/ lunes 17 de febrero de 2020

Impulsar la cultura de paz entre las y los jóvenes

En el planeta más de 400 millones de mujeres y hombres jóvenes viven en medio de un conflicto armado o son vulnerables a la violencia del crimen organizado.

Lamentablemente, en México, lo sabemos, las y los jóvenes no están exentos de la violencia y son víctimas del consumo de estupefacientes.

“Los jóvenes del mundo necesitan espacios seguros, tanto físicos como digitales, donde puedan expresar libremente sus opiniones y perseguir sus sueños”, ha señalado el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres.

El concepto de paz es una noción global que comprende la transformación de los conflictos, la justicia transicional, la reconciliación de las partes, el desarrollo y el liderazgo que nos obliga como sociedad garantizar a la población mundial un clima no sólo de paz, sino también de tranquilidad, salud, trabajo y, desde luego, de felicidad.

En esta tarea estamos abocados todas y todos: ciudanía, gobernantes y legisladores donde, desde luego, los beneficiados debemos ser la propia sociedad y desde luego los jóvenes.

Es por esto por lo que la semana pasada desde la tribuna del Senado de la República presenté una iniciativa con Proyecto de Decreto para poder reformar la fracción XIII del artículo 4 de la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud para construir la paz, como considera la propia ONU, y hacer de estas acciones una cultura siempre permanente.

Lamentablemente en nuestro país sigue habiendo preocupantes conflictos, de manera destacada, entre grupos del crimen organizado donde los jóvenes tristemente han pasado a ser carne de cañón, y son los que al final exponen su futuro y sus vidas.

Requerimos de un proceso positivo, dinámico y participativo donde el diálogo sea el instrumento para dirimir las diferencias, pero sobre todo hacer a un lado toda forma de discriminación e intolerancia, incluidas las que tienen que ver con la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o cualquier otra.

Por ejemplo, en noviembre del año pasado, El Sol de Cuernavaca publicó que “Morelos es una de las siete entidades del país con las tasas más elevadas de abuso sexual y violencia contra la población infantil en México” esto, a decir de Mario Arroyo Juárez, investigador y especialista del Early Institute.

Lamentablemente nuestro país se ha distinguido por el registro al alza en la violencia reflejada en niveles sin precedentes en la tasa de homicidios, secuestros, extorsiones y delitos de alto impacto; “el 32.8% de la población que ha sido privada de su libertad son jóvenes entre los 18 y los 29 años”.

Por esto, mi ofrecimiento legislativo tiene como propósito impulsar una cultura de paz y de no violencia, y promover la responsabilidad de cada persona, de convertir en realidad los valores éticos, morales y de amor al prójimo.

Así, la paz debe ser una estructura preventiva que garantice los mecanismos apropiados para resolver desacuerdos en la sociedad a través del diálogo y la cooperación, tres elementos que resultan en esencia, básicos para la aplicación de una cultura de paz, permitiendo y fomentando el bienestar y desarrollo humano en todas sus distintas expresiones.

Por ello como ha señalado el Secretario General de la ONU, “debemos invertir para que los jóvenes tengan acceso a la educación, la capacitación y el trabajo decente para alcanzar su máximo potencial”, lo que desde luego se debe traducir en una acción de paz.

El portugués coincide con nosotros, como lo he expuesto en la tribuna del Senado, cuando certifica que “la ONU está firmemente comprometida a escuchar las voces de los jóvenes y a abrir caminos para una participación significativa en las decisiones que los afectan”.

Por ello desde el Congreso en coordinación con el gobierno federal y los estatales, debemos impulsar programas y cursos de orientación e información sobre adicciones, nutrición, educación sexual y salud reproductiva, derechos humanos y, desde luego, una cultura de paz y no violencia, de no discriminación, equidad de género, medio ambiente y apoyo a las y los jóvenes.

Por lo pronto, hay que destacar que desde el año pasado el gobierno federal inició la campaña, “Juntos por la Paz” dirigida a las y los jóvenes para advertir de los riesgos por el consumo de estupefacientes y de la importancia de que los padres de familia estén pendientes de sus hijos.

El mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó, cuando se dio a conocer la campaña, que “nunca más se le va a dar la espalda a los jóvenes, se les va a ayudar para que no se sientan solos y evitar así que los enganche la delincuencia organizada”.


