/ martes 9 de agosto de 2022

 Construyendo la democratización

No queda claro qué hacer con el régimen autoritario saliente. ¿Conviene aplastarlo, mediante el encarcelamiento o pena de muerte para evitar eventuales brotes de rebelión?

-La aplicación de la ley a los gobiernos autoritarios puede ser utilizada como mecanismo de legitimación de un nuevo régimen de cara al pueblo, sediento de justicia, aunque quienes llegan al poder también estén repitiendo un gobierno autoritario.

-Nada garantiza que la intervención extranjera en los procesos de transición fortalezca la democracia, o genere un gobierno débil a fuerzas externas.

-Los gobiernos extranjeros que intervienen en la redemocratización no lo hacen por sus afanes libertarios, sino en defensa de sus intereses.

-Las reformas al marco legal del país redemocratizado supondrán el sometimiento de las mismas a la defensa de los intereses extranjeros y hasta su expansión.

-Los partidos políticos opositores bien pueden no encontrar incentivos para rebelarse si el gobierno autoritario tiene para con ellos un trato preferencial y altamente remunerativo.

-La guerra revolucionaria es, en muchos casos, financiada por gobiernos extranjeros, de ahí que necesariamente, al deberles su acceso al poder, de nueva cuenta se hallen proclives a corresponder ampliando y defendiendo sus intereses y hasta legalizando su injerencia en la toma de decisiones.

Ninguno de los caminos a la democracia y a la redemocratización es sencillo. Comparativamente y dependiendo del contexto de cada nación, deben evaluarse ventajas y riesgos.

No obstante, invariablemente será preferible una transferencia pacífica y ordenada del poder sin represalias, que de inmediato genere leyes, garantías e instituciones fuertes, capaces de ofrecer seguridad sobre la continuidad del nuevo régimen democrático.

La guerra revolucionaria es la que han realizado este fin de semana los miembros de Morena con la operación práctica de todas las formas de fraude para elegir a sus consejeros (falsificación, acarreo, despensas, carruseles, quema de papelería y un largo etcétera) dando testimonio de en qué consistiría la reforma electoral que pretenden si termina de cuajar.

Al final, se impone (por fortuna) la arquitectura constitucional electoral que sustenta el desempeño del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para revisar el cochinero que los miembros de Morena realizaron al cierre de julio, protagonizando una auténtica guerra revolucionaria pero en contra no sólo de ellos mismos, sino del avance democrático que, durante décadas nos hemos dado los ciudadanos para evolucionar, no para que muera la democracia.

Facebook: Daniel Adame Osorio.

Twitter: @Danieldao1.

No queda claro qué hacer con el régimen autoritario saliente. ¿Conviene aplastarlo, mediante el encarcelamiento o pena de muerte para evitar eventuales brotes de rebelión?

-La aplicación de la ley a los gobiernos autoritarios puede ser utilizada como mecanismo de legitimación de un nuevo régimen de cara al pueblo, sediento de justicia, aunque quienes llegan al poder también estén repitiendo un gobierno autoritario.

-Nada garantiza que la intervención extranjera en los procesos de transición fortalezca la democracia, o genere un gobierno débil a fuerzas externas.

-Los gobiernos extranjeros que intervienen en la redemocratización no lo hacen por sus afanes libertarios, sino en defensa de sus intereses.

-Las reformas al marco legal del país redemocratizado supondrán el sometimiento de las mismas a la defensa de los intereses extranjeros y hasta su expansión.

-Los partidos políticos opositores bien pueden no encontrar incentivos para rebelarse si el gobierno autoritario tiene para con ellos un trato preferencial y altamente remunerativo.

-La guerra revolucionaria es, en muchos casos, financiada por gobiernos extranjeros, de ahí que necesariamente, al deberles su acceso al poder, de nueva cuenta se hallen proclives a corresponder ampliando y defendiendo sus intereses y hasta legalizando su injerencia en la toma de decisiones.

Ninguno de los caminos a la democracia y a la redemocratización es sencillo. Comparativamente y dependiendo del contexto de cada nación, deben evaluarse ventajas y riesgos.

No obstante, invariablemente será preferible una transferencia pacífica y ordenada del poder sin represalias, que de inmediato genere leyes, garantías e instituciones fuertes, capaces de ofrecer seguridad sobre la continuidad del nuevo régimen democrático.

La guerra revolucionaria es la que han realizado este fin de semana los miembros de Morena con la operación práctica de todas las formas de fraude para elegir a sus consejeros (falsificación, acarreo, despensas, carruseles, quema de papelería y un largo etcétera) dando testimonio de en qué consistiría la reforma electoral que pretenden si termina de cuajar.

Al final, se impone (por fortuna) la arquitectura constitucional electoral que sustenta el desempeño del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para revisar el cochinero que los miembros de Morena realizaron al cierre de julio, protagonizando una auténtica guerra revolucionaria pero en contra no sólo de ellos mismos, sino del avance democrático que, durante décadas nos hemos dado los ciudadanos para evolucionar, no para que muera la democracia.

Facebook: Daniel Adame Osorio.

Twitter: @Danieldao1.

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