/ martes 31 de marzo de 2020

Especuladores...

Condición para que el daño económico por la contingencia sanitaria sea el menor posible y permita un recuperación no tan tardía del crecimiento, es evitar abuso, especulación y malas prácticas comerciales que, con base en una oferta y demanda infladas por el comportamiento de pánico social, algunos se han permitido y se siguen permitiendo y derivando en prácticas como el racionamiento y hasta el ocultamiento de productos para manejar su valor de manera artificial. Estas prácticas, comunes en crisis económicas profundas, suelen ahondar los efectos y lesionan particularmente a los más pobres. Los llamados a permanecer en casa, a limitar el intercambio social presencial, a reforzar los hábitos de higiene, en fin, a cuidar la salud y desacelerar la frecuencia de propagación del virus; podrían generar alguna esperanza (la fecha definida para concluir las medidas restrictivas no es tan lejana: 30 de abril), pero también permiten que algunos programen mucho mejor sus abusos.

Consideremos, la falta de gel antibacterial, cubrebocas, medicamentos, maíz, papel higiénico, arroz, frijol, se explica en alguna medida por las compras de pánico (un comportamiento social indeseable en tanto México no debería tener problemas tan graves de abasto), pero también por la conducta especuladora de cientos de intermediarios cuyas prácticas encarecen los productos artificialmente, y lesionan a los productores en tanto el flujo de producción suele detenerse para generar una percepción errónea de poca oferta de los bienes. La solidaridad es urgente en materia económica y el abuso en momentos como el actual, evidencia algunos de los peores vicios de la humanidad, como la codicia que tanto daño le han hecho a las libertades en otro tiempo.

La certeza de que el gobierno debe intervenir lo menos posible en el mercado es inamovible, las experiencias de otras naciones donde se ha permitido una excesiva intervención del gobierno en los equilibrios económicos han sido nefastas; pero también resulta lamentable el abandono del Estado de su obligación para garantizar que los flujos económicos se apeguen a condiciones naturales y no a las creadas artificialmente por el pánico, como las prácticas de especulación lamentables que comenzamos a vivir y que podrían mantenerse en los próximos 30 días, plazo que el gobierno federal considera recuperable en menos de un año (entendemos que en materia sanitaria eso casi llega a catastrófico, pero no tanto).

Otra vez (como siempre desde que los individuos cedimos a la tentación de vivir en sociedad) depende de todos superar la crisis en materia sanitaria y económica. Mostrar solidaridad, prudencia, ser inteligentes y pacientes, evitar cualquier forma de abuso, son condiciones urgentes para que la recuperación económica sea posible después de la crisis que atravesamos. Ninguna otra posibilidad nos ofrece una salida, incluso a quienes pudieran lucrar hoy con la desgracia del resto, poco útil les resultaría en medio de una economía paralizada ya no por el virus, sino por la pobreza, el estancamiento, y la fractura social que el virus nos habrá dejado.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Condición para que el daño económico por la contingencia sanitaria sea el menor posible y permita un recuperación no tan tardía del crecimiento, es evitar abuso, especulación y malas prácticas comerciales que, con base en una oferta y demanda infladas por el comportamiento de pánico social, algunos se han permitido y se siguen permitiendo y derivando en prácticas como el racionamiento y hasta el ocultamiento de productos para manejar su valor de manera artificial. Estas prácticas, comunes en crisis económicas profundas, suelen ahondar los efectos y lesionan particularmente a los más pobres. Los llamados a permanecer en casa, a limitar el intercambio social presencial, a reforzar los hábitos de higiene, en fin, a cuidar la salud y desacelerar la frecuencia de propagación del virus; podrían generar alguna esperanza (la fecha definida para concluir las medidas restrictivas no es tan lejana: 30 de abril), pero también permiten que algunos programen mucho mejor sus abusos.

Consideremos, la falta de gel antibacterial, cubrebocas, medicamentos, maíz, papel higiénico, arroz, frijol, se explica en alguna medida por las compras de pánico (un comportamiento social indeseable en tanto México no debería tener problemas tan graves de abasto), pero también por la conducta especuladora de cientos de intermediarios cuyas prácticas encarecen los productos artificialmente, y lesionan a los productores en tanto el flujo de producción suele detenerse para generar una percepción errónea de poca oferta de los bienes. La solidaridad es urgente en materia económica y el abuso en momentos como el actual, evidencia algunos de los peores vicios de la humanidad, como la codicia que tanto daño le han hecho a las libertades en otro tiempo.

La certeza de que el gobierno debe intervenir lo menos posible en el mercado es inamovible, las experiencias de otras naciones donde se ha permitido una excesiva intervención del gobierno en los equilibrios económicos han sido nefastas; pero también resulta lamentable el abandono del Estado de su obligación para garantizar que los flujos económicos se apeguen a condiciones naturales y no a las creadas artificialmente por el pánico, como las prácticas de especulación lamentables que comenzamos a vivir y que podrían mantenerse en los próximos 30 días, plazo que el gobierno federal considera recuperable en menos de un año (entendemos que en materia sanitaria eso casi llega a catastrófico, pero no tanto).

Otra vez (como siempre desde que los individuos cedimos a la tentación de vivir en sociedad) depende de todos superar la crisis en materia sanitaria y económica. Mostrar solidaridad, prudencia, ser inteligentes y pacientes, evitar cualquier forma de abuso, son condiciones urgentes para que la recuperación económica sea posible después de la crisis que atravesamos. Ninguna otra posibilidad nos ofrece una salida, incluso a quienes pudieran lucrar hoy con la desgracia del resto, poco útil les resultaría en medio de una economía paralizada ya no por el virus, sino por la pobreza, el estancamiento, y la fractura social que el virus nos habrá dejado.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx