/ martes 19 de noviembre de 2019

Javier Sicilia camina...

Javier Sicilia es un excelente poeta, dice el padre Solalinde, y tiene razón, pero queda corto porque además también es un excelente narrador, y un buen ser humano que desde mucho antes de convertirse en una figura de la lucha por la paz con justicia y dignidad, nos saludaba a quienes lo conocimos entonces con un abrazo fuerte y sincero, lleno de honestidad y sin un ápice de compromiso protocolario.

Una anécdota de mis tiempos juveniles, aquél Javier Sicilia llegó a la librería donde yo trabajaba para presentar El Bautista, una de sus novelas, y le dije que francamente me gustaba más como poeta. Católicos los dos, su fe es pública pero la mía no lo era entonces no sé cómo lo supo, tomó de uno de los anaqueles el cuadernillo que Ediciones Toledo le hizo de su Oro, y le garabateó algo que no leí en el momento como dedicatoria: “Daniel, que esta oración te acompañe”, y me lo obsequió. Se trata de un poema/oración muy recomendable y sobre todo, que expresa profundamente la fe de Sicilia y que me ha resultado fundamental para entender el acercamiento de un buen escritor católico a problemas tan materiales y pedestres como el de la violencia.

¿Cómo puede vivir el dolor enorme de las víctimas y sus familiares alguien que profesa como su fe y guía de vida el amor cristiano, el “amaos los unos a los otros tal y como Yo os he amado”?

Javier es un personaje necesario porque, sin ser un religioso, lo que convertiría al movimiento por la paz en una sospecha andante, es un católico ferviente que permite ver la urgencia de la justicia, la dignidad, el amor, en tiempos convulsos donde las políticas en torno a la seguridad presentan disyuntivas como la amnistía embrutecida o la venganza embrutecedora. El amor que pregona Javier no radica en las omisiones del Estado hacia las culpas terribles de muchos; pero tampoco en las actitudes vindicatorias que acaban linchando a las personas, o imponiendo penas que exceden con mucho los efectos de sus delitos. Se trata de un apartado lugar que requiere de un cambio de modelo no sólo en la estrategia de seguridad, sino también, y mucho más, en los modelos de convivencia social.

Ese Javier al que el padre Solalinde parece abandonar más por cuestiones ideológicas que por una mutación de objetivos, ha anunciado marchar y buscar entrevista con Andrés Manuel López Obrador, quien utilizó partes de su movimiento anterior en sus campañas políticas, y anunció compromisos que no se han cumplido en materia de seguridad y que tampoco se perciben alcanzables con la lógica actual de combate a la inseguridad que priva en México.

Javier Sicilia está en la oposición porque el papel de los intelectuales, suele estar lejano de los gobiernos, en la crítica puntual e inteligente, en la propuesta de alternativas, y también, debe decirse el abanderamiento de las causas que considera justas, necesarias, urgentes.

Encontrar pretextos para criticar a Sicilia como persona es muy sencillo, trabajó con Alejandro Vera durante unos años en una de las administraciones más cuestionadas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, y ha sido un crítico puntual de muchas acciones de los poderes estatales y federales, lo que le ha hecho merecedor a un enorme expediente de verdades a medias y calumnias completas. La crítica es mucho más difícil, en cambio, cuando se revisan sus argumentos, sus ideas (que finalmente sería lo que es inteligente debatir), porque todos estamos a favor de la paz, de la justicia, de la dignidad; pero mucho más, porque es evidente que las estrategias que se han emprendido en los gobiernos federal y estatales son insuficientes, ineficientes, incapaces, frente a la escalada de odio y violencia que padecemos todos. Quienes critican ahora a Javier Sicilia deben también reconocer la cantidad de personas asesinadas en los últimos meses. ¿Seguirán sentados?


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Javier Sicilia es un excelente poeta, dice el padre Solalinde, y tiene razón, pero queda corto porque además también es un excelente narrador, y un buen ser humano que desde mucho antes de convertirse en una figura de la lucha por la paz con justicia y dignidad, nos saludaba a quienes lo conocimos entonces con un abrazo fuerte y sincero, lleno de honestidad y sin un ápice de compromiso protocolario.

Una anécdota de mis tiempos juveniles, aquél Javier Sicilia llegó a la librería donde yo trabajaba para presentar El Bautista, una de sus novelas, y le dije que francamente me gustaba más como poeta. Católicos los dos, su fe es pública pero la mía no lo era entonces no sé cómo lo supo, tomó de uno de los anaqueles el cuadernillo que Ediciones Toledo le hizo de su Oro, y le garabateó algo que no leí en el momento como dedicatoria: “Daniel, que esta oración te acompañe”, y me lo obsequió. Se trata de un poema/oración muy recomendable y sobre todo, que expresa profundamente la fe de Sicilia y que me ha resultado fundamental para entender el acercamiento de un buen escritor católico a problemas tan materiales y pedestres como el de la violencia.

¿Cómo puede vivir el dolor enorme de las víctimas y sus familiares alguien que profesa como su fe y guía de vida el amor cristiano, el “amaos los unos a los otros tal y como Yo os he amado”?

Javier es un personaje necesario porque, sin ser un religioso, lo que convertiría al movimiento por la paz en una sospecha andante, es un católico ferviente que permite ver la urgencia de la justicia, la dignidad, el amor, en tiempos convulsos donde las políticas en torno a la seguridad presentan disyuntivas como la amnistía embrutecida o la venganza embrutecedora. El amor que pregona Javier no radica en las omisiones del Estado hacia las culpas terribles de muchos; pero tampoco en las actitudes vindicatorias que acaban linchando a las personas, o imponiendo penas que exceden con mucho los efectos de sus delitos. Se trata de un apartado lugar que requiere de un cambio de modelo no sólo en la estrategia de seguridad, sino también, y mucho más, en los modelos de convivencia social.

Ese Javier al que el padre Solalinde parece abandonar más por cuestiones ideológicas que por una mutación de objetivos, ha anunciado marchar y buscar entrevista con Andrés Manuel López Obrador, quien utilizó partes de su movimiento anterior en sus campañas políticas, y anunció compromisos que no se han cumplido en materia de seguridad y que tampoco se perciben alcanzables con la lógica actual de combate a la inseguridad que priva en México.

Javier Sicilia está en la oposición porque el papel de los intelectuales, suele estar lejano de los gobiernos, en la crítica puntual e inteligente, en la propuesta de alternativas, y también, debe decirse el abanderamiento de las causas que considera justas, necesarias, urgentes.

Encontrar pretextos para criticar a Sicilia como persona es muy sencillo, trabajó con Alejandro Vera durante unos años en una de las administraciones más cuestionadas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, y ha sido un crítico puntual de muchas acciones de los poderes estatales y federales, lo que le ha hecho merecedor a un enorme expediente de verdades a medias y calumnias completas. La crítica es mucho más difícil, en cambio, cuando se revisan sus argumentos, sus ideas (que finalmente sería lo que es inteligente debatir), porque todos estamos a favor de la paz, de la justicia, de la dignidad; pero mucho más, porque es evidente que las estrategias que se han emprendido en los gobiernos federal y estatales son insuficientes, ineficientes, incapaces, frente a la escalada de odio y violencia que padecemos todos. Quienes critican ahora a Javier Sicilia deben también reconocer la cantidad de personas asesinadas en los últimos meses. ¿Seguirán sentados?


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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