previa para un virus, el contagio surca el territorio por oleadas. Eventualmente, la población infectada o muere o desarrolla inmunidad, por lo que en las siguientes oleadas la fuerza de la infección amaina hasta estabilizarse en un fenómeno conocido como sindemia. Este comportamiento se acelera con las vacunas y si el virus no tiene otro hospedero, puede lograrse la erradicación.

En las islas esta meta puede alcanzarse más rápido ya que se facilita la identficación de personas infectadas en los puertos evitando su internamiento. Esta ha sido la clave para el control de la pandemia en Japón, Australia o Nueva Zelanda y, hasta hace poco tiempo, Cuba.

Cuba alcanzó desde hace cuatro semanas el primer lugar continental en casos de Covid-19 por millón de habitantes, lo cual coincide con tener también el más alto número de muertes confirmadas por millón de habitantes del último mes.

El gobierno cubano había expresado desde abril preocupación por el incremento en el número de casos apuntando al relajamiento en el comportamiento social como la principal causa del fenómeno, reforzando las medidas preventvas incluyendo una campaña masiva de vacunación con sus propios productos, Soberana 02 y Abdala. La campaña de vacunación cubana alcanzó el liderazgo continental en número de vacunas aplicadas por 100 habitantes durante la primera semana de agosto cayendo después al séptimo lugar.

Según datos del portal Our world in data, Cuba tiene actualmente una cobertura de vacunación del 50% de su población, de la cual el 30% ha recibido el esquema completo y 20% la primera dosis.

Las vacunas cubanas son de las más sencillas tecnológicamente hablando, ya que inoculan el fragmento RBD de la proteína S de la cápside del virus SARS-CoV-2 junto con otros elementos estimuladores del sistema inmune conocidos como coadyuvantes, entre ellos una forma inocua del toxoide tetánico. Según el portal de estudios clínicos de Cuba, las vacunas desarrolladas por el Instituto Finlay se encuentran todavía en fase experimental sin que exista información verificable sobre su eficacia.

Las vacunas basadas en proteínas son más económicas y rápidas de desarrollarse comparadas con aquellas basadas en partículas virales como la de Astra Zeneca, por ejemplo. Sin embargo, su eficacia es menor porque el sistema inmune se dispersa al generar anticuerpos contra partes de la proteína que no son críticas para el bloqueo de la infección, contrario a las ancladas en partículas virales las cuales orientan el epítope.

Por todo lo anterior, la crisis sanitaria de Cuba en estos momentos pudiera deberse a un efecto combinado de fatiga social junto con una cobertura insuficiente de una vacuna de baja eficacia. Cuba fue uno de los pocos países del mundo junto con Tanzania, Madagascar, Burundi, y Eritrea, que siendo elegible no se inscribió al mecanismo COVAX de las Naciones Unidas cuyo objetivo es garantizar una cobertura mínima de vacunas a países vulnerables gracias a donaciones de países productores. Tampoco negoció con sus principales aliados comerciales, China y Rusia, la compra de vacunas.

La prensa nacional publicó hace unos días que el gobierno de México había enviado un lote de vacunas a Cuba, lo cual podría explicar el repunte en el número de vacunas aplicadas en los últimos días, sin embargo, para que las vacunas cumplan su función de protección deben ser aplicadas con su esquema completo lo cual dista un par de meses para que ocurra.

La opinión pública se ha dividido sobre este tema, entre quienes reconocen el valor de la solidaridad con un país en crisis y quienes consideran que las vacunas compradas con los impuestos de los contruyentes debieran aplicarse a sus propios habitantes, atizando un debate ético en las redes sociales. Mientras tanto, México rompe regularmente, desde hace días, el récord históricos de casos positivos diarios.

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