Senadora de Morena

En el planeta más de 400 millones de mujeres y hombres jóvenes viven en medio de un conflicto armado o son vulnerables a la violencia del crimen organizado.

Lamentablemente, en México, lo sabemos, las y los jóvenes no están exentos de la violencia y son víctimas del consumo de estupefacientes.

“Los jóvenes del mundo necesitan espacios seguros, tanto físicos como digitales, donde puedan expresar libremente sus opiniones y perseguir sus sueños”, ha señalado el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres.

El concepto de paz es una noción global que comprende la transformación de los conflictos, la justicia transicional, la reconciliación de las partes, el desarrollo y el liderazgo que nos obliga como sociedad garantizar a la población mundial un clima no sólo de paz, sino también de tranquilidad, salud, trabajo y, desde luego, de felicidad.

En esta tarea estamos abocados todas y todos: ciudanía, gobernantes y legisladores donde, desde luego, los beneficiados debemos ser la propia sociedad y desde luego los jóvenes.

Es por esto por lo que la semana pasada desde la tribuna del Senado de la República presenté una iniciativa con Proyecto de Decreto para poder reformar la fracción XIII del artículo 4 de la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud para construir la paz, como considera la propia ONU, y hacer de estas acciones una cultura siempre permanente.

Lamentablemente en nuestro país sigue habiendo preocupantes conflictos, de manera destacada, entre grupos del crimen organizado donde los jóvenes tristemente han pasado a ser carne de cañón, y son los que al final exponen su futuro y sus vidas.

Requerimos de un proceso positivo, dinámico y participativo donde el diálogo sea el instrumento para dirimir las diferencias, pero sobre todo hacer a un lado toda forma de discriminación e intolerancia, incluidas las que tienen que ver con la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o cualquier otra.

Por ejemplo, en noviembre del año pasado, El Sol de Cuernavaca publicó que “Morelos es una de las siete entidades del país con las tasas más elevadas de abuso sexual y violencia contra la población infantil en México” esto, a decir de Mario Arroyo Juárez, investigador y especialista del Early Institute.

Lamentablemente nuestro país se ha distinguido por el registro al alza en la violencia reflejada en niveles sin precedentes en la tasa de homicidios, secuestros, extorsiones y delitos de alto impacto; “el 32.8% de la población que ha sido privada de su libertad son jóvenes entre los 18 y los 29 años”.

Por esto, mi ofrecimiento legislativo tiene como propósito impulsar una cultura de paz y de no violencia, y promover la responsabilidad de cada persona, de convertir en realidad los valores éticos, morales y de amor al prójimo.

Así, la paz debe ser una estructura preventiva que garantice los mecanismos apropiados para resolver desacuerdos en la sociedad a través del diálogo y la cooperación, tres elementos que resultan en esencia, básicos para la aplicación de una cultura de paz, permitiendo y fomentando el bienestar y desarrollo humano en todas sus distintas expresiones.

Por ello como ha señalado el Secretario General de la ONU, “debemos invertir para que los jóvenes tengan acceso a la educación, la capacitación y el trabajo decente para alcanzar su máximo potencial”, lo que desde luego se debe traducir en una acción de paz.

El portugués coincide con nosotros, como lo he expuesto en la tribuna del Senado, cuando certifica que “la ONU está firmemente comprometida a escuchar las voces de los jóvenes y a abrir caminos para una participación significativa en las decisiones que los afectan”.

Por ello desde el Congreso en coordinación con el gobierno federal y los estatales, debemos impulsar programas y cursos de orientación e información sobre adicciones, nutrición, educación sexual y salud reproductiva, derechos humanos y, desde luego, una cultura de paz y no violencia, de no discriminación, equidad de género, medio ambiente y apoyo a las y los jóvenes.

Por lo pronto, hay que destacar que desde el año pasado el gobierno federal inició la campaña, “Juntos por la Paz” dirigida a las y los jóvenes para advertir de los riesgos por el consumo de estupefacientes y de la importancia de que los padres de familia estén pendientes de sus hijos.

El mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó, cuando se dio a conocer la campaña, que “nunca más se le va a dar la espalda a los jóvenes, se les va a ayudar para que no se sientan solos y evitar así que los enganche la delincuencia organizada”.


Senadora de Morena