/ lunes 12 de julio de 2021

Guillermo Monroy: un homenaje inolvidable

El sábado pasado el Jardín Borda se vistió de gala y no era para menos. Se trataba de homenajear a don Guillermo Monroy Becerril, más allá de haber sido alumno de Frida Kahlo, él, por méritos propios, convirtió su vida en un himno, un himno socialista del que se siente muy orgulloso.

No en balde, mientras el pintor y muralista, -fue uno de los que participaron en los murales del edificio sede de la antigua Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas-, actualmente con 97 años de edad, pronunciaba un entrañable discurso salido de su alma en el que narró no solo su vida, sino la motivación que lo impulsó a ingresar muy joven aún al Partido Comunista, parte de sus ex alumnos, comenzaron a entonar La Internacional. Monroy, hijo de humildes obreros, sintió la necesidad de hacer algo por ayudar no solo a sus padres, sino a quienes como él conocían la pobreza, a alcanzar un mundo mejor. Fue muy conmovedor que mientras Monroy hablaba con toda convicción acerca de su vida y su entrega social, se escuchara, por primera vez en Cuernavaca, ese himno que para quienes no sepan su significado, les diré que La Internacional Socialista es el himno comunista más importante ya que se le considera el himno oficial de los trabajadores del mundo entero.

El autor de la música Pierre Degeuter y de la letra Eugéne Pottier, ambos franceses, “la armaron” en el siglo XIX durante la Lira de los Trabajadores (La Lyre des Travailleurs), cuyos organizadores pertenecientes al Partido Obrero Francés, luego de varios debates al finalizar el Primer Congreso general en París, se decidió el 8 de diciembre de 1896, adoptar el canto como el himno oficial de los revolucionarios. Posteriormente al finalizar el Congreso Internacional de Copenhague de 1910 se convirtió en el himno de todos los trabajadores del mundo. Y escucharlo aquí en Cuernavaca, como un homenaje de sus alumnos a su maestro Monroy quien les dio clases en el Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca del que fue uno de sus maestros fundadores, no pudo haber sido entonado en un momento mejor, ya que se pudiera considerar al Centro Cultural del Jardín Borda, como el heredero del mítico Bellas Artes que ya no existe en Cuernavaca.

Así es que durante la inauguración de la muestra pictórica que le organizó la Secretaría de Turismo y Cultura estatal a don Guillermo Monroy, lo hicieron sabedores de que el maestro quien ha vivido casi la mitad de su vida en esta ciudad, estaba en plena lucidez y feliz de asistir, siempre junto a su hijo Guillermo Diego, a su homenaje. Aquí se dieron cita intelectuales, pintores, escultores, maestros y luchadores sociales en general, ese himno no pudo tener mejor acompañamiento a sus palabras. En la primera fuente, donde se habló de su obra y él mismo lo hizo, con todo el esfuerzo de los trabajadores del Borda por sanitizar a todos los que llegaban, hubo literalmente “un mundo de personas”. Estaba ahí el Tout Cuernavaca y todos escuchando el mensaje de Monroy que invitaba, como desde joven lo hizo, a vivir el arte con un sentido social. “Si no lo hay, no es verdadero arte”. “Todos deben sentir un compromiso con el alma del pueblo ya que no hay un verdadero artista que se precie de serlo sin una motivación de lucha social dentro de él”. A medida que avanzaba su discurso, nadie de los presentes perdía una palabra a lo que decía.

Sabíamos que estábamos ante un artista que jamás claudicó sus ideales socialistas ni en su forma de vida en aras de comodidades o lujos, ni en afanes huecos por rodearse de gente de altos estratos sociales. Nada de eso le ha interesado jamás a Monroy, Él, originario de Tlalpujahua, Michoacán, pueblo que lleva prendido en su corazón, ha sido reconocido tanto por haber sido alumno en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda de la renombrada Frida Kahlo y ayudante asimismo de Diego Rivera, por haber sido un alumno que aprendió desde joven en esa escuela fundada en el Ex Convento de La Merced en 1927, ideada por el pintor Alfredo Ramos Martínez e impulsada desde la recién creada Secretaría de Educación Pública por José Vasconcelos para fomentar en la comunidad de cada uno de sus alumnos, un sentido de responsabilidad social con el fin de desarrollar en sus docentes y estudiantes, la capacidad de hacer una contribución significativa a la sociedad con conciencia de la historia que México ha vivido en sus distintas etapas. Si su propósito era el dotar de egresados capaces de incidir de manera propositiva en las distintas coyunturas del país, el alumno Guillermo Monroy Becerril lo logró plenamente. Él, no solo es un heredero de la cultura mexicana, sino que ha pasado su vida trabajando con una conciencia cultural como herencia plural e internacional típica de la enseñanza artística hegemónica que recibió. Dado lo anterior, Monroy bien puede decir: ¡Presente!, cuando mencionen su nombre como uno de los grandes del arte en México. Y hasta el próximo lunes.

El sábado pasado el Jardín Borda se vistió de gala y no era para menos. Se trataba de homenajear a don Guillermo Monroy Becerril, más allá de haber sido alumno de Frida Kahlo, él, por méritos propios, convirtió su vida en un himno, un himno socialista del que se siente muy orgulloso.

No en balde, mientras el pintor y muralista, -fue uno de los que participaron en los murales del edificio sede de la antigua Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas-, actualmente con 97 años de edad, pronunciaba un entrañable discurso salido de su alma en el que narró no solo su vida, sino la motivación que lo impulsó a ingresar muy joven aún al Partido Comunista, parte de sus ex alumnos, comenzaron a entonar La Internacional. Monroy, hijo de humildes obreros, sintió la necesidad de hacer algo por ayudar no solo a sus padres, sino a quienes como él conocían la pobreza, a alcanzar un mundo mejor. Fue muy conmovedor que mientras Monroy hablaba con toda convicción acerca de su vida y su entrega social, se escuchara, por primera vez en Cuernavaca, ese himno que para quienes no sepan su significado, les diré que La Internacional Socialista es el himno comunista más importante ya que se le considera el himno oficial de los trabajadores del mundo entero.

El autor de la música Pierre Degeuter y de la letra Eugéne Pottier, ambos franceses, “la armaron” en el siglo XIX durante la Lira de los Trabajadores (La Lyre des Travailleurs), cuyos organizadores pertenecientes al Partido Obrero Francés, luego de varios debates al finalizar el Primer Congreso general en París, se decidió el 8 de diciembre de 1896, adoptar el canto como el himno oficial de los revolucionarios. Posteriormente al finalizar el Congreso Internacional de Copenhague de 1910 se convirtió en el himno de todos los trabajadores del mundo. Y escucharlo aquí en Cuernavaca, como un homenaje de sus alumnos a su maestro Monroy quien les dio clases en el Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca del que fue uno de sus maestros fundadores, no pudo haber sido entonado en un momento mejor, ya que se pudiera considerar al Centro Cultural del Jardín Borda, como el heredero del mítico Bellas Artes que ya no existe en Cuernavaca.

Así es que durante la inauguración de la muestra pictórica que le organizó la Secretaría de Turismo y Cultura estatal a don Guillermo Monroy, lo hicieron sabedores de que el maestro quien ha vivido casi la mitad de su vida en esta ciudad, estaba en plena lucidez y feliz de asistir, siempre junto a su hijo Guillermo Diego, a su homenaje. Aquí se dieron cita intelectuales, pintores, escultores, maestros y luchadores sociales en general, ese himno no pudo tener mejor acompañamiento a sus palabras. En la primera fuente, donde se habló de su obra y él mismo lo hizo, con todo el esfuerzo de los trabajadores del Borda por sanitizar a todos los que llegaban, hubo literalmente “un mundo de personas”. Estaba ahí el Tout Cuernavaca y todos escuchando el mensaje de Monroy que invitaba, como desde joven lo hizo, a vivir el arte con un sentido social. “Si no lo hay, no es verdadero arte”. “Todos deben sentir un compromiso con el alma del pueblo ya que no hay un verdadero artista que se precie de serlo sin una motivación de lucha social dentro de él”. A medida que avanzaba su discurso, nadie de los presentes perdía una palabra a lo que decía.

Sabíamos que estábamos ante un artista que jamás claudicó sus ideales socialistas ni en su forma de vida en aras de comodidades o lujos, ni en afanes huecos por rodearse de gente de altos estratos sociales. Nada de eso le ha interesado jamás a Monroy, Él, originario de Tlalpujahua, Michoacán, pueblo que lleva prendido en su corazón, ha sido reconocido tanto por haber sido alumno en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda de la renombrada Frida Kahlo y ayudante asimismo de Diego Rivera, por haber sido un alumno que aprendió desde joven en esa escuela fundada en el Ex Convento de La Merced en 1927, ideada por el pintor Alfredo Ramos Martínez e impulsada desde la recién creada Secretaría de Educación Pública por José Vasconcelos para fomentar en la comunidad de cada uno de sus alumnos, un sentido de responsabilidad social con el fin de desarrollar en sus docentes y estudiantes, la capacidad de hacer una contribución significativa a la sociedad con conciencia de la historia que México ha vivido en sus distintas etapas. Si su propósito era el dotar de egresados capaces de incidir de manera propositiva en las distintas coyunturas del país, el alumno Guillermo Monroy Becerril lo logró plenamente. Él, no solo es un heredero de la cultura mexicana, sino que ha pasado su vida trabajando con una conciencia cultural como herencia plural e internacional típica de la enseñanza artística hegemónica que recibió. Dado lo anterior, Monroy bien puede decir: ¡Presente!, cuando mencionen su nombre como uno de los grandes del arte en México. Y hasta el próximo lunes.