/ jueves 27 de enero de 2022

Impuestos y desarrollo

La gente quiere ver siempre mejores servicios pero nunca pagar más impuestos. Esta obviedad que en la academia se usa para ilustrar la irracionalidad de la opinión pública y la imposibilidad de complacer cada deseo de la ciudadanía, debería tener una adicional tiene una salida mucho más compleja que la selección de las alternativas imposibles. Desde la óptica de los discursos populistas, tan de moda hoy en día, se considera inteligente anunciar que no habrá incremento a los impuestos; aunque en los hechos se actualicen valores, añadan conceptos o se recurra al endeudamiento para mantener cierta calidad en los servicios públicos.

El problema, sin embargo, está mal orientado en tanto el problema no tendría que ser el pago de impuestos por sí mismo, sino los rubros en que los gobiernos determinan orientar las contribuciones de los ciudadanos y, por supuesto, las exenciones fiscales. Si la carga impositiva no es adecuadamente orientada, por ejemplo se destinan mayores proporciones al gasto corriente, la posibilidad de que la inversión pública contribuya al crecimiento económico es francamente reducida.

Para los contribuyentes, las quejas no se dirigen tanto a la carga fiscal (aunque en México es históricamente excesiva), sino a la inequidad en las contribuciones. En Morelos, por ejemplo, el 64% de la fuerza laboral está en el sector informal, lo que se traduce en bajos niveles de contribución. Añadido a esa disfunción, la mayor parte de los recursos públicos se destinan al gasto corriente de las instituciones dejando montos escasos a la inversión en infraestructura. Por ello pensar en un esquema fiscal que incorpore a una mayor base de contribuyentes es apenas el primer paso de la mejora urgente que requieren las finanzas públicas en el estado. También resulta urgente una reorientación del gasto que permita impulsar el desarrollo económico, una política de fomento a la inversión privada por la vía de descuentos o hasta exenciones de impuestos, y, por supuesto, el rediseño de las causas de contribución orientado a un proyecto de desarrollo para el estado.

Hundidos en una de las peores crisis que han padecido, los municipios de Morelos han empezado a hacer su tarea para modificar en lo posible las leyes de ingresos; aunque el sentido de urgencia parece orientado más a salvar compromisos añejos que a contribuir desde los municipios con el crecimiento económico de cada región. En Cuernavaca hay una buena señal cuando se habla de actualizar los valores catastrales, práctica que no se hacía desde 2007, lo que podría ampliar la base grabable y mejorar el ingreso municipal. Se extraña, eso sí, la otra parte del discurso sobre los impuestos es decir, el destino que se dará a las contribuciones y cómo van a fortalecer un modelo de desarrollo basado en el turismo, la conservación del medio ambiente y el desarrollo económico.

Y claro que las propuestas de ayuntamientos han empezado a generar temores y abiertas oposiciones de adversarios políticos. Una molestia algo apresurada, pues aún falta ver cómo vienen las propuestas, que el Congreso las apruebe y, esto no debe obviarse, cuál es el plan para que los impuestos signifiquen un impulso al crecimiento económico.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La gente quiere ver siempre mejores servicios pero nunca pagar más impuestos. Esta obviedad que en la academia se usa para ilustrar la irracionalidad de la opinión pública y la imposibilidad de complacer cada deseo de la ciudadanía, debería tener una adicional tiene una salida mucho más compleja que la selección de las alternativas imposibles. Desde la óptica de los discursos populistas, tan de moda hoy en día, se considera inteligente anunciar que no habrá incremento a los impuestos; aunque en los hechos se actualicen valores, añadan conceptos o se recurra al endeudamiento para mantener cierta calidad en los servicios públicos.

El problema, sin embargo, está mal orientado en tanto el problema no tendría que ser el pago de impuestos por sí mismo, sino los rubros en que los gobiernos determinan orientar las contribuciones de los ciudadanos y, por supuesto, las exenciones fiscales. Si la carga impositiva no es adecuadamente orientada, por ejemplo se destinan mayores proporciones al gasto corriente, la posibilidad de que la inversión pública contribuya al crecimiento económico es francamente reducida.

Para los contribuyentes, las quejas no se dirigen tanto a la carga fiscal (aunque en México es históricamente excesiva), sino a la inequidad en las contribuciones. En Morelos, por ejemplo, el 64% de la fuerza laboral está en el sector informal, lo que se traduce en bajos niveles de contribución. Añadido a esa disfunción, la mayor parte de los recursos públicos se destinan al gasto corriente de las instituciones dejando montos escasos a la inversión en infraestructura. Por ello pensar en un esquema fiscal que incorpore a una mayor base de contribuyentes es apenas el primer paso de la mejora urgente que requieren las finanzas públicas en el estado. También resulta urgente una reorientación del gasto que permita impulsar el desarrollo económico, una política de fomento a la inversión privada por la vía de descuentos o hasta exenciones de impuestos, y, por supuesto, el rediseño de las causas de contribución orientado a un proyecto de desarrollo para el estado.

Hundidos en una de las peores crisis que han padecido, los municipios de Morelos han empezado a hacer su tarea para modificar en lo posible las leyes de ingresos; aunque el sentido de urgencia parece orientado más a salvar compromisos añejos que a contribuir desde los municipios con el crecimiento económico de cada región. En Cuernavaca hay una buena señal cuando se habla de actualizar los valores catastrales, práctica que no se hacía desde 2007, lo que podría ampliar la base grabable y mejorar el ingreso municipal. Se extraña, eso sí, la otra parte del discurso sobre los impuestos es decir, el destino que se dará a las contribuciones y cómo van a fortalecer un modelo de desarrollo basado en el turismo, la conservación del medio ambiente y el desarrollo económico.

Y claro que las propuestas de ayuntamientos han empezado a generar temores y abiertas oposiciones de adversarios políticos. Una molestia algo apresurada, pues aún falta ver cómo vienen las propuestas, que el Congreso las apruebe y, esto no debe obviarse, cuál es el plan para que los impuestos signifiquen un impulso al crecimiento económico.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx