/ lunes 14 de septiembre de 2020

Fiesta, frialdad y operativos

Los festejos patrios no se están enfriando, en todo caso sufren de la ejemplar cautela de miles de morelenses que procuran no exponerse a contagios de Covid-19. Con todo y ello, bares y restaurantes esperan llenos completos según demuestran las industriales cantidades de cerveza que solicitaron para acompañar sus celebraciones, limitadas en gente y tiempo, del grito independentista.

Aunque poca relación hay entre el inicio de la lucha de Miguel Hidalgo allá en el 1810, y la idea de beber y comer garnachas cual si no hubiera mañana, lo cierto es que la tradición añeja de los mexicanos es esperar el grito de independencia con más fervor y empeño del que se pone a cualquiera de las ceremonias cívicas que ocurren en derredor suyo. La celebración del inicio de la gesta independentista tiene poco que ver con la política mexicana -lo que sería la esencia de la independencia- y se ubica mucho más en el carácter de fiesta que los mexicanos acostumbran poner a todo. En efecto, la del 15 de septiembre es una noche de fiesta popular y no de ritual cívico y eso la vuelve especialmente riesgosa en tiempos de pandemia. Porque al calor de la fiesta y el alcohol la gente suele olvidar muchas cosas, las llaves, la cuenta, la dignidad, y sobre todo, la sana distancia. En este sentido parece una buena decisión la que tomaron el gobierno del estado y los 36 ayuntamientos de suspender cualquier acto presencial de conmemoración del grito de independencia, y de autorizar el funcionamiento de restaurantes y bares sólo hasta las once de la noche, hora en que inicia el acto protocolario. Sin embargo, considerando el reciente cambio del semáforo epidemiológico para Morelos a color amarillo y la poca atención que grandes sectores de morelenses han puesto a las medidas de protección contra el virus, el asunto se ubica mucho más en la cancha social que en la de la autoridad.

Y es cierto, quienes han cumplido con la cuarentena llevan muchos días sin fiestas, semiencerrados y en un estado de alerta permanente cada vez que estornudan, así sea por respirar pimienta. Pero también lo es que ellos seguramente la seguirán cumpliendo en los próximos días y hasta que el semáforo esté en verde. En todo caso preocupan, porque no solo ellos se contagian, quienes no han hecho caso por dudar del virus, de su capacidad de contagio o por creerse inmunes, porque a final de cuentas, esas actitudes han sido las principales propagadoras del virus cuyo fácil contagio hace especialmente necesario el cambio el comportamiento social.

Poco útil será la restricción, sin embargo, si las autoridades municipales no toman medidas estrictas para imponerla, los operativos que seguramente veremos esta noche destinados a regular horarios y flujos de personas, deben ser estrictos y generales; pero también, y esto es vital, apegados al derecho y transparentes. De ninguna forma podríamos tolerar que las autoridades abusen, ni que los mañosos los acusen de abusivos. Esta noche, además de seguir los festejos, deberemos estar atentos a los operativos que se hagan para contener las aglomeraciones. Es vital para la convivencia.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Los festejos patrios no se están enfriando, en todo caso sufren de la ejemplar cautela de miles de morelenses que procuran no exponerse a contagios de Covid-19. Con todo y ello, bares y restaurantes esperan llenos completos según demuestran las industriales cantidades de cerveza que solicitaron para acompañar sus celebraciones, limitadas en gente y tiempo, del grito independentista.

Aunque poca relación hay entre el inicio de la lucha de Miguel Hidalgo allá en el 1810, y la idea de beber y comer garnachas cual si no hubiera mañana, lo cierto es que la tradición añeja de los mexicanos es esperar el grito de independencia con más fervor y empeño del que se pone a cualquiera de las ceremonias cívicas que ocurren en derredor suyo. La celebración del inicio de la gesta independentista tiene poco que ver con la política mexicana -lo que sería la esencia de la independencia- y se ubica mucho más en el carácter de fiesta que los mexicanos acostumbran poner a todo. En efecto, la del 15 de septiembre es una noche de fiesta popular y no de ritual cívico y eso la vuelve especialmente riesgosa en tiempos de pandemia. Porque al calor de la fiesta y el alcohol la gente suele olvidar muchas cosas, las llaves, la cuenta, la dignidad, y sobre todo, la sana distancia. En este sentido parece una buena decisión la que tomaron el gobierno del estado y los 36 ayuntamientos de suspender cualquier acto presencial de conmemoración del grito de independencia, y de autorizar el funcionamiento de restaurantes y bares sólo hasta las once de la noche, hora en que inicia el acto protocolario. Sin embargo, considerando el reciente cambio del semáforo epidemiológico para Morelos a color amarillo y la poca atención que grandes sectores de morelenses han puesto a las medidas de protección contra el virus, el asunto se ubica mucho más en la cancha social que en la de la autoridad.

Y es cierto, quienes han cumplido con la cuarentena llevan muchos días sin fiestas, semiencerrados y en un estado de alerta permanente cada vez que estornudan, así sea por respirar pimienta. Pero también lo es que ellos seguramente la seguirán cumpliendo en los próximos días y hasta que el semáforo esté en verde. En todo caso preocupan, porque no solo ellos se contagian, quienes no han hecho caso por dudar del virus, de su capacidad de contagio o por creerse inmunes, porque a final de cuentas, esas actitudes han sido las principales propagadoras del virus cuyo fácil contagio hace especialmente necesario el cambio el comportamiento social.

Poco útil será la restricción, sin embargo, si las autoridades municipales no toman medidas estrictas para imponerla, los operativos que seguramente veremos esta noche destinados a regular horarios y flujos de personas, deben ser estrictos y generales; pero también, y esto es vital, apegados al derecho y transparentes. De ninguna forma podríamos tolerar que las autoridades abusen, ni que los mañosos los acusen de abusivos. Esta noche, además de seguir los festejos, deberemos estar atentos a los operativos que se hagan para contener las aglomeraciones. Es vital para la convivencia.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx